"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 3 de febrero de 2013

Néstor contra Cristina


Son cada vez más los peronistas que, preocupados por el impacto político negativo que está teniendo el autoritarismo caprichoso del gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, lo acusan de desviarse del rumbo, a su entender virtuoso, fijado por su marido y antecesor, Néstor Kirchner, un mandatario que a juicio del gobernador bonaerense Daniel Scioli era un dechado de sentido común y respeto por las opiniones ajenas.

Según Scioli, el ex presidente prematuramente fallecido "creía en la diversidad, no en el pensamiento único", lo que fue su forma nada sutil de criticar a Cristina por la intolerancia pedantesca que muchos suponen es su característica menos atractiva.
A primera vista, la comparación así ensayada es un tanto absurda, ya que el inventor del combativo "estilo K" nunca se había destacado por su amplitud de miras –a lo sumo, sería legítimo conjeturar que no le molestaba demasiado la disidencia porque, lo mismo que Scioli, encontraba aburridas las disquisiciones ideológicas de los intelectuales oficialistas–, pero no cabe duda de que la obsesión de Cristina con la "batalla cultural" contra todos aquellos que no comparten sus prejuicios, y su voluntad patente de silenciarlos, ha contribuido mucho al deterioro de su imagen.

Para otros, la diferencia principal entre la gestión de Néstor Kirchner y la de su viuda tiene menos que ver con el hipotético compromiso del primero con "la diversidad" y el totalitarismo propio de una presidenta al parecer resuelta a obligar a todos a rendir culto al "pensamiento único" que con el manejo de la economía. Quieren hacer pensar que Néstor era un realista que no hubiera cometido los errores garrafales que han llevado al país a las puertas de una nueva crisis que está adquiriendo dimensiones alarmantes. Sin embargo, aunque es verdad que a menudo el expresidente actuaba con cautela llamativa, tomando nota a diario, como si fuera un almacenero diligente, de la evolución de los distintos números económicos, en el fondo el "modelo" que improvisaba sobre la marcha no era diferente del que Cristina está procurando mantener a flote. Si hay una diferencia, se debe al paso del tiempo.

Mientras que a Néstor le tocó estar a cargo de una economía que acababa de experimentar un ajuste fenomenal que supuso la mayor transferencia de recursos de la historia del país desde los bolsillos de la clase media a una minoría afortunada, que se había visto beneficiada por las inversiones en capital productivo de la década de los noventa del siglo anterior y también, huelga decirlo, por un "viento de cola" fuertísimo, Cristina no cuenta con todas las ventajas así supuestas.
Antes bien, tiene que luchar contra las consecuencias previsibles de la estrategia miope elegida por su marido que pareció creer que se perpetuarían las circunstancias muy especiales de sus primeros años en el poder y que por lo tanto le sería dado limitarse a aprovecharlas sin perder el tiempo pensando en el mediano plazo o en el largo.

Néstor Kirchner fue el responsable de la decisión delirante de hacer del Indec una usina propagandística y también de la de tratar la deuda pública como un problema político interno.
Asimismo, el que la Argentina haya dejado de ser un país exportador de energía, transformándose en uno que tiene que importarla a un costo sideral, de ahí la sangría de dólares que el gobierno quisiera frenar con un "cepo cambiario" policial, fue obra del supuestamente muy pragmático expresidente.
Si no fuera por su vínculo personal y emotivo con Néstor Kirchner, a esta altura Cristina estaría quejándose con amargura plenamente justificada de la "herencia" explosiva que recibió de sus manos, una que, tal y como están las cosas, parece estar a punto de estallar.
Sería mejor, pues, que los peronistas disidentes que están tratando de incorporar simbólicamente a sus filas al fundador del movimiento kirchnerista se abstuvieran de intentar convencerse de que el "modelo" que fraguó era el indicado para el país pero que su viuda, acompañada por una selección heterogénea de oportunistas, se las ha ingeniado para desvirtuar.
Mal que les pese, como sucede con todos los "modelos" populistas, los éxitos iniciales del esquema improvisado por Néstor Kirchner resultarían ser tan parciales como pasajeros y, es innecesario decirlo...
El saldo final será con toda probabilidad decididamente negativo.

No hay comentarios: