No se puede estar en ambos lados del corazón, cuando uno de ellos está reservado a la vida, y el otro para el amor.
Es como pretender estar en dos lugares diferentes a la vez.
Pero el problema no es esta duplicidad, sino el deseo de querer estar en alguno de ellos, sin asumir que para ocupar dicho espacio, hay que desalojar una parte del nuestro para hacerle su lugar.
No es matemática, ni geometría.
Es el equilibrio exigido.
Desde que comenzamos a querer, empezamos a renunciar.
Al no aceptarlo, nos entregamos parciales con resultados inciertos.
Aun cuando entregados totalmente, nadie garantice otros finales.
Pero cuando se quiere completo, no quedan arrepentimientos que convivan con el recuerdo.
Ahí radica la diferencia.
En que te quise antes, de que llegara el después.
Boletín Info-RIES nº 1116
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Hace 1 mes


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