Moíses Naím / Analítica.com
Esta es una lista muy personal y obviamente
incompleta. A las ideas propugnadas por Al Qaeda de Bin Laden y el Socialismo
del Siglo XXI de Hugo Chávez y sus satélites tampoco les fue bien este año
Foto: Google
Esta es mi última columna de este año y se presta,
por lo tanto, a repasar lo más importante de 2011.
No voy a hacer un recuento de noticias sino, más
bien identificar cinco ideas para las cuales este fue un mal año.
» Primera: la tolerancia hacia la
desigualdad.
La desigualdad económica y la injusticia social han
existido siempre y no desaparecerán. Pero este año la idea de que son
inevitables y hay que tolerarlas sufrió fuertes embates.
La crisis económica en Europa y EE UU puso de
relieve una información que existía, pero que no había adquirido la fuerza
política que alcanzó en este año: muy pocos tienen demasiado y demasiados
tienen demasiado poco.
Nada nuevo, pero ahora las cifras de las
disparidades de ingresos están en la mente de todos.
Y, tal y como nos lo recordó Mohamed Buazizi, el joven vendedor de frutas que se inmoló en un
pequeño pueblo en Túnez, la nueva intolerancia no se dirige solo hacia la
disparidad económica.
También apunta a la injusticia y al trato indigno.
Millones de personas en el mundo árabe salieron a la
calle —y derrocaron dictadores— cuando mataron la idea de que su futuro estaba
destinado a ser como su pasado.
La desigualdad y la injustica no van a desaparecer.
Pero en 2011 se hizo mucho más difícil defenderlas.
»
Segunda: el respeto a los que mandan, saben o tienen.
Este año fue malo para la reputación de políticos,
economistas y ricos.
Descubrimos que muchos gobernantes no tienen el
poder —o la capacidad— de tomar decisiones fundamentales, que cada premio Nobel
en economía tiene una explicación y una solución distinta para la crisis y que
los ricos (tanto empresas como individuos) que contribuyeron a la debacle
económica cargan muy poco con las consecuencias de sus actos. En 2011, la
legitimidad de gobernantes, expertos y líderes empresariales quedó muy dañada.
No les creemos, ni confiamos en ellos.
Y para tener autoridad hay que tener legitimidad y
credibilidad.
»
Tercera: la globalización de la intransigencia política.
La incapacidad de republicanos y demócratas en
Estados Unidos para ponerse de acuerdo sobre temas críticos es quizás el
ejemplo más notorio.
Pero la crisis europea también se agudizó por la
obcecación de partidos y líderes políticos. El paralizante enfrentamiento entre
el Gobierno y la oposición en Italia, España o Bélgica no tiene nada que envidiarle
al que tiene postrada a la superpotencia.
Y es un fenómeno global.
De Tailandia a Japón, de Rusia a India y de
Suráfrica a México, la polarización política se transformó en parálisis.
A la idea de que hay intereses nacionales que deben
estar por encima de las ambiciones electorales hace tiempo que no le va bien.
En 2011 le siguió yendo mal.
»
Cuarta: el medio ambiente está en emergencia.
La idea de que hay que actuar ahora y con firmeza
para evitar que el planeta siga calentándose hasta hacerse invivible
desapareció de la agenda.
No pudo competir con los aprietos económicos, el
crash financiero, el desempleo, los repetidos fracasos para resolver la crisis,
el asesinato de Bin Laden, la primavera árabe y la hegemonía mediática de
Justin Bieber.
Pero aunque no esté en la agenda de prioridades, la
salud del mundo sigue su desastroso curso: los datos más recientes, precisos e
incuestionables demuestran que la temperatura promedio de la superficie del
planeta ha aumentado en un grado centígrado tan solo en los últimos 50 años.
Este aumento es más veloz y grave de lo que los
científicos suponían hasta ahora.
Pero la idea de que hay que hacer algo al respecto
perdió popularidad este año.
»
Quinta: es mejor no tener bombas atómicas.
En 2011, los tiranos del mundo tomaron nota de la
suerte de Muamar el Gadafi y de la sobrevivencia de su equivalente asiático, el
norcoreano Kim Jong-Il.
El primero renunció a la idea de tener un arsenal
nuclear y el segundo no abandona sus bombas atómicas, aunque su población esté
muriendo de hambre.
Si antes tenían dudas, las desventuras de Gadafi
confirmaron a los dictadores que su sobrevivencia en el poder depende de contar
con bombas atómicas que los protejan de la intervención internacional y de un
ejército de mercenarios que los proteja de su pueblo.
Esta es una lista muy personal y obviamente
incompleta.
A
las ideas propugnadas por Al Qaeda de Bin Laden y el Socialismo del Siglo XXI
de Hugo Chávez y sus satélites tampoco les fue bien este año.
La idea de que la manera de luchar contra el consumo
de drogas es a través de su total prohibición o las propuestas del Tea Party en
EE UU también terminan mal el año.
Y hay muchas más. Los invito a proponerlas y
debatirlas en Twitter @moisesnaim.
Les
deseo un muy feliz 2012.
Regreso
en enero.



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