"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 11 de agosto de 2010

Argentina en el mundo - Campeones de la destrucción

Por Alejandro A. Tagliavini (*)

Fuente:www.notiar.com.ar


En Caracas, el 19 de abril, la Presidente argentina recordó que hasta el año 1910 en Iberoamérica “nosotros proveíamos materias primas, que eran industrializadas y generaban riqueza muy lejos de estas tierras”.

Ella tiene un gran amigo en Venezuela, Hugo Chávez, cumpliendo aquello de que “Dios los cría y ellos se juntan”, ya que los dos han destruido a sus países y con sus cuentos inverosímiles intentan mantenerse en el poder.

La verdad histórica es que, entre 1870 y 1930, la población argentina pasó de 2 a 11 millones, por la llegada de cientos de miles de inmigrantes europeos que venían tras el sueño argentino.
Durante esos años, la tasa de escolarización de niños pasó de 19% a 52%.
Según Francis Korn, entre 1887 y 1914 la población argentina aumentó 264%, pero los propietarios aumentaron 400%.
Los habitantes de los “conventillos” (la vivienda urbana más humilde hasta que, durante el gobierno de Perón, aparecieron las “villas miseria” o “favelas” [1]) pasaron de ser 25% de la ciudad a menos de 10%.

En 1910, con un PIB de US$ 26.000 millones –casi la mitad del PIB de toda América Latina–, la economía argentina era la primera de la región y la novena del mundo, detrás de EE.UU., Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia, España, Bélgica y Canadá.

Argentina ocupa hoy el puesto Nº 57.-
Con US$ 3.822 por habitante, su PIB per cápita era solo superado por Nueva Zelanda, Australia, EE.UU., Gran Bretaña, Canadá, Bélgica y Suiza.
En 1914, Argentina era el país más industrializado de América Latina.

La producción manufacturera representaba 16,6% del PIB, en Chile 14,5%, en México 12,3% y en Brasil 12,1%.
Para 1925, el PIB de Argentina era 30% más grande que el de México o Brasil, 20% más que el de Australia e igual al de Canadá; con apenas 16% de la población de América Latina, tenía 45% de los teléfonos y 58% de los autos.
Según Guillermo Yeatts, a partir de 1907 se comienza a visualizar la interferencia del Estado cuando el Ministerio de Agricultura descubre petróleo y decreta la creación de una reserva sobre 200.000 hectáreas, alrededor del pozo, prohibiendo la concesión de yacimientos al sector privado en esa área.

En la Argentina moderna, cuenta el economista Orlando Ferreres, la pobreza aumentó de alrededor de 5% de la población en 1985 al 34% actual.
La salida de capitales (entre otros motivos porque el impuesto a las ganancias llega a 45%) ha alcanzado US$ 262.000 millones, equivalente al 73% del actual capital productivo del país que, de estar invertido y produciendo en Argentina, significaría la creación de 73% empresas adicionales.
Y la menor demanda de mano de obra conduce a salarios más bajos.

Recordemos que el desempleo es provocado por leyes laborales que prohíben el trabajo; por ejemplo, a quienes ganan menos del salario mínimo.
De otro modo, en un mundo donde todo está por hacerse (casas, hospitales, escuelas, vías de comunicación, etc.) no faltaría trabajo, de no ser por las prohibiciones de quien ejerce el monopolio de la violencia, "el Estado".

En fin, Venezuela y Argentina son dos países sobreabundantes en alimentos y en petróleo, pero empobrecidos a más no poder, mientras que Japón, con escasos recursos naturales, es mucho más rico.

Moraleja: el único recurso que tiene la humanidad es su ser racional, capaz de crear la tecnología que potencia infinitamente los recursos.
Los bienes actuales pueden ser escasos, pero los recursos humanos son infinitos.

El estatismo, al creer que los recursos son solo los naturales, supone que un solo cerebro (el del gobernante o dictador), puede y debe manejar la economía entera.

Resultado: HAMBRE y MISERIA

*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California

Fuente: ABC (Paraguay) / www.aipenet.com

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