"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 5 de julio de 2011

El saltimbanqui

Como si uno pudiera ser ministro los días de cada día y candidato de la oposición el fin de semana

PILAR RAHOLA / La Vanguardia

Aunque la oposición es un territorio frío e inhóspito, algunos juegan a entrar y salir de ella, como si se pudiera estar en los dos lados a la vez, y mantener el tipo.

Es cierto que este ejercicio de saltimbanqui ha sido la especialidad de partidos bisagra como ICV o ERC, cuya capacidad para gozar de las mieles del poder y mantener una retórica de oposición es un clásico político.

El caso de ICV es especialmente relevante porque durante las décadas de gobierno en Barcelona, ha disfrutado de la enorme influencia del despacho oficial, mientras ha mantenido un arrogante discurso de pancarta, como si las miserias de su propio gobierno no fueran su responsabilidad.
Y sobre todo teniendo en cuenta que, gracias a la aritmética de pactos, siempre ha gozado de mucho más poder del que le correspondía por votos.


ERC usó la misma táctica de ser gobierno y estar en la oposición, pero con menos suerte, quizás porque no domina, con tanta precisión como los ex comunistas, el arte de saltar de charco.
Puede que este doble querer entre el poder y la resistencia sea propio de los partidos pequeños, cuya alma retiene en su ADN una cierta cultura anti sistema.

Pero el hecho es que también lo practican los partidos grandes, capaces de olvidarse de lo que han perpetrado en el poder el día después de dejar el cargo.
Y donde dije digo, dicen Diego, se enfundan el disfraz de los mítines y recuperan el viejo cuaderno de las consignas.

La memoria de los partidos acostumbra a ser de pez, dura lo que dura el coche oficial.
Pero la cuestión resulta más estridente cuando la oposición de un gran partido se perpetra desde el propio gobierno, como si uno pudiera ser ministro los días de cada día, y candidato de la oposición los fines de semana.
Ha sido el caso de Rubalcaba con sus bonitas declaraciones asegurando que ha encontrado la piedra filosofal del paro, pero que, ¡tachán!, la enseñará cuando presente su programa electoral.
Es decir, el ministro más influyente del Gobierno y candidato a salvar al PSOE de sus miserias ¿está diciendo que sabe qué hacer para acabar con la lacra que destruye la vida de miles de personas y no lo ha hecho aún?
Pero, ¡esto qué es!

Probablemente una mentira, pero el solo hecho de decirlo con tal alegría, como si no fuera con él un gobierno que se hunde y que ha dado a España las peores cifras del paro, ya es un despropósito.
Sin olvidar que el PSOE ha afeado a Rajoy justamente lo mismo, que tenga programa contra el paro y haga el “antipatriótico” ejercicio de callárselo.

Pues si Rajoy tiene culpa, Rubalcaba tiene delito.
Porque la oposición puede justificar las cartas escondidas con muchos argumentos, pero el Gobierno no tiene ninguno.

Y hacerse el interesante con el paro es algo peor que saltar de gobierno a oposición en función de los intereses.

Es frivolizar irresponsablemente con un drama social.

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