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Caricatura de Alfredo Sabat

jueves, 14 de julio de 2011

Declaraciones de bienes ocultas

Editorial I

La rara prórroga para que los funcionarios declaren su patrimonio obedece a la necesidad de evitar escándalos

Con un argumento difícil de creer por lo ridículo, los funcionarios obtuvieron una segunda prórroga del plazo para entregar sus declaraciones juradas de bienes, que les permitirá ocultar esos datos hasta después de las elecciones primarias abiertas obligatorias del 14 del mes próximo.
Ambas prórrogas las otorgó la Oficina Anticorrupción (OA), órgano encargado de recibir esas declaraciones, cuya actuación en la lucha contra la corrupción en los últimos años ha sido prácticamente nula.
La fecha original del primer vencimiento del plazo para que los funcionarios presentaran las declaraciones de su patrimonio era el 4 del corriente mes.
El titular de la OA, Julio Vitobello, otorgó una prórroga para el cumplimiento de esa obligación hasta el 22 del corriente mes.
De esa manera se permitiría que, tres semanas antes de las elecciones primarias, la ciudadanía pudiera informarse sobre el estado patrimonial actual de los candidatos y comparar su evolución al cotejarlo con los años anteriores.
Pero dos días después Vitobello decidió una nueva prórroga, hasta el 22 del mes próximo, más de una semana después de las primarias.
El argumento de la OA es que desde enero último está poniendo en marcha un Plan de Fortalecimiento del Régimen de Declaraciones Juradas con nuevos mecanismos de control del cumplimiento de las presentaciones, que ahora incluiría las de los asesores de los funcionarios.

En los hechos, se ha beneficiado a los integrantes del Gobierno, que en varios y resonantes casos han mostrado inexplicables aumentos de sus patrimonios.


El más escandaloso fue el del matrimonio Kirchner.
Durante varios años, la difusión de las declaraciones juradas de sus bienes despertó, por un lado, fundadas sospechas acerca de su veracidad y, por el otro, un inagotable asombro ante el portentoso ritmo del enriquecimiento de la pareja.
La divulgación de sus declaraciones juradas correspondientes a 2009 arrojó que su riqueza había aumentado un 20,65 por ciento respecto de 2008, al haber ascendido de 46 millones de pesos a 55,5 millones en ese lapso.
Hubo también una inaudita diferencia de más de 4 millones de pesos respecto del patrimonio declarado por Néstor Kirchner al asumir como diputado, el 10 de diciembre de 2009, es decir, sólo 21 días antes de su otra declaración, correspondiente al período cerrado el 31 de diciembre de 2009.
Para no hablar de los intereses sin precedente que los Kirchner obtenían por sus depósitos en plazos fijos en dólares en el Banco Santa Cruz, con una tasa estimada en 15 veces la del mercado.

El extraño, veloz e irregular sobreseimiento con el que el juez federal Norberto Oyarbide benefició a los Kirchner sólo sirvió para avivar aún más las sospechas.


Otro recordado caso fue el del ex secretario de Transporte Ricardo Jaime, un hombre de la máxima confianza del ex presidente.
Cuando dejó la función pública en 2009 debido a las sospechas de que hubiera comprado un avión privado mediante un testaferro, Jaime consignó en su declaración jurada que sólo poseía 2379 pesos en una cuenta bancaria y un patrimonio total de 100.000 pesos.
Sin embargo, cuando la Justicia allanó una de sus viviendas, se le encontraron allí 40.000 dólares, 10.000 euros y 50.000 pesos.

La extraña segunda prórroga dispuesta intempestivamente por la OA ha sido calificada por la oposición política de "privilegio" y de maniobra de ocultamiento.
Como afirmó el ex fiscal y candidato a diputado por Udeso, Pablo Lanusse, "es una demostración del uso del Estado por parte del Gobierno para su beneficio personal"

Es que la relación del kirchnerismo con las declaraciones juradas ha sido muy traumática.
Para muchos de sus funcionarios volcar en un formulario la magnitud de sus patrimonios y tornarlos creíbles se ha transformado en una misión ímproba.

En realidad, el conflicto de fondo del kirchnerismo es con la verdad, ya se trate de los índices de inflación o de un pasado en el que estuvo de espaldas a la defensa de los derechos humanos o del tamaño de su riqueza y de cómo fue habida.

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