Por Roberto C. Neira
Agradecemos la difusión de este artículo mencionando la fuente.
Sobre el final de su discurso, la presidenta Cristina Kirchner anunció una serie de proyectos de ley que serán enviados al Congreso con el fin de concretar la denominada "democratización de la Justicia".
El más importante, por lejos, es el que propone que los integrantes del Consejo de la Magistratura sean "elegidos por el pueblo".
Se trata del organismo que elige y acusa los jueces, integrado actualmente por 2 abogados, 3 jueces, 1 académico, 6 legisladores y 1 representante del Poder Ejecutivo.
"La Justicia nunca se modificó, nunca se tocó", intentó justificar la Presidenta al anunciar la reforma.
No obstante, advirtió que "no se modificará la Constitución".
Muy bien. Primero, busquemos en el diccionario la palabra "democratización"
La democratización es un proceso de desarrollo de las instituciones sociales liberales que conducen al fortalecimiento de la sociedad civil, resguardo de los derechos humanos básicos y la disminución de las desigualdades socio-económicas.
No todos los procesos de apertura de países no democráticos o en conflicto interno conducen efectivamente a la democratización; en aquellos casos donde los cambios son limitados se hablará de liberalización política.
Se democratiza un país o a una institución cuando esta viene de un sistema dictatorial.
¿Es este nuestro caso?
No lo parece.
Vayamos a otros ejemplos.
Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe:
1.tr. Provocar la democratización: el país se democratizó a la muerte del dictador.
2.Hacer algo accesible a un gran número de personas: la imprenta democratizó la lectura.
Otra vez: ¿qué nos quiere vender el cristinismo / kirchnerismo: un lobo con piel de cordero...?
Como bien expresa Roberto Gargarella en el diario La Nación (ver nota completa más abajo), arrojando al ruedo político la idea de “democratización de la justicia”, el gobierno volvió a jugar a su juego favorito: apropiarse de un ideal atractivo (como lo fuera, en su momento, el de “democratizar la palabra”), para luego acometer una reforma amenazante sobre el mismo ideal invocado.
En el caso de la democracia judicial, el riesgo parece obvio, dados todos los gestos que siguieron a aquella invocación: impulsar reformas destinadas a someter a la justicia al poder político.
De todos modos, en este caso más que en otros, la postura del gobierno aparece especialmente confusa y poco articulada. Por la tanto, tiene especial sentido examinar críticamente algunos de los caminos y riesgos que el gobierno tiene abiertos, frente a sí, en la materia.
La palabra democracia jamás estuvo ligada al peronismo, ni siquiera se pronunciaba porque muchos dirigentes peronistas la consideraban tan perjudicial y contagiosa como la lepra. No hay que ir demasiado atrás en la historia de nuestro país si recordamos a Herminio Iglesias, Norberto Imbelloni, Casildo Herreras, Lorenzo Miguel, Dardo Cabo y muchos otros que fueron parte de la "patota", a la que jamás nadie se ocupó de "democratizar".
Si la presidente quiere "democratizar" la justicia, uno de los poderes del Estado, le propongo "democratizar" también el Poder Ejecutivo con su figura a la cabeza, comenzando por someterse a un exámen médico para que el pueblo sepa si está en condiciones de gobernar.
Después, podemos introducir aspectos didácticos y culturales enviando a cada funcionario a clases especiales de "democracia" donde catedráticos independientes expliquen de qué se trata la democracia, cómo funciona y cómo deben respetarla los funcionarios del Estado.
Sobre todo Boudou, Alak, Abal Medina, Sabbatella, Moreno y otros.
También podría estar en los planes "democratizar" al Poder Legislativo, algo más complicado todavía, por la reticencia de algunos en participar por temor al contagio como ya he mencionado.
Le haríamos un gran favor a la democracia si podemos alinear en este aspecto al "Cuervo" Larroque, Carlos Kunkel, Diana Conti, Agustín Rossi, Pichetto... en fin, algunos representantes del FpV que cuando hablan esparcen su voz desde una cloaca.
¿Y qué hacemos con Oyarbide, Lijo, Aráoz de Lamadrid, Bonadío, Torres, Canicoba Corral, Servini de Cubría, jueces que con profundas convicciones le han servido al ejecutivo y a sus funcionarios a zafar de denuncias de corrupción, como tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito, y choreos varios?.
¿Tendrá ganas de incluir la presidente a estos jueces en la "democratización" de la Justicia o los liberará de culpa y cargo, promoviéndolos a la nueva Corte Suprema de Justicia que ya tiene en mente si finalmente se dá su fiebre reeleccionista?
No lo sabemos. El tiempo dirá.
Sin embargo, no está de más, decirle y exigirle a la presidente, con el debido respeto, que para "democratizar" a la Justicia, primero, hay que dar el ejemplo, cumpliendo las leyes de la democracia, respetando a las minorías y buscando unir al pueblo y no dividirlo, porque esas actitudes, Sra. Presidente, son autocráticas, propias de personas que no les importa infringir las leyes y a las que el poder las ha hechizado e intoxicado de tal modo, que no saben reconocer un estado democrático de otro totalitario.
Espero que ese no sea su modo de pensar y menos su destino final.
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