"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 6 de octubre de 2012

¿Quienes rompieron las cadenas de mando...?



Por Carlos Manuel Acuña (*)

En Semana Santa de 1987 y el 3 de diciembre de 1990, la naturaleza, el alcance y el desarrollo de las crisis militares producidas en ambas oportunidades, fueron totalmente diferentes a la actual situación derivada de los planteos efectuados por las Fuerzas de Seguridad (Prefectura Naval Argentina y Gendarmería Nacional), si bien tanto en aquellos años como ahora jamás estuvo presente la idea de un "golpe militar" o en peligro la democracia, como bien lo sostuvo la Cámara Federal en lo Penal que condenó a los "últimos carapintadas" en 1991.
Pero ciertamente, también en todos los casos, se rompió la "cadena de mandos".

Previo a los acontecimientos de Semana Santa fueron los generales quienes en realidad rompieron la cadena mandos al no cumplir con sus responsabilidades, dejando a la buena de Dios a sus subordinados frente al embate de una justicia que intentó entonces lo que logró ahora.
Como consecuencia de esa claudicación, un Teniente Coronel (Aldo Rico) materializa con su actitud la ruptura de esa cadena.

En el levantamiento del 3 de diciembre de 1990, la causa fue la complicidad de los altos mandos (Balza y Cia.) con el "menemato", para profundizar el proceso de deterioro y destrucción de las Fuerzas Armadas, como lo denunció el Coronel Mohamed A. Seineldín (jefe de la rebelión) durante el juicio que lo condenó a cadena perpetua.
En esta oportunidad también se rompió la cadena de mandos.

Además en ambos episodios fueron oficiales superiores, jefes y oficiales subalternos los que hicieron sentir su reclamo y se pusieron al frente, acompañados por los suboficiales que se sintieron representados genuinamente por aquéllos.

Hoy en la Prefectura y la Gendarmería no sucede lo mismo.
La causa es otra: salarial, lo que no le quita dignidad, ya que con los magros salarios percibidos mal pueden sostener a sus familias y desempeñarse como corresponde en sus funciones profesionales. Si se consiguen los aumentos pretendidos, los oficiales van a tener que agradecerles de por vida a los valientes suboficiales de ambas fuerzas de seguridad.
Los verdaderos mandos en estos casos, aunque protocolar u oficialmente se disimule, son los que hicieron sentir su voz y se pusieron a la cabeza de los reclamos.
Triste realidad. Ruptura de cadena de mandos de difícil solución.

En estos días de zozobra e incertidumbre escuchamos políticos y periodistas temerosos y preocupados por un posible "golpe de estado".
Como en los '80, nada de eso persiguen estas situaciones críticas generadas por los uniformados. Preocúpense, al igual que el resto de la ciudadanía, por lo que puede pasar si los reclamos no son satisfechos el día martes como aseguró el ministerio de seguridad, o si a los suboficiales los siguen "ninguneando" desde dicha cartera política, como la no concurrencia de funcionarios a la reunión prevista para hoy, viernes a la tarde, con los representantes de los prefectos y gendarmes.
La ausencia anticipa, en buena medida, cual será la estrategia de un gobierno preocupado.

¿Qué puede ocurrir?.
No lo sabemos, pero al menos existen tres posibilidades:

1. Que los prefectos y gendarmes admitan su fracaso, se desinfle el conflicto y vuelvan a sus actividades normales.

2. Que mantengan su actual actitud, lo que ocasionará un natural y progresivo desgaste que terminará, posiblemente, como señalamos en 1.

3. Que se escale el conflicto.

En este último caso, ¿cómo sería?, no lo sabemos.
No podemos afirmar nada sobre la forma en que evolucionaría la crisis.
Acaso, ¿pasarán a autoacuartelarse?,
¿abandonarán el servicio de seguridad que prestan, hoy disminuido, para el jolgorio y algarabía de los delincuentes?,
¿subirán la apuesta?,
¿habrán más oficiales superiores escupidos y golpeados como hemos visto por TV durante estas jornadas de tensión en el edificio Guardacostas?
Las dudas carcomen a los analistas pero mucho más al oficialismo que siempre fue sensible ante presiones peligrosas.

Esta crítica situación, que no sólo viven las Fuerzas de Seguridad sino también las Fuerzas Armadas, se alcanza con la complicidad activa o pasiva de los altos mandos.
Para ello el ejecutivo se encargó oportunamente de ascender a aquéllos que por su particular perfil profesional - o simplemente por su carácter y personalidad - fueran funcionales a los intereses de los terroristas hoy encumbrados en el poder político.
Por cierto, no les decimos terroristas sino otra cosa.

Es así que muchos que jamás pensaron llegar al grado de coronel o su equivalente en otras fuerzas, se vieron sorprendidos con las "palmas de general".
Algunos, que demostraron presencia y honraron su uniforme, grado y cargo, fueron echados.
A esta situación lamentable se llega únicamente con comandantes estilo almirante Godoy,  general Bendini u otros que operan como socios comerciales de políticos o políticas, o que cautivan a la clase gobernante con sus atributos "lobbistas", o lo que es peor, reniegan de sus camaradas otrora defensores de la Nación frente a la agresión terrorista y que por eso, hoy son presos políticos.
Todo un símbolo.

La cadena de mandos está rota, pero acaso
¿no la rompen también los jueces prevaricadores, permeables a la presión del poder ejecutivo y con evidentes prejuicios ideológicos, cuando establecen la misma responsabilidad y culpabilidad a un teniente o un cabo en el mismo nivel que le corresponden a un general?. 
Y además, con aberrantes irregularidades jurídicas y violaciones a la Constitución Nacional, condenan a miembros de las FFAA, de Seguridad y Policiales con la misma pena.
Esto no ocurrió ni en Ñüremberg.

Los diputados y senadores se manifiestan preocupados por la democracia.
No parecieron estarlo cuando se aumentaron sus dietas en un 100%. 
Esto es un insulto frente a los tres mil pesos que cobraban los gendarmes que murieron en Cerro Dragón. Hasta Cristina Kirchner misma valoró la vocación de servicio de los gendarmes en ese episodio.
Por cierto, los olvidó rápidamente, prefiriendo que ganen más los presos comunes y los miembros del "Vatayón Militante" ("Batallón Combatiente") que aquéllos dispuestos al máximo sacrificio en defensa de la sociedad a la que se deben y a la Patria.

Políticos en general y gobierno en particular: no busquen fantasmas "golpistas o destituyentes" donde no los hay...
Ustedes sáquense la sábana blanca que los cubre, porque son ustedes, con sus actitudes, los únicos que ponen en riesgo la democracia y la República.
Esperemos que no deban aprender como serán las cosas si profundizada, persiste la ruptura de la cadena de mandos.

(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo por gentileza de su autor Carlos Manuel Acuña -Periodista y escritor- autor entre otros libros de "Por Amor al Odio", "Vertbitsky - de la Habana a la Fundación Ford" y "Los Traidores"

No hay comentarios: