Por Gabriela Pousa (*)
Cuando aparentemente nada sucede, todo está sucediendo.
Entendamos:
es Argentina y gobierna Cristina.
¿Qué se puede pedir?
Sin embargo, pese a las contradicciones, a los boicots a sí misma, a las internas entre sus adláteres, a los errores y horrores, llevan casi 10 años en el poder.
Está claro que en política hay una lógica distinta.
La semana que pasó fue una demostración cabal de la dinámica política de la última década.
La sinrazón se instala con fuerza, aún cuando el mensaje del 8N también le apuntó a ella.
Pasó el 20N, otra fecha en colorado, y esta vez sí, el reclamo tuvo liderazgo.
Como era previsible, el Ejecutivo no dio respuesta positiva sino que reforzó la afrenta.
Que le hayan vaciado la ciudad resultó doblemente duro:
el éxito del paro quedó en manos de un ex aliado. Un trago amargo recargado.
Guste o no es dable admitir que hay coherencia.
Coherencia kirchnerista, pues aunque muchos se esmeren tratando de diferenciar el tiempo de Néstor del de Cristina, el estilo, la base, es la misma.
Se agudizó el mal trato, las cuentas se descuidaron, y el relato reforzó la singular “estrategia” de negar las evidencias.
Lo que pasó no pasó, fue apenas una invención colectiva.
El paro de este martes, no se trató únicamente del clásico Moyano vs. Cristina, aunque los egos reclamen ser protagonistas.
La protesta es contra el gobierno entero, y contra una forma maniquea de hacer política a costa del pueblo. Es el todo, no las partes.
Sin Cristina pero con Amado Boudou, Aníbal Fernández, Guillermo Moreno, Carlos Kunkel, etc., nada se modifica.
Ahora bien, si se coincide en lo enunciado, ¿cómo se explica que se instale el nombre de Daniel Scioli en el casillero de favoritos, y asome como “el gran reemplazante”?
La memoria puede ser débil y “porosa para el olvido” como decía Borges, pero en el esquema pareciera que el gobernador de Buenos Aires no es solución, sino parte del problema.
Intentemos descifrar el misterio de una imagen que aumenta su porcentaje positivo sin haber hecho un ápice.
Después de una gestión presidencial destructiva, es probable que muchos de los que marcharon aquel histórico jueves, suscriban aliviados a “algo es algo”.
Es consecuencia de 10 años de fundamentalismo político.
Ya no es “lo menos malo”, directamente es “lo malo”.
Parece no haber otras alternativas, y tras un gobierno maquiavélico y perverso, apostar a uno apenas “malo” no suena tan extraño, y hasta quizás sea un estímulo, un incentivo.
Si nos descuidamos, una mañana de estas, nos despertamos con Schoklender candidato…
Puede discutirse si la dirigencia no entiende o no quiere entender (es diferente), porque sin que haya pasado siquiera un mes de la movilización de la ciudadanía, se continuó con la porfía. Así, por ejemplo, en la legislatura porteña estuvieron horas debatiendo la vuelta de San Lorenzo a Boedo…
No estoy emitiendo juicio de valor respecto a la restitución, sino tratando de analizar si no quedó evidencia suficiente del cansancio de la gente, frente a la banalidad de la temática y los intereses que subyugan a los dirigentes.
¿Cómo explicar que mientras se reclamó a gritos políticas tendientes a garantizar seguridad, justicia independiente y respeto a las demandas perentorias de la gente, senadores catamarqueños – o sea de una provincia atestada con necesidades básicas insatisfechas -, crean prioritario solicitar se agregue un párrafo más al Himno Nacional?
Hoy por hoy, en los colegios casi ni se entonan las estrofas de la canción patria.
Es más, se le restan acordes para hacerla más ágil y rápida.
Los alumnos gracias si saben tararear el estribillo.
Incluso se apela a versiones ‘remixadas’, y no sería de extrañar que en cualquier momento sean los Wachiturros los encargados de tocarla.
Además, con la moda de los feriados largos, los días puente, y toda la parafernalia ‘nacional y popular’ tendiente a embrutecer al ciudadano, los actos patrios son una especie en extinción.
Los chicos saben que algo pasa porque se van de viaje, o porque han de comenzar otra semana sin la copa de leche: la escuela está cerrada y nadie hace nada.
¿Cómo explicarles, mirándolos de frente, que la industria del turismo está antes que la educación y el hambre de la gente…?
La produccion de sandeces crece ininterrumpidamente.
No hace tanto, se contempló otorgarle a la milanesa carácter de patrimonio cultural.
El vermouth y la pizza con fainá esperan su lugar.
Asimismo, no se privaron de debatir la trascedencia del asado, y en consecuencia, la parrilla consiguió su día.
Nada pudo hacerse respecto al alfajor porque la Presidente descubrió que la primera sílaba es “al”, por ende es de origen árabe, y no lo pudo patentar.
"Nos lo contó por cadena nacional...”
Todavía no se legisló ni se decretó nada acerca de como frenar el acceso al “paco”, ni la forma de desterrar la corrupción, tampoco se definió qué hacer con la reincidencia en casos de violación.
En materia legislativa, la deuda es superlativa.
Si lo enumerado no bastó, y para matizar el ambiente, salen a decir que Egipto le solicita a Cristina Kirchner interceder para frenar la violencia en Gaza.
Si no es una broma de mal gusto, el conflicto entre Israel y la franja, con la Presidente mediando, solo puede ser resuelto a su modo:
negándolo.
No hubo bombardeos sino globos pinchados en un cumpleaños…
¿A quién se le puede ocurrir que Cristina Fernández es capaz de pacificar algo?
Lleva años dando muestra de lo contrario:
Dividió a la sociedad, puso ácido sobre heridas viejas y encasilló al pueblo con obsoletas etiquetas.
Por otra parte, los últimos miembros de las FFAA que salieron, están dentro de una fragata en el puerto de Tema, en Ghana.
Si encima logra mediar, y la distribución de tierras la hace como ha hecho acá la distribución de riqueza,
adiós israelíes y palestinos.
Se instala el kirchnerismo, expropian todo y negocian entre ellos.
Ni el Muro de los Lamentos quedaría en pie, lo trasladan a Tecnópolis o va como ofrenda al Mausoleo, en Río Gallegos.
Finalmente, y para evitar se nos incluya en la cadena del desánimo y del miedo, recuérdese qué hizo la mandataria hace exactamente una semana.
Inauguró en El Calafate, el Museo del Juguete, otro tema prioritario en la agenda de la gente.
Mientras tanto, el país sigue atado con alambre.
Un grado más de temperatura y volvemos a estar a oscuras.
El default espera a la vuelta de la esquina, y tanto la “clase media” como la “clase obrera” (para usar el lenguaje oficialista) están despertando y expresando su malestar.
Un clima social de este tipo no termina en nada positivo.
Claro que para la Presidente el año está terminado, con una excepción: el 7 de Diciembre.
Hace tiempo que en la residencia oficial, se imprimieron almanaques diferentes.
Lo interesante, en definitiva, es saber que no puede esperarse nada razonable de una gestión inexistente.
En este contexto encima, hay que dar gracias que todo esto aconteció una vez pasado el 8N.
Imaginen si no a qué se hubieran dedicado estos días nuestros dirigentes...
(*) Lic. GABRIELA R. POUSA - Licenciada en Comunicación Social (Universidad del Salvador), Master en Economía y Ciencia Política (Eseade), es autora del libro “La Opinión Pública: un Nuevo factor de Poder”. Se desempeña como analista de coyuntura independiente, no pertenece a ningún partido ni milita en movimiento político alguno. Crónica y Análisis publica esta nota por gentileza de su autora y de "Perspectivas Políticas". Queda prohibida su reproducción sin mención de la fuente.
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