El papa Francisco les pidió a los argentinos en general y a las autoridades públicas en particular “que busquen en el servicio su mejor aliado y trabajen infatigablemente por tejer lazos que afiancen la concordia, el diálogo, la reconciliación y el entendimiento entre todos”.
Pero la destinataria principal de la solicitud -la Presidenta de la Nación- ocultó la carta pontificia. Por lo que estamos convencidos, ya que la realidad se encarga de demostrarlo cotidianamente, que el gobierno kirchnerista alardea de un papismo fariseo con el solo fin de neutralizar cualquier señalamiento del Vaticano que pudiera entorpecer sus cálculos electorales y la imposición del relato oficial.
Según el Diccionario de la Real Academia Española el significado de la palabra fariseo es sinónimo de “hipócrita”.
Es decir, aquella persona que dice una cosa y hace otra.
O que asume determinadas posturas por exclusivo afán oportunista sin sentir en absoluto ni lo que hace ni lo que piensa.
Doble discurso.
Las imágenes de funcionarios kirchneristas arrodillados en la misa de asunción del arzobispo de Buenos Aires hablan por sí solas.
Amado Boudou, por quien la presidenta Cristina Fernández ha ordenado una protección judicial sin precedentes para encubrirlo en el escándalo Ciccone, puso cara de angelito y se arrodilló en el momento de la consagración del pan y el vino.
Lo acompañó en el gesto Julián Domínguez, el monaguillo de Esteban Caselli, que alguna vez para mofarse del Campo -siendo ministro de Agricultura- dijo que “escuchar a Biolcatti hablando de pobreza y de espíritu confrontativo de nuestro gobierno, es como escuchar a Satanás celebrando la misa de Gallo en jueves santo”.
Una burrada que manifiesta el acendrado fariseísmo de Domínguez:
La misa de Gallo se celebra el 24 de diciembre.
Ningún católico sincero ignora esto.
Domínguez sí, porque su catolicismo es de pico, de gestos ampulosos hacia fuera y de vacío espiritual y doctrinal hacia dentro.
Cero en Catecismo.
A pesar de la brutalidad en la concepción y en la acción de los kirchneristas respecto de la Iglesia católica, el operativo de apropiación del Papa marcha en sintonía con los deseos de Cristina Fernández.
Luego del almuerzo a solas con Francisco, del que nunca trascendieron detalles, el cambio discursivo fue impuesto con radicalidad desde la estructura máxima del poder.
El verticalismo del partido de Estado se impuso.
Excepto tibias críticas de Carta Abierta y algunos amagues de Horacio Verbitsky.
Ahora el cardenal Bergoglio pasó a ser reverenciado por la crema y nata del kirchnerismo tras una década de constante hostigamiento y difamación.
Pero el gobierno sigue teniendo graves problemas de credibilidad.
Nadie de un día para otro puede dar un giro de esa naturaleza cuando son evidentes los signos de conveniencia política circunstancial.
No está mal que el kirchnerismo ensaye un regreso a la Iglesia.
Tampoco somos jueces para juzgarlo en ese sentido.
Simplemente realizamos una crítica pública y política a una puesta en escena pública y política manchada de hipocresía a granel.
Después de todo, Bergoglio no cambió, los que deben hacerse cargo de la flamante conversión y poner a prueba su honestidad intelectual son los kirchneristas.
Que de lobos pasaron al papel de corderos.
¿O con piel de corderos?
Verbitsky, por ejemplo, en una muestra de adhesión al papismo K, ha puesto en la mira a los obispos argentinos que acaban de rechazar la reforma judicial oficialista.
Según el ex colaborador de la Fuerza Aérea durante la última dictadura cívico-militar, “ni la elevación del cardenal Bergoglio al papado ni la asistencia del gabinete nacional a la asunción de su reemplazante en Buenos Aires, Mario Poli, cambiarán el alineamiento del Episcopado contrario a las políticas del gobierno nacional. Sólo le darán impulso y legitimidad”.
Entonces para Verbitsky la asunción de Bergoglio debiera operar como un instrumento de verticalidad en nuestro país entre los purpurados como ha sucedido entre los kirchneristas que han sido obligados a modificar el relato por orden de la Jefa.
Olvida Verbitsky que la Iglesia -que no es una monarquía como puerilmente insulta- posee ámbitos de debate colegiados y democráticos muchos más diversos y eficaces que los del partido de Estado al que pertenece.
Además la Iglesia en la Argentina durante el advenimiento del populismo autoritario y corrupto siempre ha sido coherente en su prédica a favor de los valores republicanos.
Algo que Verbitsky y los kirchneristas no sólo desconocen sino que sacrifican en el altar pagano de una revolución imaginaria.
Frente a este triste espectáculo de sobreactuaciones de un gobierno repudiado por la mayoría del pueblo en las calles debido a su perseverante actitud prostituyente, corrupta y mentirosa, nada mejor que recordar las advertencias evangélicas:
¡Ay de ustedes, escribas y Fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno!
¡Fariseo ciego!
Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera. ¡Ay de ustedes, escribas y Fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados: hermosos por fuera pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre!
Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad (Mt 23, 25-28).
“A quien le quepa el sayo, que se lo ponga..."
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