"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 25 de febrero de 2014

Pepitas de oro

OSHO

Cuando una persona madura se vuelve un niño otra vez...
Hay una diferencia entre los niños comunes y los que renacen.
El niño común es inocente porque es ignorante, y la inocencia renacida es el valor más grande de la vida, pues no es ignorancia, es inteligencia pura.

La inocencia sola se vuelve ignorancia. 
La inteligencia sola se vuelve astucia. 

Ambas reunidas no son ni ignorancia ni astucia, sino una simple receptividad, una apertura...
Un corazón que es capaz de maravillarse con la más insignificante cosa de la vida.

Y, para mí, el hombre que sabe sentirse maravillado es el único hombre religioso.
Es a través de su sorpresa como llega a darse cuenta de que la existencia no es sólo materia, no puede serlo. Esto no es una conclusión lógica para él, ni una creencia, sino una experiencia real.
Tan hermosa experiencia —tan misteriosa, tan impenetrable— indica que hay una portentosa inteligencia.

Sin embargo, la existencia no es astuta.
Es muy sencilla, inocente.

Así es que si uno puede conservar estas dos cualidades —inocencia e inteligencia— juntas, ya no necesita nada más.
Estas dos le conducirán a uno hacia la meta última de la auto realización.

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