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Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 2 de agosto de 2011

La fábula del escorpión y el kirchnerismo

Pablo Mendelevich
LA NACION .com

Apenas unas horas después de que la presidenta Cristina Kirchner llamara por teléfono a Mauricio Macri para felicitarlo por el triunfo electoral, la Casa Rosada atribuyó el comportamiento de las mayorías a una acción política de algunos medios de comunicación.
De modo que el Gobierno borró con el codo lo que había escrito con la mano.
Junto con el templado discurso de Daniel Filmus, el gesto presidencial de la noche del domingo había sido leído, con prematuro optimismo, como la inauguración de una etapa que dejaría de lado tres de los rasgos más agrios del kirchnerismo: la negación de las derrotas, la dificultad para actuar -además de con valentía- con cortesía frente a un adversario y la costumbre de culpar de cualquier adversidad a los otros.

Como si el kirchnerismo honrara la fábula del escorpión, acerca del vigor irreductible de la propia esencia, culpar a otros fue lo que hicieron ayer por la mañana varios voceros oficiales en forma sincronizada. Explicaron el contundente triunfo ajeno hurgando lejos de las flaquezas propias y lo que es más llamativo (sobre todo, después del efecto Fito Páez de la primera vuelta) a despecho de la voluntad soberana de los votantes.

Como es de rigor, a la vanguardia verbal marchó el jefe de Gabinete.
Frente a varios micrófonos de radio y televisión, Aníbal Fernández repitió que la Capital siempre le fue adversa al kirchnerismo "porque es una ciudad que no tiene una fuerte política de trabajo territorial -dijo-, y ese espacio lo han cubierto en buena medida los medios".
Fernández dio tres nombres propios: "Clarín, La Nacion y Perfil".
No los acusó de haber promovido la figura de Macri, sino de haber "tapado cosas"
Lo que, en todo caso, da una idea de la sutileza -y la eficacia- del servicio que estos diarios, según el análisis electoral del jefe de Gabinete, le habrían prestado a la causa de Pro.

Lamentablemente, Fernández omitió dos explicaciones.
Una, por qué no le sirvieron a la campaña de Filmus -según este razonamiento- los diarios, las radios, los canales de televisión y los sitios de Internet que controla el kirchnerismo, ya sean públicos o privados, además de la agencia de noticias Télam, para que el electorado no se privara de conocer aquellas verdades sobre Macri que los diarios supuestamente macristas "taparon"

¿Los medios kirchneristas tienen baja credibilidad?
¿Carecen de público?
¿O revelaron "la verdad" y a los votantes porteños les resbaló?
Dos, si una buena parte de los votantes de Macri, como asegura también Fernández, va a votar para presidente a Cristina Kirchner, ¿se supone que la sumisión de esos porteños al hechizo de "los medios" (curioso eufemismo oficioso por medios críticos del gobierno) va a desaparecer de repente?

Los voceros del Gobierno insistieron en la idea de que la elección del domingo debe ser apreciada en términos distritales.
"Es un resultado local, cuya lectura es local", dijo Amado Boudou, uno de los miembros de la terna que al comienzo de la campaña se sometió al arbitraje de la presidenta de la Nación del que surgió la fórmula Filmus-Tomada.

El argumento central del Gobierno para mitigar la derrota, sin embargo, fue que el kirchnerismo se consolidó como segunda fuerza territorial.
Pero eso pasó tres domingos antes.
Ya que en un ballottage siempre hay dos fuerzas, no se sabe qué otro destino que ser segundo puede caberle al que no gana.

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