"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 16 de septiembre de 2012

Un nuevo escenario



El 4 de setiembre el diputado peronista Jorge Yoma anticipó que no estaba de acuerdo con la re-elección de Cristina,  dando a conocer su cansancio  por el mal trato presidencial añadiendo que un sector del peronismo era del mismo parecer.
Dos días después, el 6 de setiembre, Cristina pisó el palito y advirtió a su gente que a ella, había que tenerle un poquito de miedo.
El 13 de setiembre una muchedumbre en todo el país se metió en esa fractura, acaecida en el poder, ahondando aún más las distancias.
“No te tenemos miedo” y “no a la reelección” fueron las principales consignas
Las cosas están cambiando en el peronismo y esto anima a la sociedad.
Lo cual descalifica, a mi ver, las opiniones de los “entendidos” al asegurar que lo ocurrido el 13 de setiembre  es un movimiento social sin futuro por carencia de líderes.
No es lo que está en el inconsciente popular.

Los malos tratos

Es posible que la presidente haya dicho con cierto humor ácido la malhadada frase, pero el pronunciamiento puso en acción fuerzas sociales contenidas.
Hay algo en Cristina que la hace desagradable a vastísimos sectores sociales, por más que la hayan votado en el 2011 y esto es, entre otros aspectos, el tipo de humor que manifiesta.
Agresivo y corrosivo hacia el otro.
La risa de los aplaudidores se genera, entonces, por la humillación que inflinge al que tiene delante.
Es un humor denigrante. 
¡Que lejos está del estilo de los grandes capo cómicos populares  argentinos como Biondi, Carlitos Balá, u Olmedo, entre otros, cuyo foco  se orientaba a resaltar sus defectos o debilidades, liberando al prójimo de la agresión.
Cristina no entiende el alma y el sentimiento popular.

No hay dudas que por naturaleza o educación es una mujer agresiva y esto independientemente del relato ideológico en el cual se envuelve, o por ello, quizás.
Todos los que han conocido en intimidad a la pareja presidencial, en años serenos, saben que no era precisamente un clima de respecto y cordialidad el que había entre ellos.
El marido siempre fue muy desvalorizador hacia ella y hacia todos.
Bachelet era la “Gorda”,
Lula el “Borracho”,
Mujica el “Geronte”,
Scioli, “Mancuso”.
Jamás el nombre de pila. Siempre el apodo humillante.
Quizás aquí haya que encontrar las causas por las cuales la Presidente, siempre que cuadra, repite la misma idea.
“A nosotras las mujeres todo nos cuesta más”.
Seguro que habla por ella y no por el género.
Por otro lado la Presidente, ahonda el conflicto (independientemente de las políticas propias del régimen, violencia, delito, barras bravas, vatayón, la cámpora, estatismo y sigue la lista)
¿Cómo logra semejante desacierto, independientemente de la política que ejecuta? Sobreactuando el poder.
Un presidente, un jefe, un padre, un maestro, tienen un poder propio, el que le otorga  la función que desempeña.
Si a esto se le adiciona una carga, una sobreactuación, el poder molesta y daña.
Cristina sobreactúa permanentemente.
Alguien debiera avisarle.

Conclusiones

Al gobierno, por su naturaleza, no le queda otra opción que profundizar el conflicto.
Está en su idiosincrasia.
Al menos, en el selecto grupo que gobierna, que no es peronismo.
Buscan explicaciones sociales denigrativas sobre la jornada popular: es la clase media alta, la oligarquía. Jamás nos votaron y jamás lo han hecho por propuestas similares.
Afirman los iluminados de siempre.
Descalifican a los sectores medios, como era costumbre  en sus autores preferidos: Marx, Cooke, Hernandez Arregui, Puigros, Jauretche, entre otros.
Pero aquí entran en colisión consigo mismos, con  los  principios ideológicos que profesan, luego de la caída de la Unión Soviética y del proceso de globalización.
Al acabarse la revolución social tradicional: el proletariado conduciendo al conjunto social a la victoria, lo que queda por experimentar  es   el camino de la  democracia.
El que estos grupos recorren para alcanzar el poder y permanecer en él,  modificando desde allí el territorio de las ideas, la moral, las costumbres y la tradición.
En una palabra la cultura popular. Para luego y de manera natural llegar a la revolución.
Con la Revolución Soviética y la toma política del poder por la violencia, vinieron  los intentos de modificar los principios básicos constitutivos de aquella sociedad:
“Tal como lo consideraban los bolcheviques, la familia era el mayor obstáculo para la socialización de los niños.
Al amarlo, la familia convierte al niño en un ser egoísta, y lo alienta a creerse el centro del universo, escribió la teórica de la educación soviética Zlata Lilina”
“La promiscuidad sexual fue más pronunciada en las filas juveniles del partido que entre la juventud soviética en general. Muchos bolcheviques consideraban la licencia sexual como una forma de liberarse de las convenciones morales burguesas y como signo de  la modernidad soviética.
Algunos incluso defendían la promiscuidad como medio de contrarrestar la formación de relaciones de parejas, ya que éstas separaban a los amantes de la vida colectiva y minaban su lealtad hacia el Partido”
Primero la revolución y luego, desde el centro del poder, el cambio.
Con Gramsci, ideólogo y gurú de la elite gobernante, la cuestión sería al revés.
Hacer centro en la cultura, ganarse a los sectores sociales a ella vinculados y con el tiempo la revolución caerá como fruta madura.
En este sentido son  los sectores sociales afines a los conocimientos, a los saberes, al arte y al espectáculo los que interesan, profesores, artistas, actores, sicólogos, periodistas, universitarios,  estudiantes en general y sus lugares de desempeño, el territorio del conflicto.
En la jornada del 13 de setiembre es este sector -en condiciones de acceder a las ideas, al arte y los saberes- el que se aleja y toma distancia.
Quizás sea esta la razón por la cual Horacio González, un gramciano de pura cepa, alertara sobre la movilización y la importancia que ella ha tenido, revelando su preocupación.
En una palabra en el mundo actual, rige la democracia y el camino al poder se juega en ese territorio. Como nunca, ahora, cuentan los votos.
Y acá el kirchnerismo pareciera estar haciendo agua en un sector decisivo según los nuevos paradigmas.
Fidel Castro le recomendó expresamente a Hugo Chavez no perder apoyo en las clases medias, algo que para los revolucionarios del 60’ no era crucial ni determinante.
Por el contrario no había agresión peor, en términos políticos que ser un pequeño burgués.
La ignorancia de la élite que nos gobierna no alcanza a definir el intríngulis.

                                                                  CLAUDIO CHAVES   

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