Es la estación climática en la que los días se alargan y el sol se encuentra por encima del ecuador celeste, comienza en el hemisferio austral el 23 de setiembre y en el boreal el 21 de marzo, aunque se celebra el 21 de setiembre.
Comienza con el equinoccio de primavera, en el que tanto en éste como el de otoño, es el dia en el cual hay doce horas de luz y doce horas de oscuridad de allí su nombre, por estar equilibrados.
Es la estación de las flores, de los brotes y del renacer de la naturaleza que cobra esplendor y pinta de todos colores la tierra.
Es también la estación del amor, de la amistad, de los jóvenes y de la vida en todos sus aspectos.
Después de los fríos y el gris del invierno, hay un cambio radical en la naturaleza, todo se renueva, cobra color, invita a vivir y a amar y hacer de la existencia un acto de agradecimiento y de solidaridad.
Los animales se aparean para procrear, las aves construyen sus nidos para fecundar sus huevos y promueven una gigantesca danza terrenal y estelar, como celebración de la vida.
Es la estación de la poesía, podemos decir que la primavera es vida, que es amor, y que es poesía.
Es también la estación de la alegría, de la felicidad, de la realización y concreción de los objetivos que nos hemos propuesto.
Es costumbre en nuestras sociedades que los niños y los jóvenes festejen la primavera, y se ha institucionalizado de tal manera, que llega a la educación, las escuelas suspenden las clases el día de la primavera, dan asueto, y todos se preparan para recibirla en los picnic que realizan en lugares cercanos, por lo general rodeados de árboles y de flores, y festejando también la fiesta del amor.
Es la época del enamoramiento, y se pierden prejuicios, a lo mejor lo que no se pudo decir en todo el año, a la mujer y/o al varón amado, se dice en ese día.
Es como si se rompieran ataduras profundas y atávicas, es como volver muy lejos en la historia y cantar y recitar loas y glorias a esta feliz estación que retempla el espíritu y renueva los cuerpos.
La gente se une, se junta.
Hay como un acto masivo de solidaridad social al que nadie escapa, y todos forman parte de este fenómeno.
Las penas se diluyen, se van, las angustias desaparecen, no es posible ni querible tener penas o angustias en la primavera, no corresponde, no pertenece a esta época del año.
Y el hombre renueva y retoma el camino del amor, de la paz, de la solidaridad y de la amistad.
Quiere ser bueno y amado.
Fluye dentro de su ser la efervescencia de la estación primaveral, y escapa raudamente de su corazón hacia los demás.
Todos quieren estar con todos.
Es el día en que no nos sentimos solos, y apostamos a una grandiosa reunión desde el aspecto más pequeño el familiar íntimo, pasando por la familia parental, por los grupos, los colegios e instituciones, la ciudad, el país todo, y el mundo en general.
Se fijan objetivos para los días siguientes, y se renuevan cada primavera, en que se verá que se propuso el año anterior, que se pudo lograr y que queda pendiente de hacer.
Oh primavera! Ya no eres una mera estación del año, ni la llegada de uno de los equinoccios, ni sólo la estación de las flores, el brote de los vegetales y la concepción de nueva vida en los animales.
Eres para el hombre un símbolo, un ícono, un estigma bienhechor que nos hace vivir con nuestros hermanos en el mejor de los mundos, henchidos de alegría y de pasión.
Desde lo profundo de la tierra
se levanta la armonía y el color
pinta el paisaje, acicala la piedra
esparce sus galas que ilumina el sol
majestuosa invade la hierba
a primavera es un acto de amor,
que se repite para que el hombre crea,
pues es posible hacer lo mejor
ya no hay violencia, no hay guerra,
se debe amar sin condición
compartir aquello que tenga
porque no soy dueño, es un don
otorgado por gracia, que sostenga
la hermandad en el corazón
Elías D. Galati
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