"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 18 de agosto de 2010

Derechos y deberes, un juego a dos bandas

Nora Bär
Noticias de Ciencia/Salud| Publicado en edición impresa La Nación

Ayer, la entrega de los premios Houssay, la distinción más importante que otorga el sistema científico a sus investigadores, le ofreció al ministro de Ciencia la oportunidad de recordar algo que sólo un científico puede decirles sin inmutarse a sus colegas:
- "Que si bien en los últimos tiempos se registraron máximos históricos de incorporaciones al Conicet, de retornos de investigadores residentes en el extranjero (768) y de obras de infraestructura (según el funcionario, 352 por un valor de 190 millones de pesos), todo esto no es gratis, sino que exige responsabilidades crecientes.

"Esto no se ha hecho para mejorarles la vida a los investigadores -dijo-.

Durante mucho tiempo, a los científicos se les dio muy poco... pero no se les pidió nada a cambio.
Muchos pensaban: «Hacemos lo que nos gusta y encima nos pagan».
Tomaban la investigación como una actividad deportiva, por así decirlo, y tenían que conformarse con lo que había"

A continuación agregó:
- "Este esfuerzo requiere una contraprestación: queremos que los científicos contribuyan a mejorar la calidad de vida de la gente, [...] a generar trabajo de calidad, que el conocimiento que se genera en el ámbito científico se traduzca en empresas de base tecnológica.
Pero esto -aclaró- no debe ser leído como un mandato para que los investigadores básicos se dediquen a resolver problemas concretos.

La mejor manera de cumplir con este precepto es hacer ciencia de calidad, ya que los avances más grandes han surgido de la investigación básica y muchas veces por casualidad"
Claro que lo mismo vale a la inversa: así como a los investigadores se les pide que cumplan con los deberes que tienen para con la sociedad que les permite educarse y ejercer su pasión, que transfieran su conocimiento y formen recursos humanos de excelencia, el Estado tendrá que estar a la altura de su propio compromiso.
Eliminando obstáculos burocráticos que frustran iniciativas, acercando la ciencia a la actividad productiva, y requiriendo el conocimiento experto para la resolución de los complejos problemas que presentan las comunidades modernas.
Y que todo eso se haga no en raptos espasmódicos, sino sostenidamente, más allá de una administración determinada.

En estos tiempos, ya es inadmisible pensar, como se dijo antes de guillotinar a Lavoisier, en 1794, que "la república no necesita de sabios"

nbar@lanacion.com.ar

No hay comentarios: