"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 27 de septiembre de 2010

El eje Caracas - Teherán

¿No es un sarcasmo que el modelo de vida moderno dependa de dictadores asentados en la edad media?

PILAR RAHOLA
Fuente: La Vanguardia.com

Más allá del eje políticomilitar real que existe entre Venezuela e Irán, y que representa un alarmante foco de desestabilización, existe un eje simbólico que permite la comparación entre los dos sátrapas que gobiernan ambos países.
No es de extrañar, por tanto, que el principal avalador internacional de este brutal dictador llamado Ahmadineyad sea un aprendiz de dictador llamado Hugo Chávez.
Se parecen en la retórica, en la impudicia y en el desprecio a la libertad, y si no son las vidas paralelas de Plutarco -sobre todo porque hay una notable diferencia entre comparar a Demóstenes con Cicerón y hacerlo entre estos dos charlatanes-, son problemas paralelos.
De entrada, ambos son lo que son porque están sentados encima del motor del mundo, el preciado petróleo que mueve nuestras vidas.

Sin petróleo, Chávez sería un patán ruidoso que habría caído por la propia lógica de la ciudadanía venezolana.
Y sin petróleo, el régimen de Irán no sería el primer problema del mundo.
¿O no sabíamos que Irán es el problema más grave que existe en el mundo?

Por supuesto, el fenómeno no es exclusivo de estos dos, porque desde Gadafi hasta los tiranos teocráticos de Oriente Medio todos ellos deben su brutal influencia planetaria al oro negro que garantiza nuestro estilo de vida. ¿Será que Dios es antisistema?
Será, o ¿no es un gran sarcasmo que el modelo de vida moderno dependa de dictadores asentados en la edad media?
A partir de ello, los retratos de Chávez y de su amigo iraní recorren los mismos tortuosos caminos: control absoluto del poder, destrucción de derechos humanos, asesinatos de opositores (por supuesto, nunca aclarados), apoyo a dinámicas terroristas (desde las FARC hasta Hizbulah) y uso trágico-cómico de la plataforma de la ONU para vender sus barbaridades dialécticas al mundo.

Con un añadido fundamental, en ambos casos la impunidad de sus acciones hace resplandecer, para desgracia de la humanidad, la enorme inutilidad de las Naciones Unidas.
¿Para qué sirve, si sirve para que los patanes y los tiranos vociferen su odio y multipliquen el alcance de su influencia?
Después vendrán los buenos de los Obama y dirán que se han enfadado mucho, mientras renuevan por enésima vez los caminos de una diplomacia a todas luces fallida.

Irán cabalga hacia el poderío nuclear ante la incapacidad del mundo para pararlo. Y mientras lo hace, se sube a la ONU, se ríe de las víctimas de los atentados, renueva su voluntad de destruir a Israel (es decir, de matar a millones de personas) y se va a casa con una regañina.

La pedorreta que nos hace es cósmica.
En Caracas, su aprendiz le hace la claque mientras ahoga a la oposición en su simulacro electoral.
Y todo delante de nuestras narices, incapaces de mover ficha porque siendo libres somos sus esclavos...

No en vano ellos tienen la llave de nuestro bienestar.

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