"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 7 de octubre de 2011

LA CORRUPCIÓN

                                                      Corrupción en el mundo
Por el Dr. Jorge B. Lobo Aragón (*)

Un día Pedro Ordimán y el gigante se encontraron, en el bosque.

El gigante lo desafió, cuál tenía más fuerzas, y para demostrar las suyas abrazó un árbol grande y lo levantó, sacándolo de raíz, – a ver, qué vas a hacer Pedrito – y Pedro sin inmutarse sacó del bolsillo un largo piolín, ató su extremo en un árbol y se lar­gó a caminar. - ¿qué estás haciendo Pedrito?  Voy a rodear el bosque, así de un solo tirón saco todos los árboles en vez de arrancarlos de a uno en uno.

¡No, Pedrito!  Se quejó el gigante
¡Cómo vas a hacer eso¡
El bosque es mi hábitat, mi cazadero, mi guarida.
Déjalo como está y me doy por vencido.

Y así fue como Pedro salió triunfante.

Corrupción es la podre, la podredumbre, la descomposición de los cuerpos, especialmente de los orgá­nicos.

Cuando Colón emprendió el camino a las indias venia en busca de las especias, porque eran muy apreciadas ya, que reducen o postergan la corrupción de los alimentos.

 Tarea en la que modernamente fueron substituidas por las heladeras y por la industria frigorífica

Todo es factible de corromperse,

Pero en términos políticos reservamos la corrupción y las corruptelas para aplicarlas a las conductas de quienes, usando poderes del estado, se benefician personalmente en desmedro de los intereses generales, con perjuicio de la sociedad o del mismo estado.

No toda conducta, errada es corrupta: el árbitro que no ve una mala jugada, o que no recuerda el artículo o el inciso del re­glamento para aplicarlos en el momento oportuno, estará errado, cometerá una falta, pero no es un corrupto.

El arbitro que cobra para favorecer el triunfo de un equipo, es un corrupto a pesar de que durante el partido no necesite interponer sus malos oficios para alcanzar el resultado convenido.

En política, en administra­ción pública, esperamos emplear el término en este mismo sentido, bien preciso.

Una conducta corrupta es la que, con mala fe, no procura el bien general sino el propio o el de allegados o benefactores.

Alarma al pueblo argentino ver la enorme corrupción generalizada, y que queda impune debido a falta de pruebas fehacientes o de investigaciones acertadas.

Ahora ha aparecido la tendencia, a, generalizar este concepto figurado de corrupción.

Se pretende con­fundir políticas acertadas o equivocadas con conductas corruptas u honestas.

Se dice que un gobierno que elimina la participación del estado en la vida económica combate la corrupción, pues disminuye las oca­siones del pecado.

Como la corrupción estaría en todo –incluso en los errores de buena fe- se pretende desviar la vista, y no ver cuáles son las conductas aberradas que escandalizan a la gente.

Incluso se pro­yecta, crear organismos estatales que tendrían por fin “combatir”' – con procedimientos burocráticos, por su­puesto- todas las corrupciones habidas y por haber.
Y ese no es el caso.

Se debe buscar la imposición de un castigo a los corruptos, a los verdaderos co­rruptos, a los que tienen conducta similar a la del árbitro que cobra por favorecer a un cuadro.

Lograr algo en este sentido constituiría un triunfo muy deseado por la gente de bien, y hay que esmerarse en encontrar, el modo. y, además, pueden crearse oficinas que se dediquen a “'combatir” todo tipo de errores a los que se califique de corrupciones.

Pero no mezclemos los tantos: a lo que apuntamos, lo que está en la mira de la ciudadanía honesta y preocupada, es la corrupción de ciertos funcionarios.

No nos dejemos engañar como el pobre gigante que creyó que con un piolín Pedrito podría arrancar de un solo tirón todo el bosque.

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