Ella le dio su palabra...

Le explicó que no eran motivos, sino deseos. 
Le respondió que no eran excusas, sino razones. 
Le expresó entonces, que no debería ser lo suyo o lo propio, y que podría ser lo de ellos. 
Le dijo que no era un inconveniente singular, sino más bien de plural. 
Y sus respuestas se hicieron preguntas, y sus preguntas, afirmaciones. 
Y le enamoraron sus dudas que jamás vacilaron, ante las seguridades que solo titubearon. 
Ingenuamente ofreció eternidades, cuando sencillamente le bastaban instantes. 

Ella le dio su palabra.
Él, la escribe todos los días...

Gabriel Velxio 

Y le enseñó que la felicidad puede durar veinte minutos, y los pretextos, toda una vida. 
Quedaron en verse, en algún otro descuido. 

Ella le dio su palabra. 
Él, la escribe todos los días.