OPINIÓN:
Todos
tenemos deberes y obligaciones proporcionados a nuestras fuerzas y
capacidades.
Los
más fuertes, los más valientes, los más lúcidos, adquirimos
responsabilidades mayores que la gente común.
Admiramos al héroe
pero ¿todos
tenemos la obligación de comportamiento
heroico?
Pareciera que no.
Los
griegos consideraban
al héroe de naturaleza superior a la humana.
Veneramos
al mártir, que participando de la naturaleza
humana, heredera de la caída de nuestro padre Adán, por dar
fe de su amor a
Jesucristo llega hasta la muerte.
El
instinto nos empuña a preservar
la vida;
el
mártir
se sobrepone a su instinto en virtud del amor a Dios.
En
los primeros siglos la sangre de los mártires fue
sementera de cristianismo (“sanguis
martyrum semen christianorum
est”, dice Tertuliano).
Miles
de mártires enriquecen el santoral.
Aunque hubo casos en que
se eludió el
martirio.
Fue en la Revolución Francesa.
En su rechazo
a los órdenes
y las jerarquías, la revolución quiso liquidar
a la religión.
Eran gente de armas llevar y de ánimo pronto
y vivo para usarlas con saña; no andaban con chiquitas. Inventan
la guillotina para ser más fríamente eficaces y la aplican,
no sólo en pescuezos aristocráticos sino también en los de
revolucionarios caídos en desgracia.
Octubre
de 1793 es tiempo de especiales violencias. Se decide abolir la era cristiana
reemplazada por
la revolucionaria; idean aniquilar
toda religión, Y el 7 de noviembre de 1793 el arzobispo de París, acompañado de
su clero, es obligado a abjurar de Cristo frente a la Convención.
Son hombres de
carne y hueso, débiles como
nosotros, y tienen terror porque ven a su lado las consecuencias
del odio desatado.
Abjuran
formalmente de la fe.
Posiblemente no sea verdadera apostasía,
ya que guardarían la fe en sus corazones.
Mientras tanto
miles de sacerdotes en toda Francia sufrían valerosamente el
martirio.
En aquellos días, en el mismo París, los revolucionarios
descontrolados matan una comunidad entera de monjas
carmelitas.
La
persecución religiosa era activa.
Tres días después de la abjuración
del clero se decreta obligatorio el culto a la diosa Razón.
En Francia los libros eclesiásticos eran destruidos, destruidas las imágenes,
los ornamentos sagrados, las reliquias de
los santos, las campanas.
Se derrumbaban campanarios
por considerárselos
opuestos a la igualdad que idolatraban.
Esos
sacerdotes conocían la enseñanza del Señor, “no
temáis a los que
matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar”,
y que “al
que me
confiese delante de los hombres, yo
también le
confesaré delante de los hombres yo le negaré delante de mi
Padre”.
En
Argentina
la
jueza
de la Corte Suprema de Justicia, Carmen Argibay, adelantó que promoverá que se
eliminen “todos los crucifijos de las salas de audiencias”.
En
el Congreso de la nación existe
un proyecto de
retirar del
Salón de los Pasos Perdidos la imagen de la Santísima Virgen en su advocación de
Nuestra Señora de Luján para reemplazarla por un “espacio multirreligioso al que
puedan acceder miembros de distintas necesidades espirituales”.
¡Nada
menos que “La Virgen argentina de Luján”, que en 1630 “ancló” en nuestro suelo y
cuyo culto ha impuesto silenciosa y tradicionalmente nuestro mismo
pueblo!
¡Nuestra
querida Virgen de Luján, cuya imagen estampada en un estandarte acompañó a los
patriotas de la Reconquista, a quien Belgrano ofrendó las banderas ganadas en el
Norte y a cuyos pies el General San Martín dejó su espada al volver de las
campañas en el Perú.
¡La
Virgen de Luján, ante cuya imagen desfilaron y continúan desfilando generaciones
de argentinos de todas las edades y de todas las provincias, y aun de naciones
hermanas, a lo largo de nuestra historia, en acción de gracias y pidiendo su
protección!
Tremendo
sería el terror para olvidar estas admoniciones evangélicas.
Hoy
en nuestra vecina ciudad de Salta – Argentina - rompieron la Gruta y la Virgen
que estaba en la parroquia Nuestra Señora del Valle de Gral. Güemes Salta.
NO
SE DEBE OLVIDAR QUE LA REPÚBLICA ARGENTINA ES MARIANA.
DR.
JORGE B. LOBO ARAGÓN
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