"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 23 de abril de 2011

El Dios de la lluvia llora sobre Sevilla

Por Fernando Seco / ABC.es Sevilla

Hace años que leí esa maravillosa novela histórica del húngaro László Passuth sobre la conquista de México por Hernán Cortés titulada el Dios de la lluvia llora sobre México.

Quiero entender que este singular título puede hacer referencia a los sufrimientos que supuso la conquista de ese país, tanto para españoles como para los propios aztecas.
Debieron de ser tantos y tan intensos que arrancaron lágrimas al mismo Dios.

No he podido dejar de evocar semejante imagen desde que comenzara a llover estos primeros días de la Semana Santa.
No se si son lágrimas divinas producidas por el dolor de nuestras infamias.
De lo que sí estoy seguro es que llueve por causas ambientales y de que muchos cofrades han llorado por no poder hacer la estación de penitencia acompañando a sus veneradas imágenes.
Lloramos a causa del dolor; por impotencia ante situaciones que nos superan; por humillaciones; por desengaños fruto del sentido amplio que tiene la palabra amor.

Lloramos también de alegría; por la emoción de haber conseguido un objetivo difícil; por la emoción de la contemplación de la miseria o de la pobreza ajena; también por el contagio de nobles sentimientos transmitidos, por ejemplo, en una película romántica.
Pero habitualmente lloramos por causa del dolor que nos producen las personas a las que amamos, que son las más cercanas.
Si no las quisiéramos, no nos afectarían sus rechazos, desvaríos, ausencias o penas, y por tanto no manifestaríamos en lágrimas nuestro dolor.

Llorar es bueno.
Es otra manera de expresarse.
Que descansa el cuerpo y serena el alma.
También se puede llorar por un país.
Famosa es aquella expresión “me duele España”, que no recuerdo ahora su autoría.

Para llorar por un país hay que tener un corazón grande, ciertamente generoso, donde quepan todas las personas con independencia de su ideología, de su fe, de su raza, de su condición social o intelectual.
Y tiene que haber motivos.
Desde luego, en España tenemos motivos para llorar.
Y en Andalucía, tenemos motivos para llorar.

Por el sufrimiento del paro y de tantas situaciones difíciles producidas por la crisis económica;
. por la corrupción que también provoca dolor e impotencia;
. por la desesperación al ver que muchas situaciones injustas perviven durante años;
. por las generaciones perdidas fruto de la incompetencia en materia educativa de nuestros gobiernos.

Llorar por el conformismo de tantos corazones satisfechos de sí mismos e incapaces de sentir dolor, porque son incapaces de complicarse la vida para mejorar la vida de sus conciudadanos.

Porque son incapaces de amar.

Y de llorar...

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