Estoy convencida de que Marruecos miente todo lo que puede; también creo que mienten los activistas
La frase clásica dice: "La primera víctima de un conflicto es la información".
Aunque la sentencia se refiere a los conflictos armados, donde la información es otro misil cruzado que las partes se tiran por la cabeza, vale para cualquier situación de conflicto, incluyendo, por ejemplo, una campaña electoral. Es decir, allí donde la derrota o la victoria se juegan en un arduo campo de batalla, la información perece en manos de la consigna y la propaganda.
Por supuesto nada tiene que ver un conflicto violento, donde los periodistas son manipulados, amordazados y a veces asesinados, con los pequeños conflictos de las cuitas políticas, donde lo máximo que ocurre es que te hinchan a llamadas telefónicas. Pero en esencia es lo mismo, considerar que el periodismo no es el transmisor de la verdad, sino el arma arrojadiza de los intereses de una parte.
Veamos los dos conflictos que tenemos a mano, el violento del Sáhara, y el de andar por casa de las elecciones catalanas.
En el primero, las cosas están claras por ambos lados. Y sí, he dicho por ambos lados, porque desgraciadamente son todos los contendientes los que intentan manipular la información. En este caso, es evidente que el verdugo es Marruecos, que hablamos de una dictadura implacable, que los saharauis son las víctimas inequívocas, abandonadas a su suerte, y que su pacífica causa, secularmente violentada, es una vergüenza para el mundo. Pero el periodismo no debe considerar que una de las partes dice toda la verdad, y cuando se utiliza como fuente de información a una activista implicada en la causa y se abre con sus datos un informativo, lo más probable es que se esté haciendo pura propaganda. El hecho de que nos caiga más simpática esta fuente que la otra no la convierte en más fiable. De ahí a publicar fotos de niños de otro conflicto y darlos por buenos va un simple paso que, por cierto, ya se ha dado.
En estos tiempos de alegría internáutica, el periodismo tiende a considerar cualquier blog hecho en un rincón escondido de un conflicto como si fuera cátedra informativa, y por el camino de esa distorsión se transforma en miembro de una de las partes. Desde luego estoy convencida de que Marruecos miente todo lo que puede, pero también estoy segura de que mienten los activistas, y convertirlos en periodistas es, sencillamente, matar el periodismo.
En el caso electoral, todo es menos trágico y más caricaturesco, pero también se mata el periodismo. Cuando se enfaja en bloques electorales, cuando los jefes de campaña mandan más que los directores de informativos y cuando es más importante el interés de los partidos que el bien público de la información.
Y es que, en cualquier situación de lucha, violenta o no violenta, la información es el primer enemigo que batir. No porque sea incómoda la verdad, que también, sino porque se anhela desesperadamente la propaganda
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