“La
libertad es un lujo que no todos pueden permitirse” - Otto von Bismark
La
libertad en la Argentina aún no ha muerto, pero se encuentra en terapia
intensiva, con pronóstico reservado.
A partir
del 10 de diciembre, cuando las mayorías cristi-kirchneristas ocuparon sus
bancas en ambas cámaras del Congreso, a las cuales se sumaron en un alegre
jolgorio los aliados “progresistas”, el Parlamento argentino ha degradado aún
más su papel, cayendo en la más abyecta obsecuencia. Eso le ha permitido actuar
como mero colocador de sellos de aprobación, sin fingir siquiera debates, en
proyectos de ley que, enviados por el Poder Ejecutivo, cercenan los más básicos
derechos humanos de los argentinos.
Resulta
válido citar aquí a José Enrique Miguens, ese sociólogo y pensador con
mayúsculas, recientemente desaparecido: “Sólo faltaría, para completar el cuadro, autorizarlo a aplicar
penas de prisión para consolidar su dominio total.
Pero pienso que no lo
necesita, porque tiene medios, mediante sus patotas a sueldo en todo el país,
para atemorizar a la gente e impedir hablar a sus oponentes”.
Porque, desde
ayer, según ese infame personaje que preside la UIF, don Sbatella, la ley
antiterrorista sancionada la semana pasada lo permitirá.
La nota
de Miguens, “Darse Cuenta”, que por su excelencia he mencionado en muchos de
mis artículos y que insisto en poner a disposición del lector, si me la pide,
es de una claridad meridiana, y utiliza la triste historia del final de la
República de Weimar para, en ese momento, predecir el futuro nacional.
Doña
Cristina y, sobre todo, la anomia de los argentinos, lo han confirmado en el
presente.
Ya el
Presupuesto 2012, con su sanción, implicó la convalidación de gigantescas
falsedades –inflación, crecimiento, etc.- que facultarán a la señora Presidente
continuar, si las circunstancias exógenas lo permiten, disponiendo a su
exclusivo arbitrio de enormes fondos que, como nos han enseñado desde 2003,
serán usados para acumular, si cabe, aún más poder y, con certeza, mayor
capacidad para disciplinar voluntades.
Por su
parte, la extensión de una ya injustificable emergencia económica, que permite
tanto el abusivo uso de los decretos de necesidad y urgencia cuanto la facultad
al Jefe de Gabinete de reasignar partidas, desnuda la realidad esencial de ese
Presupuesto -que, debiéramos recordarlo todos, es la “ley de leyes”- al
demostrar que se trata sólo de papel pintado.
La ley
de transparencia financiera, defendida por el oficialismo como un requisito de
la comunidad internacional para excluirnos de la lista de los países tolerantes
del lavado de dinero proveniente del tráfico de drogas, de la corrupción y del
terrorismo, y sancionada luego de incorporar al proyecto una norma de
protección a la protesta social, en manos de un demente como Sbatella, que no
reconoce límite alguno a la hora de cumplir, “con obediencia debida”, todos los
deseos de sus mandamases, servirá para perseguir a todos los periodistas
independientes, cuando éstos describan la realidad económica y ésta no se
adecúe al “relato” oficial. Si no es así, ¿por qué el jefe de la UIF dijo el
miércoles que los medios de prensa que “aterrorizaran” a la población y se
convirtieran en “potenciales instigadores” de corridas bancarias o cambiarias
serían catalogados de terroristas?
Hace
poco, una brillante cronista e investigadora, Romina Manguel, escribió un
libro, “Yo te avisé”, en el cual describe, con precisión quirúrgica, las
actitudes y las conductas previas de varios personajes de la historia nacional
reciente que, luego, se transformaron en presidentes.
Y se pregunta por qué los
argentinos protestamos cuando, al ejercer la primera magistratura, simplemente
hicieron lo mismo.
Cualquiera
que haya seguido con algún detenimiento el proceder de don Néstor (q.e.p.d.)
como Gobernador de Santa Cruz frente a la prensa local, tiene en sus manos las
pruebas de los crímenes que, contra la libertad de ésta, cometerá doña Cristina
utilizando la mentirosa ley de regulación de la producción y distribución del
papel de diario, sancionada por este pseudo Congreso de la democracia el
jueves.
Si no
bastara con ello, también podría recurrir a la conducta de ambos Kirchner en lo
que al manejo de la publicidad oficial se refiere; medios adictos, aún cuando
su tirada sea absolutamente insignificante, reciben el masivo y cuantioso apoyo
de la Casa Rosada, que se niega –desconociendo así una sentencia de la Corte
Suprema- a incluir esa publicidad en los órganos de prensa que disienten con el
“relato”.
No
resulta superfluo recordar aquí el texto del artículo 29 de la Constitución
Nacional:
“El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las
Legislaturas provinciales a los gobernadores de provincia, facultades
extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías
por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced
de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una
nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a
la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria”.
Es un sayo
complicado y cae sobre todos los legisladores que, a lo largo del oscuro
período kirchnerista, han transformado estas prohibiciones y nulidades en una
costumbre genuflexa y permisiva, pero lamentablemente dudo que alguna vez
tengan que comparecer ante el tribunal de la Historia.
Con un
Congreso en el cual las mayorías, más automáticas que nunca, ignoran por
completo a las minorías, culpa de lo cual también recae en éstas mismas, la
última trinchera de los derechos individuales y colectivos de los ciudadanos
contra la arbitrariedad del Ejecutivo debiera ser, por imperio constitucional,
el Poder Judicial.
Pero
estamos hablando de un poder que, encabezado por esta corta Corte, presidida
por don Lorenzetti –que ha reconocido, públicamente, aplicar en sus fallos
“¡políticas de Estado!” consensuadas con la Casa Rosada- y que tolera que sus
sentencias sean olímpicamente ignoradas por doña Cristina –como antes por don
Néstor (q.e.p.d.)-, como en los casos del Procurador Sosa, las jubilaciones y
el Riachuelo, no parece dispuesto a reaccionar en modo alguno.
Debemos
entender, todos, que si de última trinchera se trata, ésta será absolutamente
enclenque y débil, ya que se encuentra bajo el férreo control de los comisarios
políticos de los Kirchner, sea en el Consejo de la Magistratura –que, con la
complicidad de don Fargosi, convalidó concursos fraudulentas y designaciones de
jueces indignos-, sea en el Fuero Criminal Federal –algunos de cuyos jueces,
que ya estaban en la servilleta de Corach, además están en manos del poder
político por su pasado prostibulario o por su presente, enriquecido sin
explicación-, sea en la propia Corte –que, sin hesitar y sin vergüenza, tolera
que uno de sus integrantes haya sido descubierto como propietario de varios
inmuebles en los que se ejercía la prostitución y no le ha requerido
explicación pública alguna- y no estará dispuesta a “morir” en cumplimiento de
su deber.
Se están
cerrando, sobre la libertad de la Argentina, las mismas tenazas que aplicaron
el papagayo caribeño en su Venezuela natal, Correa en Ecuador, Ortega en
Nicaragua, los Castro en Cuba y hasta Putin y Medvédev en Rusia.
Lo
verdaderamente trágico es que a los argentinos parece no importarles en
absoluto esta amenaza, cada vez más concreta, al menos mientras pueden comprar
autos, plasmas, vacaciones, fútbol y Tinelli. Masivamente votaron por una
democracia degradada –Guillermo O’Donnell la llamó “delegativa”- en la cual los
derechos ciudadanos se reducen a emitir un voto cada dos años y, en los
entreactos, entregar todo el poder a los electos.
Es
cierto; esta misma nota servirá como argumento para decir que aún hay libertad
en la Argentina pero, como dije, ya está en terapia intensiva.
Falta
preguntarse, parafraseando a Serrat, “quien firmará que ha muerto de muerte
natural”.
Buenos
Aires., 26 Diciembre 2011
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
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