Es difícil aislar y comprender la
realidad histórica, por lo general es tarea del
futuro.
La historia es el relato de lo que
sucedió, pero también está sucediendo, y como sea ese suceso es el factor
determinante del futuro.
El desarrollo tiene una forma, que
está inserta en dos movimientos.
El primero en un tiempo y un espacio,
un tiempo que es cambiante, mutable y un espacio que es fijo,
estático.
El segundo es el proceso dialéctico
de los hombres que componen la sociedad con la naturaleza y con la realidad
histórica, porque hay una naturaleza en la cual se asientan y una historia de la
cual provienen como pueblo, que en parte los
condicionan.
El tiempo es una variable,
compulsiva, determinante, ya que como bien decía Hegel "la hora de su nacimiento
es la hora de su muerte", y el hombre sabe que tiene un límite, no sabe donde
llega, pero que está.
El otro problema a considerar
es que la
historia es un concepto, lo real es el hombre, el pueblo, las sociedades, que
dentro de un espacio y un tiempo generan comportamientos, ideales, proyectos que
hacen a la historia.
La historia es una construcción en
una comunidad de destino, el destino de cada pueblo, pero ese destino afecta de
manera diferente a los diversos grupos sociales y de acuerdo a la posición y al
rol que asuma cada grupo será la determinación del destino
histórico.
Que nunca es casual ni azaroso, sino
que esta impulsado por la condición nacional.
Por las características y la
tradición de los pueblos.
Por la conducta, los valores y la
aceptación de pautas que los grupos dominantes impulsan y terminan imponiendo,
dando categoría de valores y pautas nacionales a los
mismos.
Las sociedades crecen o decrecen en
un sentido, el sentido que impone esa dialéctica motorizada por la forma que
impacta en los grupos con mayor fuerza social.
Y
la realidad histórica se convierte en esa realidad, a lo mejor no querida por
todos, o no consensuada y a veces impuesta, pero que es la
realidad.
Es lo que somos, señala nuestra
posición y nos identifica, y en base a ella somos medidos y juzgados como
pueblo.
El problema más grave consiste en que
la mayoría de los hombres no tiene conciencia de la situación real, está inmerso
en el proceso social de su propia vida y de los grupos de
pertenencia.
Ve los acontecimientos como fatales,
como que son así, y así serán y en la mayoría de los casos no existe ni siquiera
la pregunta, no ya el cuestionamiento, sino la simple y asombrada pregunta
¿porqué las cosas son así?
¿Por qué vivo como vivo? ¿porque está la sociedad
funcionando de esta forma?
La historia sigue su curso, porque el
devenir del hombre le ha marcado el camino y la lleva adelante con lo que es,
con lo que siente, con lo que piensa, con lo que
ama.
Hay una responsabilidad individual y
otra colectiva.
Se puede pensar distinto, y de hecho
en todas las sociedades existen grupos con opiniones distintas, pero no se puede
obviar la pertenencia, que se forma parte de la comunidad en la que se vive, y
que la forma en como vive la comunidad influye e interactúa con la forma en como
vive el individuo.
La cuestión es lograr que la forma en
como actúa y piensa y vive el individuo sea capaz de interactuar e influir y de
ser posible cambiar la forma de la sociedad.
Porque independientemente de los
logros de cada uno, hay un proceso histórico social de transferencia
generacional.
Y
la generación a la que uno pertenece ha recibido un mundo con problemas, con
tragedias, con discriminaciones, también con adelantos científicos y técnicos, y
debe transferir a la siguiente ese mismo mundo, que se supone ha sido modificado
para mejorarlo y que el hombre viva mejor.
Podemos en realidad decir que
transferiremos un mundo mejor que el que recibimos.
¿Que le estamos dejando a las
generaciones que nos siguen, que modelo le mostramos, podemos ser ejemplo para
ellos?
Este es el desafío, poner el devenir
de la historia en la justa medida de los valores de la abnegación, la paz, la
generosidad y la solidaridad.
Elías D.
Galati
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