"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 4 de agosto de 2014

La gente de la "villa"

La gente es una denominación que se da a la persona, que contiene a todos los seres humanos, sin distinción, por el sólo hecho de serlo, considerado como sujeto moral o fin de sí mismo, y que no se puede nunca, ser tratado como cosa.
Es un complejo funcional que ha cobrado existencia, que es necesaria, nunca idéntica a otra y cuya rasgo fundamental es la personalidad.

La individualidad genera innumerables diferencias y distinciones, algunas casi naturales, otras sociales, y a veces culturales, las que vinculadas con las sociales generan denominaciones agresivas, discriminatorias, vejatorias de la dignidad humana.
La villa es un fenómeno social que se ha dado en mi país y en otros países del mundo a partir de la mitad del siglo pasado, con el urbanismo, la industrialización sin buenas bases, y la transferencia de la población rural a los centros más poblados, por la calidad de vida, el acceso a la educación, a la salud y  al trabajo.

Son asentamientos, que se generan por la falta de viviendas, de trabajo y de oportunidades, a los cuales el Estado, que es el responsable de generar dichos elementos, ocupado en otras cuestiones, los deja crecer haciendo la vista gorda sobre la forma de vida, la salud física y moral de sus habitantes y las posibilidades de crecimiento personal y grupal.
Así como hay diversos roles en la sociedad, también hay encasillamientos, y se da por sentado, que definen circunstancias pre establecidas y sentenciadas como verdaderas.
Hay demasiados mitos urbanos sobre las villas, como para señalarlos en su totalidad, pero nos interesa el valor que se da a las personas que se asientan y en ellas viven.
Uno de ellos es que la villa es adecuada para la ocultación y el desarrollo de la delincuencia, lo cual puede ser cierto en algunos casos, pero no es exclusivo mérito de ella, ya que en otros lugares y también en la función pública se oculta y desarrolla la delincuencia.

El hombre de la villa no sólo es marginado, sino también discriminado, y tenido como probable promotor de males sociales entre ellos la inseguridad.
He visto a lo largo de mi vida y de mi profesión, detener individuos por "portación de cara, de caracteres y de domicilio", supuestas categorías  perversas con que se define a los llamados "negritos", "bolitas" y otras connotaciones de países limítrofes, o "villeros" porque viven en asentamientos.
Esto no quiere decir que no existan delincuentes, gente violenta e inadaptados de cualquier color, nacionalidad o lugar de domicilio.
La peor situación se genera en casos en los cuales debe intervenir la Justicia, y están involucrados o rozados estos personajes.

Hay un preconcepto que los asocia y los condena de antemano, y la presión de los vecinos, o de los afectados, de los medios, de lo que piensa la gente media, hace muchas veces que se subviertan las pruebas, o se adapten a la condición ya pre establecida, modificando el criterio legal y equitativo que debe tener tanto la autoridad policial, muchas veces encargadas de colectar pruebas y hacer sumario, y la autoridad judicial, encargada de ordenar la detención y dictar sentencia.
El cuerpo social tiene identidad con el cuerpo humano, si algo anda mal en un órgano, todo el cuerpo anda mal.
Si en la sociedad existe algún mal, el facilismo consiste en quitarlo, despreciarlo o apartarlo, similar a lo que hacían con los leprosos en la época de Cristo, que eran sacados del pueblo a lugares distantes; pero en realidad la responsabilidad de todo el cuerpo social, es buscar las causas profundas de la realidad que se vive, y solucionarlas, no solamente a ellas sino a las personas que las padecen, de un lado y del otro, como agentes activos y como agentes pasivos.

No podemos ser indiferentes al dolor y a la angustia de nuestros hermanos, sean quienes sean, de nuestra condición o de otra, es nuestra responsabilidad, entenderlos, amarlos y dar todo de nosotros para solucionar los problemas que acarrean.

Elías D. Galati

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