Criminal Minds y CSI son dos series
policiales norteamericanas en la que actúa el FBI, en casos de delitos
aberrantes, o asesinatos seriales o de gran impacto en la sociedad en la que son
perpetrados.
Criminal Minds acude ante el llamado
de autoridades locales desbordadas por la situación y se especializa en realizar
perfiles de los individuos para lograr interpretar los hechos y prevenir los
futuros.
CSI es un laboratorio especializado
en análisis de la conducta, mediante la cual puede llegar a determinar quién fue
y como se produjo el hecho delictivo.
Ambos cuentan con elementos
sofisticados, tecnología de punta, aparatos de gran sensibilidad y recursos
humanos especializados que además se exponencian con la rutina de hechos
repetidos que les permite una visión más clara de los
mismos.
Mas allá de ser series pasatistas y
de entretenimiento, señalan algún elemento de valor científico, ya que los
análisis que se realizan en general son símiles a los verdaderos y alguna
información aportan al ciudadano común que se encuentra con una batería de
recursos impensados.
Es evidente que los hechos narrados
no son privativos de la sociedad norteamericana sino que son universales y
suceden en todos los países del mundo.
Dos cuestiones se me han planteado en
la dilucidación de estos elementos.
La primera es porque no se pone el mismo
empeño y la misma calidad y eficiencia en la prevención de los actos
criminales.
Si se puede determinar cual es la
conducta, y si se puede saber el porque de la misma, ya que en casi todos los
casos, se cuenta con una niñez traumática,
un hecho detonante,
violencia
doméstica,
profesional, sexual o social,
abandono de la condición social,
aislamiento y circunstancias que han hecho un clic en el
individuo.
La mayoría ha sucedido en la
infancia, y se halla registrada en escuelas, internados, comisarías, consultas
psicológicas y psiquiátricas, historias clínicas y en organizaciones intermedias
que muchas veces han servido de control a los
mismos.
La segunda es cual es el motivo, o
como se han formado estos actos y estos comportamientos en la sociedad, porqué
la sociedad ha engendrado estas perversiones.
Recuerdo que muchas veces he dicho
respecto a la Argentina, que tiene una asignatura pendiente con el proceso
militar, ya que si bien se ha escrito y sistematizado y se han logrado los
elementos necesarios para que no se repita, nunca nos hemos preguntados como
sociedad que nos pasó para que se engendrara en nuestro seno y toleráramos este
mal.
Porque salió de nuestro riñón...
No fue
importado, era auténticamente nuestro.
Entonces porque en las sociedades
suceden crímenes aberrantes, hay asesinos seriales, violadores crónicos y
delincuentes que entran y salen de la prisión permanentemente porque su conducta
normal es delictiva.
Que nos pasa como sociedad y cual es
nuestra responsabilidad, y que hemos hecho y que hacemos por mejorar aunque sea
un poco y equilibrar la tendencia en nuestra
comunidad.
Acaso así es la sociedad, o
ideológicamente es una forma de adoctrinar a la gente, mostrando que si se salen
del camino o cometen errores o violan las leyes la respuesta es la
cárcel.
No es posible aplicar toda la
tecnología, todo el conocimiento, los grandes descubrimientos y avances hechos a
la educación desde el comienzo, a la impronta de todos los niños desde que
nacen, para que sus tendencias se canalicen a favor del bien y la
solidaridad.
Porque el espíritu y la mente del
hombre cuando nace esta abierta a los estímulos y las proyecciones que sobre él
se hacen, y será de una forma u otra según sea promovida en su alma la bondad o
la maldad, la solidaridad o la indiferencia, la tolerancia o la
ira.
Parecería que mostrarnos todo ese
despliegue de excelencia en la comprensión de lo que ya sucedió es un
despropósito.
Sería mucho más efectivo usarlo
preventivamente, en la enseñanza tanto en la familia como en la escuela, y en la
contención de los problemas que inexorablemente atraviesa el hombre y en los
traumas que la vida le genera por diversas situaciones que son imprevisibles e
imposibles de soslayar.
Bastante dolor hay ya naturalmente en
el mundo para que se agregue el de la violencia, la ignominia, el desprecio, el
odio y la ira irracional, la discriminación y el
favoritismo.
Respetemos la libertad del hombre,
respetemos su dignidad, pero démosle las condiciones necesarias para que pueda
elegir, para que conozca que es lo correcto y lo incorrecto, lo adecuado y lo
inadecuado, lo bueno y lo que no lo es.
Elías D.
Galati
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