Editorial II
LA NACION
La decisión del gobierno alemán de abandonar la energía nuclear es un ejemplo sobre el cual reflexionar en la Argentina
Alemania acaba de anunciar que abandona la energía nuclear y que fortalecerá las energías renovables lo suficiente como para cubrir la entera red de su país.
Se trata de una decisión histórica que pone fin a una disputa de años y que implica un cambio de mirada hacia un planeta limpio y sin riesgos innecesarios.
En septiembre del año pasado, había acordado prolongar la vida útil de las centrales nucleares, pero sin duda el trágico accidente de Fukushima ha hecho modificar los planes de desarrollo energético.
Según el programa aprobado, que deberá ratificar el Consejo de Ministros dentro de una semana, las centrales que fueron apagadas para ser controladas no volverán a funcionar. Otras seis centrales funcionarán hasta 2021, mientras que las tres restantes, las más modernas, serán apagadas sólo un año más tarde, en 2022.
Sin duda, es una decisión difícil, pero en estas circunstancias es un presupuesto ético dejar de lado una actividad con un riesgo tan alto si existen alternativas que, además, contribuyen a evitar el calentamiento global.
Aun cuando los medios de comunicación hayan dejado de tratar el desastre nuclear de Fukushima, la situación está lejos de estar controlada y en la planta nuclear se sigue trabajando para evitar una fuga masiva de radiactividad.
La propia empresa que explota la planta y suministra la energía duda de que pueda tener antes de fin de año estabilizados los reactores y estima que el área será inhabitable entre 30 y 50 años.
La decisión de Alemania implica que deberá hacer un gran esfuerzo para cubrir el 22 por ciento de sus necesidades de electricidad, que hasta ahora cubrían las centrales nucleares, pero refleja la gravitación de todo un sentimiento antinuclear en el país que se ha gobernado por el lema "En la energía nuclear, lo único seguro es el riesgo"
El paso que da Alemania conlleva la modificación de las leyes nucleares y la apertura a nuevas vías legales para el desarrollo de las energías alternativas. Con el proyectado apagón nuclear, se intenta incrementar la eficiencia energética en todo el país y descartar la posibilidad de importar energía atómica del extranjero, lo cual demuestra una posición coherente de no propiciar, indirectamente, una energía riesgosa en otras partes del planeta.
Necesariamente, Alemania se enfrenta ahora ante un problema que esta industria no ha podido resolver en sus sesenta años de vida y que constituye un enigma para las plantas que están en funcionamiento: el almacenamiento o tratamiento de la basura radiactiva y el desmantelamiento de las centrales nucleares. Un problema al que deberán enfrentarse también todos los países que en la actualidad utilizan la energía nuclear.
En nuestro país, en una posición, al parecer, opuesta a la de Alemania, se alienta la consolidación de un parque de reactores en Lima, provincia de Buenos Aires, que integran en la actualidad Atucha I (en operación) y Atucha II (en construcción), y la energía nuclear tiene una participación inferior al 10 por ciento en el mercado eléctrico.
Es momento, por lo tanto, de mirar hacia el futuro y pensar si se justifican los riesgos de contaminación y enfermedades, o es oportuno que todos los argentinos decidamos definitivamente qué clase de energía queremos tener para contar con un futuro sustentable.
Un debate que la Argentina se merece para definir su porvenir energético y ambiental, y la salud de su comunidad
Boletín Info-RIES nº 1102
-
*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 5 semanas
No hay comentarios:
Publicar un comentario