"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 23 de abril de 2013

¿No será hora de romper el silencio?


Por Juan de Dios González (*)

En la tarde de ayer, haciendo la fila en la caja del supermercado, donde habitualmente realizo las compras, escuché un diálogo entre los integrantes de la misma y de las hileras adyacentes, entre changos de por medio (algunos llenos y otros casi vacíos).
Eran ciudadanos de distintas edades, en apariencia de heterogéneas clases sociales y de filosofías variadas; no obstante lo cual, me llamó la atención la extrema excitación y la coincidencia en sus afirmaciones y sentencias.
Todos se sentían ninguneados y defraudados por la dirigencia política, tanto por parte del oficialismo como así también de quienes dicen conformar la oposición y organizan actos públicos pronunciando a los gritos sus inciertos propósitos.

Sin excepción, todos estaban disgustados por la realidad argentina y se sentían ofendidos por la manera vocinglera en que la clase política pretende hacerlos partícipes de sus mezquinos proyectos políticos en la búsqueda de su intención de voto.

Esta misma experiencia la he vivido conversando con taxistas o remiseros, en la parada del micro con otros pasajeros, en el cruce circunstancial con personas que no conozco, pero que sus propensiones surgen al simple intercambio de una opinión sobre el estado del tiempo.

Lo expuesto trajo a mi memoria un análisis que efectuara sobre el contexto argentino.

Asistimos, azorados y perplejos, como diariamente, mujeres, hombres, ancianos, jóvenes, niños, curas, policías, fiscales, jueces, etc., etc., son asaltados, secuestrados y atacados a balazos, por una delincuencia cada vez mas atroz y salvaje.

Ya nos hemos acostumbrado a los merodeadores, a la prostitución callejera, a los punguistas, a los hurtos y también a las estafas constantes de nuestro patrimonio e ilusiones.

La delincuencia no tiene límites. Ahora, ahora van por nuestras vidas.

Los delincuentes,  como fieras cebadas, relamiéndose, buscan a sus victimas por el solo placer de libar su sangre, sabor que ya paladearon y necesitan para saciar sus desenfrenos.

Nada es casual. Todo tiene una razón de ser.
El efecto es consecuencia lógica de una causa, un origen, un principio.
Entonces, nos surgen las preguntas: ¿quiénes nos llevaron a esta macabra realidad?, ¿Por qué?, ¿Para que?.

Las respuestas están bien documentadas, basta solamente con releer los diarios y con reproducir grabaciones de emisiones de televisión y radio.

Descubriremos que son los mismos que antes actuaban subrepticiamente y en las sombras; los mismos, quienes luego de arribar a los distintos estamentos del Poder y del Estado, utilizando todos los medios deformadores de opinión a su alcance, seguros de haber convencido a la sociedad  de que lo correcto y positivo para nuestro pueblo era imponer el garantísmo, la actitud libertaria y la anomia, promulgaron leyes sombrías, y para aquellas otras que no lograron derogar o reformar, le propiciaron una interpretación embriagada con una ideología permisiva, confusa, anárquica y de sugestiva imparcialidad.

Son los mismos que destruyen las Instituciones de la democracia, infectándolas con el germen de la decadencia y el caos.
Son los forjadores del dogmatismo perimido y apócrifo.
Son los que arruinaron y desmantelaron a la Policía de la Provincia de Buenos Aires y que ahora van tras la la justicia con la denominada "democraticación de la justicia"
Son esos mismos, los que elaboraron la Reforma Judicial y Policial en la provincia con las stalinistas e indiscriminadas purgas de honorables oficiales Jefes, con las derivaciones y consecuencias por todos conocidas.

Son los mismos que justifican el delito agraviando y humillando a los pobres, dando a entender que  roban, violan y matan porque tienen hambre.
Los mismos que nos dicen: el crimen es producto de la droga, de la incultura, de la falta de trabajo, de la desesperanza.
Pero no dicen que son ellos los responsables y quienes tienen la obligación de bregar para que el ciudadano tenga pan, educación, trabajo, salud y expectativas de una mejor vida.
Son ellos quienes tienen el compromiso y el deber de dirigir una frontal lucha contra el narcotráfico, con inflexible voluntad política y una adecuada legislación.

Entonces nos preguntamos ¿PORQUE?
Será por desidia, por incapacidad, por algún interés; y luego nos preguntamos ¿PARA QUE?
Será para disimular sus vicios, para delimitar sus ignorancias, para encubrir sus impurezas.

Inmediatamente surge la inevitable pregunta ¿HASTA CUANDO?
¿Hasta cuando soportaremos a estos  personajes que arruinaron el país y destrozaron nuestras vidas?. ¡BASTA!
¡Basta de perjudicar a una mayoría honesta y decente, para proteger a una minoría transgresora y decadente! protegida y amparada por el poder del oficialismo, que no pueden justificar ni el calzoncillo ni la bombacha que llevan puesta.

“No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más que preocupa es el silencio de los buenos.”  - Martin Luther King

(*) El periodista Juan de Dios González es el Director de Crónica y Análisis Periódico On line.

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