"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 7 de octubre de 2011

EL GATO Y LA SERPIENTE


Boudou y Cristina, Alfonsín y Narváez, Das Neves y Duhalde.
Por Jorge Asís

Decir Gato, en astrología china, significa lo mismo que decir Liebre o Conejo.
Pero no es lo mismo.
Conviene calificar la identidad como Gato. Impone más respeto.
La caracterología del Gato admite una capacidad superior para el manejo de las situaciones.
Atributo insustentable en los conejos. O las liebres.
En el presente Año del Gato de Metal, el Gato que tuvo más suerte, en la Argentina (país Rata de Fuego) es, hasta hoy, Amado Boudou.
Gato de Agua, de 1963. Boudou comparte el Agua, como elemento, con Cristina.
La base legitimadora del poder prestado.
Cristina es Serpiente de Agua, de 1953.
Ambos son impares, negativos, pero no debe entenderse en sentido literal (se aclara que la terminación 2 y 3 corresponde al elemento Agua).

Otros dos Gatos -Ricardo Alfonsín y Mario Das Neves- tuvieron menos fortuna.
Para colmo son Gatos de Metal.
Y también impares, de 1951 (sólo los pares son positivos).
Y justamente transcurre el Año del Gato de Metal.
Ambos cumplen 60 años.
El ciclo astrológico completo.


Impares

Ricardo Alfonsín, El Menoscabado, arrancó el año de su identidad (Gato), y de su elemento (Metal), con excelente estrella.
El ascenso fue precipitado.
Ayudado por la muerte, en el país culturalmente necrófilo, de Raúl, su padre.
Otro Gato, pero de Fuego, de 1927, que triunfo, como le correspondía, en 1983, durante el Año del Chancho (armónico natural con el Gato)
Y debió disparar anticipadamente en 1989, durante Año de la Serpiente.
Para entregarle el poder a Carlos Menem, Caballo de Metal, de 1930.
Pero no nos compliquemos con datos laterales de esta historia.

El Gato Ricardo Alfonsín interrumpió el ascenso impresionante de Cleto Cobos, Cabra de Madera, de 1955.
Y hasta logró eclipsar al ex providencial Ernesto Sanz, Mono de Fuego, de 1956.
Sin embargo Alfonsín, impulsado por la sorprendente falta de cautela, iba pronto a chocar la calesita.
Al asociarse, inútilmente, para cumplir el rol sustancial de gobernador, con el Caudillo Francisco De Narváez.
Otra Serpiente de Agua del 53, que tiene tatuada la imagen de la víbora en el cuellito. Es par de Cristina.

Con reciprocidad, el Gato Alfonsín y la Serpiente Narváez, se estrellaron contra el paredón incuestionable de la realidad.
Y Javier González Fraga, Rata de Tierra, nunca pudo, pese a la astucia implícita de la Rata, poner bien el pie.
Para acertar, al menos, en la manera de pararse.
El Gato y la Serpiente finalmente también se lo llevaron puesto. Con ellos.

Por su parte el otro Gato de Metal, Mario Das Neves, el Tenor Portugués (que suele lucirse con “La Furtiva lágrima”) agoniza, a disgusto, en la incomodidad del segundo plano.
Al costado de Eduardo Duhalde, el Piloto de Tormentas (generadas)
Otra Serpiente, pero de Metal, de 1941 (se aclara que la terminación 0 y 1 corresponde al Metal).
Es otra muestra de los inconvenientes que presenta la relación entre el Gato y la Serpiente.
Epílogo deplorable para Alfonsín (con Narváez), y para Das Neves (con Duhalde).
Pero necesariamente no hay motivos que aseguren el epílogo similar para Boudou (el Gato) y Cristina (la Serpiente).
Zafan... Por ahora.


Genialidad estratégica de la muerte

La Argentina representa un desafío para la astrología científicamente oriental.
Disciplina muy sensible al rigor de las matemáticas.
Y al concentrado apasionamiento del juego.
En el año 2010, Año del Tigre de Metal, se registró la recuperación -e incluso el ascenso-, del máximo Tigre de Metal de la historia argentina contemporánea. Néstor Kirchner, El Furia.
Pero también el año de su identidad, Tigre, y de su elemento, Metal, fue el año llamativo de su muerte.
A los 60 años, después de cumplir el ciclo entero.
El Furia pisciano cesó un 27 de octubre, durante el ciclo de Escorpio, que justamente debía resultarle favorable.
El acontecimiento, de fuerte conmoción, intensificó, ostensiblemente, el fortalecimiento de la heredera. Cristina, la Serpiente de Agua.
Pero acentuó la declinación de Duhalde, la Serpiente de Metal, que lo desafiaba.

La muerte emergió, aquí, como una ocurrencia irresponsable.
Pero también derivó en una genialidad estratégica.
Deslegitimó, la cesación, a Duhalde. Que se quedó, de repente, sin el enemigo políticamente inspirador.
Como dato complementario, se consigna que Duhalde solía provocar al Tigre Kirchner, que había catapultado en el 2003, durante el Año de la Cabra.
Amagaba, la Serpiente Duhalde, con barrer al Tigre del escenario.
“Había traído al Loco y se lo debía llevar”
El destino irónico indicó que Cristina, la otra Serpiente, autodenominada “Loca” sólo para la publicidad, sea quien lo expulse, a Duhalde, del escenario.

A partir del 24 de octubre, los sobrevivientes de la extinguida civilización duhaldista tendrían que esmerarse.
Para contener el desmoronamiento emocional del conductor.
A la Serpiente, más que a los otros bichos del arca, le cuesta soportar la humillación.
O el ridículo (impresión que vale, preventivamente, para el conocimiento de los oportunistas que planifican situarse cerca de Cristina. Vaya para interpretarla. Ni ridículo ni humillación).

Viento de cola

El viento de cola positivista, que arrastra, en el corriente Año del Gato, el Gato de Agua (Boudou), fortalece, transitoriamente, a Cristina, la sigilosamente calculadora Serpiente de Agua.
Desde la proximidad del mar de Antibes, se le sugiere a Boudou un cierto esmero en los cuidados.
Para evitar, en su precipitación, los desbordes.
Y no estrellarse, a través de la trascendencia de los desastres anteriores.
A los efectos de no agobiar, hasta la saturación, en medio del contexto hostil, a la Serpiente Cristina.
Que lo avala. Y, al menos hasta hoy, la alegra.

Conste que el Gato, en general, resulta infinitamente más eficaz, en la dirección del combate, que en el fragor del frente de batalla.
Está, el Gato, para dirigir los ataques, de ningún modo para atacar en la línea de vanguardia.
Por lo tanto, lo menos recomendable, para el Gato, es entrar en los conflictos anticipados.
Por ejemplo con los Dragones, en las vísperas del 2012, que es el próximo Año del Dragón.
Como Florencio Randazzo, Dragón de Madera, de 1964.
O el ascendente Gabriel Mariotto, otro Dragón de Madera (del 64), que viene jactanciosamente armado, aunque con el riesgo de desperdiciarse en la contienda.
Y extinguirse, mágicamente diluirse, destino tan previsible en los Dragones.
En especial cuando carecen de asesoramiento, de protecciones (tratables en otro texto)


Medea Lobotrico-Powell
para JorgeAsisDigital.com

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