Pasaron diez años
De la noche a la mañana nos vimos impedidos de
retirar nuestros depósitos en dólares a pesar de estar regidos por una ley de
convertibilidad que garantizaba que lo pudiésemos hacer.
Se podía pagar o transferir, todo menos acceder al
dinero en mano.
De ahí pasamos a la caída generada del presidente
gobernante, al cambio de sucesores en
pocos días, a la declaración de un default
apurado, con el aplauso de
nuestros representantes, como si negarnos a pagar nuestras deudas hubiera sido
una cruzada patriótica que podía mejorar
nuestras vidas, y finalmente a la pesificación de las deudas. Hoy, a la
distancia, parecería que esto sucedió en apenas unos minutos pero esta vorágine
a muchos nos dejó fuera del mundo en que vivíamos y con mucha angustia.
Luego vinieron tiempos de búsqueda de otros heridos
. De
formación de grupos en defensa de nuestros comunes intereses
. De tratar de encontrar apoyos adecuados
. De cruzarnos y compartir acciones con Nito Artaza
que hizo mucho en esta lucha tan desigual.
También padecimos discriminaciones.
Como llamar si no, a la licuación de deudas de
grandes Empresas y de provincias mal administradas, mientras que a nosotros se
nos negaba recuperar nuestro dinero para poder comprarnos la casita soñada,
hacerle esa operación necesaria a alguien de nuestra familia, o darle una mejor
educación a nuestros hijos.
De acuerdo a donde habíamos puesto nuestros ahorros,
tuvimos mejores o peores posibilidades de ir recuperándolos, pero para muchos,
la vida había cambiado irremediablemente y en muchos casos pasamos a ser
sobrevivientes.
Es así que mucha gente no se recuperó jamás y que
incluso unos miles quedaron en el camino (Que en paz descansen!)
Sin embargo hubo sectores que se beneficiaron y
mucho: quien no lo haría si de un día para otro se le licúan sus deudas
y además se le entrega un mercado cautivo de clientes y de trabajadores.
Quizás sea este el momento para que nuestra clase dirigente, que se
benefició con la brutal transferencia de recursos, acepte que es hora de
devolver los favores a aquellos que no se rindieron y fueron los afectados
directos.
Pasaron diez años.
Los argentinos necesitamos reconciliarnos para poder
construir una patria en serio para todos, donde no haya más vencedores y
vencidos…-
Horacio Vázquez
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