"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 4 de febrero de 2013

Fue la "causalidad..."

Que hoy me pusiera en contacto (vía correo electrónico) con el director de El Manifiesto.com
Don Javier Ruíz Portella 

Desde hace bastante tiempo que Uds.(mis lectores) leen notas publicadas en su diario virtual. 
Dado que ha creado el Círculo de Amigos del Manifiesto me envió una invitación a las próximas reuniones a realizarse el  primero en Barcelona 9 de febrero a las 19 h. y el segundo en Madrid, el sábado, 16 de febrero a las 22 h.
Le respondí que vivo en Buenos Aires y gracias a la administradora de nuestra patria (CFK) no podemos disponer de viajar donde se nos de la gana (corralón cambiario de por medio)
Su respuesta fue muy gentil y ha sugerido que organicemos un encuentro en nuestra capital.
Va de suyo que habré de preocuparme por lograrlo.


En él mientras tanto, publico uno de los capítulos de su libro:
Los esclavos felices de su libertad
El estremecimiento de la belleza

¡Ay, las bellas almas que nunca han llorado ante una obra de arte! 
A las pobres se les ha secado el corazón. [...]

Como cuando la orquesta, el coro y los solistas de la Novena de Beethoven prorrumpen en el clamoroso grito de alegría final —Freude, Freude!...—, y entonces el corazón se te desencaja de golpe, se te rompe, la música se te lo lleva, sus ritmos son golpes que lo alzan hasta las más altas cumbres de las más altas montañas.

Pero las bellas almas ni se enteran. 
Sólo experimentan un cosquilleo hecho de suave placer, el mismo que sienten cuando el poema va y, en lugar de alzarte hasta las más altas cimas, te precipita a golpes de palabra y de ritmo hasta las más hondas simas, ahí en cuyos abismos pasas junto con Rimbaud Una temporada en el infierno.

Ahí, en esas cumbres o en esos abismos —en realidad es lo mismo— en donde el corazón late desacompasado cuando gracias al arte de Botticelli la diosa emerge desnuda y gloriosa de las aguas, «por los céfiros lascivos empujada» (decía Poliziano), y El nacimiento de Venus —turgentes sus senos, marfileña su piel, voluptuosos sus cabellos, tierna su mirada—, te deja plantado de pronto ante la Mujer como tal, la mujer que se te ofrece con toda la palpitación de su alma de hembra y toda la embriaguez de su carne de diosa: 
Esa diosa-mujer, más infinitamente mujer en el cuadro que todas las mujeres que en carne mortal has amado.
O como cuando ante tus ojos se planta el Hombre hecho dios…
El hombre envuelto en toda la fuerza y gloria de un dios. 

Dios-hombre en mármol y no en virgen encarnado —egregio y musculoso su cuerpo, indómita y majestuosa su alma— al que Miquel Angelo Buanarroti dio por nombre David, mientras, invirtiendo con sorna la leyenda bíblica, los florentinos —no en el museo, en la plaza pública se alzaba— lo llamaban: Il Gigante.
...
Javier Ruíz Portella

Escritor y filósofo (pero muy alejado de la filosofía académica y de su jerga), editor iconoclasta y promotor de iniciativas destinadas a sacudir nuestro letargo existencial, este barcelonés nacido en 1947 ha corrido mucho mundo hasta regresar en 1994 a Barcelona y establecerse en 2005 en Madrid.

Joven militante (para su oprobio) del Partido Comunista, le bastó poner los pies al otro lado del Telón de Acero (Hungría y Rumanía, 1971-1972), para ponerlos tan pronto como pudo en polvorosa. 
No pudiendo regresar a España, donde estaba condenado por el Tribunal de Orden Público, se estableció en Bruselas por un largo período.

Al volver definitivamente a España en 1994, funda Ediciones Áltera y, con el apoyo entusiasta de Álvaro Mutis, lanza en junio de 2002 el Manifiesto contra la muerte del espíritu y la tierra, que sería traducido y publicado en seis idiomas. 
Dicha iniciativa daría lugar a la revista de pensamiento crítico y al periódico digital El Manifiesto del que es director.

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