"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 30 de julio de 2011

ARGENTINISMOS - Martín Caparrós

Ejército



sus. mas. sing., argentinismo: estructura militar incapaz de cumplir con sus supuestos -inciertos- objetivos militares eventuales. 2.: Foco de poder que perdió su poder.

(...)

Nuestro ejército -desprestigiado, descuidado, justamente reducido, mal equipado- no sería capaz de combatir dos días seguidos contra Brasil, que ha gastado muchos miles de millones de dólares en aviones, helicópteros y submarinos nucleares, y ni siquiera contra Chile, que también acumula fierros a lo bobo. América Latina sigue llena de pobres, pero nuestros vecinos están derrochando fortunas: el gasto militar en la región se duplicó en los cinco últimos años. Lo cual nos deja dos opciones: o sumarnos de atrás a una carrera carísima que no podemos permitirnos y vamos a perder de cualquier modo, o hacer de necesidad virtud y declarar que no queremos ni precisamos un ejército, transformar la Argentina en un país desarmado -o relativamente desarmado- y decir que somos los más buenos y razonables y maravillosos. Y quizás, incluso, alguien nos crea. Nosotros mismos, por ejemplo.

(...)

Aún así, sería extraordinario. ¿Se imaginan el desfile del 9 de julio de escuelas, asociaciones, clubes de barrio, criadores de llamas y vicuñas? ¿Se imaginan el edificio Libertador sede de tres carreras de la UBA? ¿Se imaginan los dólares de los turistas japoneses por un crucero en verdadero portaaviones a la Antártida? ¿Se imaginan la cantidad de pilotos más o menos preparados que podrían trabajar en Aerolíneas? ¿Se imaginan las grandes granjas cooperativas en las tierras ex-militares? ¿Se imaginan al presidente Pepe Mujica declarándonos la guerra para defender sus plantas de papel y a nuestro gobierno diciéndole que sí faltaba más con todo gusto pero nosotros no hacemos esas cosas, que si quiere invadir que invada nomás, que la fuerza es el derecho de las bestias?

(...)

Siempre creí que sería bueno que no hubiera más patrias: la idea de patria es armar un conjunto para excluir a todos los demás, para justificar esa exclusión, ese desdén, esas matanzas. La patria es una idea paranoica: siempre funciona en referencia a una amenaza externa. Frente a los diferentes, nosotros los -supuestamente- iguales nos juntamos, nos defendemos, nos queremos.

Siempre quise que se acabaran las patrias: que las afinidades fueran electivas, no por derecho de suelo; que un hombre se pueda sentir más cerca de los que piensan como él, viven como él, esperan como él -y no de sus meros compatriotas. Que el torturador y el torturado, el explotador y el explotado, el rico y sus empobrecidos, no tengan un espacio común donde -deberían- encontrarse.

(Hay, sí, una defensa económica de la patria, cierto nacionalismo material: si las empresas son argentinas no remiten sus ganancias a otros lugares y -eventualmente- las reinvierten aquí. Lo cierto es que los ricos argentinos en general no reinvierten: gastan en sus lujos, y ni siquiera necesariamente en el país. Lo cierto es, también, que los ricos argentinos ya no funcionan como argentinos: están globalizados. El argumento económico, de todos modos, es una racionalización: hay una razón simbólica -ideológica- previa, que está en la base del nacionalismo: son nuestros hijos de puta; son de los nuestros.)

Los peronismos siempre fueron fuertemente patrióticos, nacionalistas. Se podría pensar que sus políticas de alianza de clases lo necesitaban: si querían que los obreros y los patrones se llevaran bien, se sintieran parte de un esfuerzo común, ninguna goma los pegaría mejor que la patria. Y uno de sus símbolos más resistentes, más resistibles, más degradados: el ejército argentino, que -por suerte- ya no sirve para mucho más que eso.

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