Marcela Lechuga en su libro “Así es la vida” nos invita a un recorrido interior sobre el sentido que la vida adquiere cuando aceptamos la existencia con los desafíos que conlleva.

Durante su largo desarrollo profesional, Marcela Lechuga se ha inclinado por la búsqueda de la esencia de lo humano y de aspectos críticos como el alivio del dolor.
De igual modo, ha buscado comunicar el valor de la vida trabajando para prevenir el deterioro cognitivo y el miedo a envejecer.
El libro nos conduce a entrar en nuestros temores más profundos:
El estrés, las pérdidas, la enfermedad, el envejecer, el morir…
Junto al conocimiento científico, sus experiencias profesionales y sus vivencias personales, la psicóloga chilena Marcela Lechuga nos alienta a enfrentarlos y trascenderlos.

“Así es la vida” nos anima a tomar las situaciones del día a día como desafíos y no como amenazas, recordándonos que en cada instante de la vida nos hemos enfrentado a retos para crecer y madurar…
y lo seguiremos haciendo hasta el último día.
Porque… Así es la Vida.

Cuando al dolor lo dotamos de sentido, la vida se acepta como un desafío de trascendencia.
Como motivación te dejo con el cuento que me hizo bendecir cada momento amargo de mi existencia y que Marcela inteligentemente lo expresa en las primeras páginas de su libro.

Aguanta un poco más

Se cuenta que en Inglaterra había una pareja que gustaba de visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres.
Al entrar en una de ellas se quedaron prendados de una hermosa tacita.
“¿Me permite ver esa taza?” preguntó la señora, “¡nunca he visto nada tan fino!”
En las manos de la señora, la taza comenzó a contar su historia:
“Usted debe saber que yo no siempre he sido la taza que usted está sosteniendo.
Hace mucho tiempo yo era solo un poco de barro.
Pero un artesano me tomó entre sus manos y me fue dando forma.
Llegó el momento en que me desesperé y le grité: “¡Por favor..ya déjeme en paz…!”
Pero mi amo sólo me sonrió y me dijo: …
"Aguanta un poco más, todavía no es tiempo”

Después me puso en un horno.
¡Nunca había sentido tanto calor!….
Toqué a la puerta del horno y a través de la ventanilla pude leer los labios de mi amo que me decían: …
"Aguanta un poco más, todavía no es tiempo.”
Cuando al fin abrió la puerta, mi artesano me puso en un estante.
Pero, apenas me había refrescado, me comenzó a raspar, a lijar.
No se cómo no acabó conmigo.
Me daba vueltas, me miraba de arriba a abajo.
Por último me aplicó meticulosamente varias pinturas…
Sentía que me ahogaba…
“Por favor déjame en paz”, le gritaba a mi artesano...
Pero él sólo me decía:…
”Aguanta un poco más, todavía no es tiempo.”

Al fin, cuando pensé que había terminado aquello, me metió en otro horno, mucho más caliente que el primero.
Ahora si pensé que terminaba con mi vida.
Le rogué y le imploré a mi artesano que me respetara, que me sacara, que si se había vuelto loco.
Grité, lloré; pero mi artesano sólo me decía:
“Aguanta un poco más, todavía no es tiempo.”

Me pregunté entonces si había esperanza…
Si lograría sobrevivir aquellos tratos y abandonos.
Pero por alguna razón aguanté todo aquello.
Fue entonces que se abrió la puerta y mi artesano me tomó cariñosamente y me llevó a un lugar muy diferente.
Era precioso.
Allí todas las tazas eran maravillosas, verdaderas obras de arte, resplandecían como solo ocurre en los sueños.
No pasó mucho tiempo cuando descubrí que estaba en una fina tienda y ante mi había un espejo.
Una de esas maravillas era yo.
¡No  podía creerlo! ¡Esa no podía ser yo!

Mi artesano entonces me dijo:
“Yo se que sufriste al ser moldeada por mis manos, mira tu hermosa figura.
Sé que pasaste terribles calores, pero ahora observa tu sólida consistencia,
se que sufriste con las raspadas y pulidas, pero mira ahora la finura de tu presencia…
y la pintura te provocaba nausea, pero contempla ahora tu hermosura..
y, ¿si te hubiera dejado como estabas?

¡”Ahora eres una obra terminada!
¡Lo que imaginé cuando te comencé a formar!”

Anónimo-