Por Pablo Sirvén / lanacion.com /
Magdalena
Ruiz Guiñazú, la misma periodista a la que le
grababan sus conversaciones telefónicas durante la dictadura militar y una vez
le dejaron en la radio una bala dentro de un sobre y que al regreso de la
democracia integró la Conadep, hizo una presentación en la OEA.
La periodista que enfrentó a Albano Harguindeguy en la mismísima Casa Rosada y que no fue jefa de prensa de José
Alfredo Martínez de Hoz como esparcieron ruinmente propagandistas K, se refirió
ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a los hostigamientos que
recibe el periodismo argentino en general, y ella en particular, del Gobierno y
de sus allegados.
Al regresar a la Argentina, en medio de una campaña
virulenta en su contra fogoneada por los voceros comunicacionales más notorios
del kirchnerismo, ya estaban esperándola dos inspectores de la
AFIP ávidos por revisar sus declaraciones
juradas.
Que parezca un accidente: pretendieron hacerlo pasar por
un trámite de rutina y emitieron un comunicado donde revelaron que siguieron un
procedimiento similar con 7443 contribuyentes.
Si cada uno de ellos recibió,
como la periodista más célebre de la mañana radial, dos agentes recaudadores hay
que pensar en la movilización de un enorme batallón de casi 15.000 inspectores.
Deben de haber sido muy discretos; sólo se notó la visita que le hicieron a
Magdalena.
En 6,7,8 se la trató despectivamente como
"Magdalena Ruiz" a secas, uno de sus informes aludió a un inexistente "lujoso
pent-house " (vive en una planta baja normal) y la fueron a hostigar a la
salida de la radio.
Margarita Barrientos, fundadora del comedor Los
Piletones, se quejó de la inflación hace unos meses, y enseguida recibió la
reprimenda de Guillermo Moreno.
Ahora que el tema se reactivó, la prensa
oficialista salió a desmentir el enojo de la dirigente social.
Es que para los K todo está bien, nunca pasa nada.
La
enunciación de problemas son meros artificios de las corporaciones y del
periodismo "hegemónico", y ofensas a la verdad que deben ser repelidas con
ferocidad.
La dictadura hablaba de las "campañas anti argentinas".
El
kirchnerismo, siempre tan orgulloso de haber bajado el cuadro del principal
mentor de aquel régimen, recrea un sistema oprobioso de premios y
castigos.
Que parezca un accidente:
El actor Alfredo Casero empieza
a despotricar en los medios contra "el relato" y en tanto lo trituran los
comunicadores oficialistas, su hermana recibe llamadas telefónicas
intimidatorias, situación que otros han empezado a denunciar.
Si los directores de cine Eliseo Subiela y Juan José
Campanella expresan molestias o el actor Ricardo Darín apunta alguna
incomodidad, que parezca un accidente cuando a su alrededor empiezan a suceder
"cosas" como más inspecciones de la AFIP, campañas de difamación o "amables"
reconvenciones presidenciales desde Facebook que no se privan de aludir a viejos
prontuarios.
En cambio, se atiende con esmero y abundantes presupuestos a los
artistas y productores que hacen del kirchnerismo una cuestión de fe.
Casualidad o no, en estos días dieron con viejos archivos
de los militares que sojuzgaron al país entre 1976 y 1983.
Llama la atención que
hayan tardado 30 años en descubrirlos, lo que denota poco afán por la
investigación y una deprimente vocación por la higiene no sólo de este gobierno
sino también de los anteriores, que no limpian ni ordenan sus pertenencias desde
hace tantas décadas.
Entre los documentos encontrados están las archi conocidas
"listas negras" de los artistas e intelectuales a los que los uniformados les
tenían especial alergia.
Parece una sardónica broma del destino que esto suceda
justo cuando en la Argentina hay nuevos hijos y entenados...
Artistas, periodistas
e intelectuales prohijados por el poder y "los otros", los que son arrojados a
las llamas del vituperio agotador sólo por disentir.
Todo es casual: el periodista Alfredo Leuco sufre un
violento asalto de moto chorros (¿seleccionados?) en plena Avenida de Mayo y se
llevan su mochila con una computadora que contiene valiosos archivos.
¿Fue inseguridad o algo más, como sugirió el periodista
luego de atar cabos sueltos?
El Gobierno pretende hacer creer que vivimos en el
paraíso terrenal.
Que el infierno sólo tuvo lugar en el abismal 2001, en la
dispendiosa década menemista y, por supuesto, durante la oscura dictadura
militar.
En cambio, desde 2003 todo nos sonríe, se venden cada vez más autos y
los fines de semana largo la gente no para de viajar.
No hay inflación.
No hay
cepo cambiario.
No hay pobres ni indigentes.
Estamos mejor que Canadá y
Australia.
Que parezca un accidente: la Corte Suprema de Justicia
dicta la constitucionalidad de la ley de medios conforme a todo lo que esperaba
el Gobierno.
Desconoce los derechos adquiridos porque supuestamente están en
juego intereses colectivos.
Y aunque eso no rige en el actual Código Civil sí
tendrá vigencia en el nuevo que, como por arte de magia, se reactivó otra vez
tras conocerse el fallo más comentado de los últimos tiempos.
Es
que nadie dice nada. Nadie hace nada.
Pero las cosas pasan.
Y los "accidentes",
también...
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