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Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 3 de febrero de 2013

Simplificaciones y errores de una tuitera furiosa



Por Jorge Oviedo | LA NACION

Casi con 24 horas de retraso la presidenta Cristina Kirchner reaccionó a la sanción aplicada por el FMI al país por la mala calidad de sus estadísticas en materia de precios y crecimiento.

También dijo que no sabe cómo es que el organismo organiza su trabajo y elabora sus informes.
Es inaudito, ya que ella ocupa una silla en representación de la Argentina en el G-20, donde se discute, por ejemplo, cómo debe obrar el organismo, que ella acaba de reconocer que no sabe cómo funciona.

En su catarata de tuits deslizó algunos conceptos que no parecen acertados, de los cuales algunos más notables son los siguientes:

Pedirle al FMI que sancione a los corruptos de los países es simplemente propaganda política.
No es la misión del organismo, que no es de justicia.
Es por esa razón que el organismo multilateral ni va a hacer cuestiones sobre el patrimonio de los funcionarios argentinos ni por las causas contra el vicepresidente Amado Boudou.

La Presidenta denuncia una suerte de confabulación de los fondos buitre y el Fondo Monetario Internacional contra la Argentina.
No hay indicios de tal cosa.
De hecho, ex funcionarios del FMI, como la ex número dos Anne Krueger, se presentaron en los tribunales neoyorquinos donde la Argentina litiga contra fondos buitre para respaldar la posición del país.
Krueger cree que los bonistas que no aceptaron ninguno de los dos canjes de deuda que hizo la Argentina no deberían obtener un fallo que les permita en cambio cobrar el ciento por ciento de sus acreencias más los intereses.
Krueger, que fue siempre tratada públicamente con desdén y hasta con falta de respeto por parte de Néstor Kirchner, parece no tener rencores y defiende la idea que desde la vicepresidencia del FMI instaló antes de la crisis argentina de 2001 y 2002 de que debía haber un sistema de quiebras para los países en los cuales las minorías de acreedores deberían aceptar los acuerdos a los que arriben las mayorías.

Parece poco acertado enrostrar al FMI números de crecimiento del producto bruto interno.
Justamente, el organismo ha dicho que son esos números lo que está en discusión.
Las citas al discurso de 2005 de Néstor Kirchner anunciando que se le pagaba al FMI traen recuerdos interesantes.
El primero es que el entonces Presidente le lanzó todas esas acusaciones al organismo, algunas de ellas absolutamente justas, mientras hacía exactamente lo que el organismo y la ultraderecha republicana instalada en la Casa Blanca le exigía:
Que pagara el total de la deuda del país con el organismo, por adelantado y sin quita alguna.

La Presidenta dice que la Argentina fue "alumna ejemplar" del organismo en los 90.
Es parcialmente cierto.
Al Fondo nunca le gustó la convertibilidad.
En 1991, con Cavallo recién asumido como ministro, una misión técnica terminó en una pelea.
En abril la convertibilidad fue anunciada sin apoyo del FMI, que recién volvió a acordar un programa con el país a finales de año para que se pudiera renegociar la deuda en default en el marco del Plan Brady.
Pedro Pou -que acaba de fallecer- y Roque Fernández fueron testigos de una paradoja:
La Argentina, que llevaba diez años en default logró en 1991 que le prestara antes el mercado, con una letra lanzada por el Banco Central, que el organismo multilateral, tras la instauración del uno a uno.
Sólo en 1995 el Fondo se avino a poner en la letra de un acuerdo stand by que los recursos eran para defender el valor de la moneda.
Cavallo logró arrancárselo porque todo el mundo estaba interesado en evitar el contagio internacional de la devaluación mexicana, conocido como "efecto tequila".

Cuando sobre finales de los 90 Michel Camdessus, entonces presidente del organismo, presentó a Carlos Menem y sus políticas como ejemplo (estaban junto a Bill Clinton), el organismo y el presidente norteamericano eran blanco de los ataques de la ultraderecha republicana que los culpaban por la crisis en el sudeste de Asia.
Clinton, jaqueado por el escándalo Lewinsky también tenía que mostrar éxitos económicos internacionales. Los técnicos se mordían los labios para no decir en público lo que confesaban en privado.
Nunca les gustaron los tipos de cambio fijo.
Y es fácil encontrar en estudios y documentos del organismo de esa época subrayando el problema de los "argendólares", o los depósitos bancarios de los argentinos nominados en dólares.
De hecho la propia Presidenta defendió la convertibilidad.
Por ejemplo, se negó a votar como senadora la ley de emergencia que le puso fin en enero de 2002.

Acerca de que nadie creía en 2005 que podía haber una crisis o una burbuja, no es correcto.
Como ocurre con las burbujas, muchas veces nadie escucha a los que dicen que existe.
La revista The Economist, por ejemplo, subrayó en muchas oportunidades el insostenible incremento de la propiedad inmobiliaria.

Y en 2006 despidió al entonces saliente titular de la Reserva Federal de los Estados Unidos con un artículo interesantísimo que tal vez le gustaría a la Presidenta por lo premonitorio que resultó.
La tapa de esa edición estaba dedicada a Alan Greenspan caricaturizado como un corredor de postas que al final de su tramo entrega a su sucesor el testimonio, que era un cartucho de dinamita con la mecha encendida rotulado: "La Economía".
En un discurso en la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) durante una visita a la Argentina y delante de Menem, Camdessus advirtió la crisis que tendría la Argentina si no distribuía mejor los frutos de las transformaciones.
También es un discurso premonitorio.
Y el Fondo se pasó gran parte del segundo mandato de Menem advirtiendo sobre los peligros del recalentamiento de la economía y recibiendo por ello toda clase de descalificaciones por parte de miembros del PJ.
La Presidenta dice también que se han evitado pagar comisiones por colocaciones de nueva deuda.
Pero vale recordar que en los dos canjes se pagaron comisiones.
Y que se ha debido afrontar toda clase de costos, como defenderse de los embargos, tener que recurrir a aviones alquilados para la propia Presidenta para que viaje al exterior, por no haber encontrado una solución completa para la deuda.

Acerca de cómo mide el FMI la efectividad de sus políticas y cómo transparenta sus diagnósticos y relevamientos hay profusa información en la web del organismo.
Pero Cristina Fernández de Kirchner es la presidenta de un país miembro.
Debería saberlo o pedirle a sus delegados en el organismo que la informen.

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