A su ciudad: Varsovia.
Allí ofició una misa ante más de dos millones de fieles.
Fervorosos católicos y profundamente anti comunistas.
El pueblo estaba esperanzado en que Juan Pablo II insuflaría las fuerzas suficientes, capaces de abatir a un régimen, que tanto daño había ocasionado a Polonia y al mundo entero.
Y así fue...
El dirigente obrero Lech Walesa jefe del Sindicato Solidaridad, con fuertes lazos con la Iglesia y enorme arraigo en las masas obreras, logró quebrar el espinazo del gobierno pro soviético con la ayuda de Juan Pablo II.
A partir de ese nombramiento y de esa presencia, el comunismo inició su retirada al basural de la historia.
En esa oportunidad Walesa manifestó:
“Juan Pablo II fue un regalo que el cielo nos legó”
Espero, conmovido por el nombramiento de Jorge Bergoglio, que cuando nos visite como Francisco I, su presencia sea capaz de generar una tormenta de aire tan fresco que renueve la atmósfera de progresismo decadente que enferma a nuestro país y al resto de los hermanos latinoamericanos.
Ojalá los argentinos podamos decir, como en su momento los polacos:
“El fue una regalo que el cielo nos legó”
Claudio Chaves
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