7 de cada 10 pobres viven en el interior
En verdad, la culpa no sólo es de los irresponsables K.
También hay culpabilidad en gobernadores e intendentes cobardes para reclamar una organización tributaria y económica diferente.
En la mal llamada "Década Ganada" no cesó sino que aumentó la migración desde el interior hacia GBA y Ciudad de Buenos Aires, donde también llegaron bolivianos, peruano y paraguayos que gozaron las fronteras porosas, con la excusa de una falsa "hermandad latinoamericana".
En el caso del éxodo desde el interior hacia GBA y Ciudad de Buenos Aires, la situación es muy grave y contribuye a un grave desorden social, montado en necesidades de infraestructura e integración casi imposibles de afrontar.
Y el éxodo contribuye a incrementar la visibilidad político-electoral del GBA y Ciudad de Buenos Aires, situación que a su vez profundiza el abandono del interior, lo que fortalecerá la migración: un círculo vicioso peligroso e interminable.
El Instituto para el Desarrollo Económico y Social Argentino realizó algunos apuntes al respecto:
CUDAD DE BUENOS AIRES (Idesa). La campaña electoral se caracteriza
por escasos contendidos sustanciales y mucho de exaltación de la propia imagen
con alusiones o embates de ironías que descalifiquen la figura del candidato
contrario.
Se trata de un hecho paradojal y socialmente muy costoso a la luz de
la enorme cantidad de distorsiones acumuladas que condicionan el futuro del
país.
La principal consecuencia es que se pierde la oportunidad que brindan las
elecciones para abordar temas verdaderamente trascendentales, algo que en
democracias maduras es motivo central de las campañas electorales.
Aunque las elecciones son de alcance nacional, una característica
preponderante de esta campaña electoral es que la mayor parte de los espacios de
discusión y comunicación pública son monopolizados por los candidatos de la
Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense. Esto naturalmente lleva a que
las visiones y los intereses de la región metropolitana tomen preponderancia en
desmedro del interior del país.
La deformación asociada con este fenómeno electoral es profunda y queda
explicitada cuando se considera, por ejemplo, la distribución geográfica de la
pobreza. Según datos oficiales del INdEC, los hogares más pobres del país se
distribuyen según la siguiente disposición regional:
• Un 3% de los hogares más pobres vive en la Ciudad de Buenos Aires
y otro 26% vive en el conurbano bonaerense.
• Un 32% vive en las capitales de provincia del interior del país y
Rosario.
• 39% vive en pequeñas ciudades y pueblos del interior de las
provincias.
Estos datos oficiales muestran que, del total de hogares pobres, el 71% se
ubica en el interior del país, ya sea en la capital de una provincia o en
pequeñas ciudades o pueblos del interior de las provincias. Sin embargo, el
debate electoral es acaparado por políticos de la Ciudad de Buenos Aires y el
conurbano bonaerense. La principal consecuencia de esta contradicción es que no
aparecen tratados en su justa importancia temas centrales para la calidad de
vida de una gran cantidad argentinos que viven en el interior y que enfrentan
situaciones de privaciones y vulnerabilidad mayores a los de la región
metropolitana.
Un ejemplo concreto de esta contradicción emerge con el abordaje de
la inflación.
Es casi unánime, entre los candidatos de la Ciudad de Buenos Aires
y el conurbano bonaerense, el cuestionamiento a la manipulación de los índices
de precios y el rechazo a seguir erosionando el poder adquisitivo de los hogares
mediante la inflación.
Sin embargo, casi nada se dice sobre los orígenes de la
inflación, que es la emisión monetaria asociada a un enorme déficit fiscal
causado fundamentalmente por los subsidios económicos; subsidios que en el año
2013 van a alcanzar la suma a los $140 mil millones.
Mucho menos se cuestiona
que estos subsidios sean gastados mayoritariamente en beneficio de Buenos Aires,
donde el 55% corresponde a subsidios al consumo de energía, 28% a subsidios al
transporte y 14% a los déficits de las empresas estatizadas.
Hablar en contra de la inflación sin cuestionar los subsidios económicos es
una grosera hipocresía. Hipocresía porque se exalta discursivamente la
preocupación por la pobreza pero luego se promueve, con la acción o la omisión,
el crecimiento de estos subsidios que van fundamentalmente a favor de los
votantes de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense.
Sincerar el
debate sobre la inflación exige hablar del sinceramiento de las muy bajas
tarifas de servicios públicos que pagan los ciudadanos de la Ciudad de Buenos
Aires y el conurbano.
Caso contrario, se seguirá con el absurdo de que quienes
viven en el interior, además de pagar altos impuestos y el costo pleno de sus
servicios públicos, deben afrontar con mayor inflación el gasto en servicios
públicos de los habitantes de Ciudad de Buenos Aires y el conurbano
bonaerense.
Los ciudadanos del interior ya comenzaron a asumir el “ajuste”.
Sufren la
alta inflación y reciben migajas de los beneficio de los subsidios, que son el
principal factor generador de la inflación.
Mientras no entren en debate estos
temas, que demuestran la insostenibilidad de las políticas que se vienen
aplicando en los últimos años, no hay posibilidad de imaginar un proceso de
progreso social sostenido e inclusivo de todos los habitantes del
país.
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