"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 1 de junio de 2013

“El kirchner-cristinismo es un cesarismo plesbiscitado que va camino al autoritarismo"

Es lo mas lúcido y claro que he leído en los últimos tiempos y sobre todo por quien escribe, al que le podemos encontrar errores pero no falta de sinceridad y auto respeto...
Me parece un filosofo del realismo y coincido con él y tengo miedo.
Miedo en serio.
Me parece que vamos hacia una dictadura subrepticia, que terminan siendo las mas peligrosas de todas las formas que eligen los ególatras para perpetuarse en el poder absoluto.
Dejan al periodismo y a la oposición decirle lo que se les ocurra, es como un "exceso de libertad de palabra" .....y ....mientras tanto van cortando todas las otras libertades.

Nos dejan ir gritando como locos y soñando que aun somos libres y podemos quejarnos... y sobre todos los que los votan, (sabe Dios por qué), preguntan:
"¿Dónde no hay libertad? si todos "dicen" lo que quieren" ... 

Los KK sonríen y continúan su plan:
"Griten, protesten, insulten, vean la Lanata y escuchen a Pablo Rossi.....pero ...mientras... los vamos arriando hacia un pasadizo cada vez mas estrecho y de allí, solo una maniobra final y los tiramos al pozo y metemos la tapa encima y good by."

Es mi humilde opinión.
Les temo y mucho, cada día mas aunque mis amigos y mis hijos me vean como exagerada (antes lo decía, ahora cuando hablan del tema me callo y me pongo a rezar para que ojalá yo este equivocada).
saludos
su

Entrevista a Juan José Sebreli

“El kirchner-cristinismo es un cesarismo plesbiscitado que va camino al autoritarismo"

Para el sociólogo y filósofo argentino, Juan José Sebreli, la Argentina se encuentra al borde del abismo.
En una entrevista con WE, sostiene que el oficialismo podría perder las elecciones de octubre, aunque advierte sobre la falta de propuestas de un modelo económico distinto que surja de la oposición.
También asegura que, desde hace más de medio siglo, en la Argentina, lo que predomina es el populismo.
El rol de los intelectuales frente al poder.

Por Laura Mafud

Se advierte que Juan José Sebreli no atenderá, fácilmente, el teléfono de su casa.

Mientras su voz, reproducida a través del contestador automático, atajará los insistentes intentos, el ensayista y filósofo argentino aguardará del otro lado, hasta claudicar ante la insistencia de los llamados.

Con gentileza, advertirá sobre la escasez de su tiempo.

Pero pocos minutos oficiarán de espacio suficiente para acercarse a la visión crítica de uno de los filósofos más brillantes y prolíferos de la Argentina sobre el escenario político actual del país.
Incisivo, su último trabajo, El malestar de la política (Sudamericana), versa sobre aquellos males que, de tan naturalizados, ya no parecen tales, en una manera de poder mirar hacia atrás para lograr, asimismo, mirar hacia adelante.

La política, afirma, siempre lo ha acompañado a lo largo de su producción bibliográfica.
“Existe una contradicción en mi manera de escribir: soy un apasionado por la teoría política y, al mismo tiempo, soy totalmente indiferente por la práctica. Nunca he estado en un partido ni creo que lo llegue a estar: la praxis política no me resulta, no va con mi personalidad”, confiesa Sebreli a WE.

En tiempos en que los intelectuales coquetean con la política y hasta el filósofo Ricardo Forster, integrante de la usina K Carta Abierta, analiza lanzarse como candidato en las elecciones de octubre, los dichos de Sebreli merecen especial atención.

l ¿Es que acaso la política no es labor para intelectuales?
- Considero que el intelectual y el político deben complementarse pero no sustituirse. Un intelectual no debe ser militante. Del mismo modo que los políticos, que por lo general no lo intentan, tampoco deben ser intelectuales. Aunque los intelectuales, en muchas ocasiones, han intentado insertarse en la política. Y les ha ido mal.

l Es verdad que nunca funcionó...
- Ni va a funcionar. Pero, ha sido así históricamente. Si nos remontamos a Platón, que quiso ser el consejero de Dionisio de Siracusa, le fue mal. Tuvo que escaparse. Casi que fue condenado a muerte. Es decir, eso viene de todos los tiempos. Y los grandes teóricos políticos que ha habido siempre han hecho su obra después de haber fracasado como políticos. Fue el caso de Nicolás Maquiavelo, fue el caso Karl Marx, cuya militancia ha sido muy breve y muy frustrada. Al final, lo que más ha dejado Marx fue filosofía política, sus obras teóricas. Todo esto lo tengo bien claro y no me siento cómodo con los grupos políticos, de modo de que justifico mi no involucramiento en la política con esta idea de que análisis político y acción política son dos cosas que no deben estar juntas. Para empezar, el político no puede decir siempre la verdad. Y el intelectual debe decir siempre la verdad y, además, debe tener tiempo para la reflexión. El pensamiento es lento, la reflexión es lenta, hay que tomar distancias y el político no puede hacerlo, ya que tiene que decidir sobre el momento. Ahora, de ninguna manera soy apolítico. Sino que soy de la idea de que exista una complementación, pero no una sustitución ni una fusión entre el intelectual y el político.

l Hablar de izquierda y derecha en política tiene su origen en la Revolución Francesa, por la ubicación en los escaños. ¿Cómo analiza esta dicotomía hoy en la política argentina?
- Ya no sabemos bien a qué se refiere.
Sobre todo, porque, hasta comienzos del Siglo XX, todavía uno identificaba a la derecha con el fascismo o con un conservadurismo extremo.
Pero, hoy, ninguna derecha reivindica el fascismo.
Y la izquierda, a la vez, se identificaba con un movimiento internacionalista, antimilitarista, laico y sus enemigos, en general, eran el ejército y las dictaduras.
En la actualidad vemos que, por el contrario, las izquierdas son nacionalistas.
El populismo es nacionalista.
Es decir, está todo muy confundido.
Por eso, me remito a una cita de Felipe González, quien decía que hoy no se puede hablar de izquierda y derecha, sino de democracia y autoritarismo, o de modernidad y una posición anti moderna, como la posición de algunos filósofos actuales muy ligados a la supuesta izquierda.

No me defino de derecha como alguna gente me endilga.
En Europa, la extrema derecha y la extrema izquierda han desaparecido, que eran el fascismo y el comunismo.

Hoy, hay una centro derecha, que estaría representada por los demócratas cristianos, y una centro izquierda, que sería la social democracia.
Eso en la Argentina no se da porque todo lo abarca el populismo, que predomina hace más de medio siglo. Una vez disfrazado de izquierda, otra vez, volcado a la derecha.

l ¿A qué cree que obedece esta tendencia populista local? 

- El borrador del populismo moderado es el yrigoyenismo. Hipólito Yrigoyen era un populista moderado, más democrático.
El radicalismo tiene un ala populista, es indudable.
No es casual que muchos radicales hayan apoyado a Juan Domingo Perón en 1945.
No es casual que el vicepresidente de Perón fuera un radical (N. de la. R.: Hortensio Quijano, vicepresidente de 1946 a 1952).
Pero quien lo asienta y consolida, indudablemente, es Perón.
Y ahí vemos cómo el peronismo, en su origen, era un populismo de derecha.

Después, en el exilio, cuando se pone de moda la revolución con el castrismo, Perón empieza a hablar del socialismo nacionalista.
Es una posición típicamente dual, ya que Perón apoya la guerrilla pero luego la echa de la Plaza de Mayo e, indudablemente, está al tanto de los asesinatos de López Rega, la Triple A y demás y los avala sin decirlo.

El kirchnerismo se llama populismo de izquierda. 
El populismo carece de un contenido fijo y entonces se vuelca tanto a la izquierda como a la derecha.

l ¿Cómo lee el presente de la Argentina?
- En el presente inmediato, pienso, deseo y creo que es posible, no sé si probable, que Cristina Fernández de Kirchner sea derrotada en las próximas elecciones, con lo cual cambiaría el panorama.
Si en estas elecciones no gana Cristina, tampoco va a poder cambiar la Constitución ni continuar en un tercer mandato.
En lo inmediato, podríamos ser optimistas.

l Pero no lo es en el mediano plazo...
- Soy menos optimista porque no veo en la oposición un partido que pueda afrontar una situación tan difícil como lo es la situación argentina actual.
Lo veo muy difícil.
Seguramente, cualquier partido, incluso los peronistas no kirchneristas, podrían a cortar un poco la corrupción y, tal vez, respetar un poco más las instituciones, pero el modelo económico sería casi el mismo. Por ejemplo, el modelo económico que plantearon en las últimas elecciones el partido socialista y el radicalismo era más o menos el mismo programa del kirchnerismo.
En ese sentido, no tengo gran expectativa.
De todos modos, a corto plazo estamos al borde del abismo.
El kirchernismo y el cristinismo son un cesarismo plebiscitado, un concepto acuñado por Max Weber, o un bonapartismo. 
El primero que definió el populismo fue Marx con el nombre de bonapartismo y después lo desarrolló Weber en forma más profunda, quien vislumbró este nuevo tipo de hacer política.
Del cesarismo plebiscitado, que sería una semi democracia, se podría pasar a un autoritarismo.

l ¿Está diciendo que teme que la Argentina vaya camino a un autoritarismo?
- Con el kirchnerismo, indudablemente, sí.
Porque esto avanza, avanza y avanza.
Si desaparece la prensa libre y desaparece la autonomía del poder judicial, queda poco.
Aparte, su ideología es ésa.
Por otro lado, es explícito en sus ideólogos, como el caso de Ernesto Laclau.
Basta leer La razón populista, donde él dice que tiene que haber un jefe carismático, que se ligue directamente con las masas, sin intermediaciones que, obviamente, sería el Congreso, serían los medios.
Eso lo dice Laclau, a quien reivindican los intelectuales kirchneristas. Esto es lo más parecido que hubo al Perón del 45-55.

l ¿Se refiere al kirchnerismo de Néstor, al de Cristina o al de ambos?
- Néstor Kirchner y Cristina Fernández, cada uno, con personalidades distintas, eran un dúo político muy simbiótico.
Pero, ahora, se notan más las falencias.
Después de las últimas elecciones, es evidente que Cristina se desnuda totalmente, se muestra totalmente.
La idea misma de ir por todo es una idea típicamente totalitaria.

l Desde la oposición, ¿no ve ninguna propuesta fuerte? ¿Algún candidato que pueda dar pelea?

- No, no veo a nadie.
Elisa Carrió, indudablemente, es una mujer que tiene agallas y lucidez para las denuncias pero, hasta ahora, no ha podido.
Es evidente que algo le falla en su manera de ser que no ha logrado organizar un partido.
En este momento es, prácticamente, una política testimonial.
Por eso, por ahora, no veo a nadie.
Seguramente, cuando estemos más cerca de las elecciones, encontraré quién me parecerá el mal menor o que pueda derrotar al kirchnerismo.
Pero, por ahora, no veo a nadie.

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