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Caricatura de Alfredo Sabat

jueves, 18 de junio de 2015

Scioli al gobierno, ¿el maoísta al poder?

Por Agustín Laje

La designación de Zannini como vice-presidente de Scioli no debería sorprendernos demasiado.
En efecto, ha sido claro desde el principio de este embrollo para el kirchnerismo, es decir, desde que Cristina Kirchner vio fallar su intento de modificar la Constitución en pos de una re-re elección, que Scioli sería un mal inevitable cuyas imprevisibles consecuencias se podían controlar imponiéndole como candidato de fórmula a un “soldado de Cristina” hecho y derecho. 
Se trata, en definitiva, de la misma estrategia llevada adelante en la provincia de Buenos Aires, cuando al motonauta devenido en político le colocaron a Mariotto como vice-gobernador.

Scioli y Zannini son, dentro del Frente para la Victoria, como el agua y el aceite. 
Y es que mientras el primero intentaba venderle al electorado la idea de que él podría representar un tenue cambio dentro de la putrefacción kirchnerista, el segundo es la más pura continuidad de esa podredumbre.
Todavía más.
Zannini no es sólo continuidad: 
Es también exacerbación.

No ha faltado razón a quienes han señalado al actual secretario Legal y Técnico de la Presidencia como la cabeza detrás del poder.
Es posible que Zannini haya sido a Cristina lo que el “Perro” Verbitsky fue a Néstor.
Ambos de un turbulento pasado vinculado a organizaciones subversivas de los ‘70, dieron sustancia al alineamiento kirchnerista con el eje La Habana-Caracas que se conoce como “socialismo del Siglo XXI”.

No es casualidad, en este sentido, que Zannini haya tomado entre sus manos las batallas más importantes que ha dado el gobierno de la Presidenta.
En efecto, la estatización de la comunicación social y la guerra contra los medios independientes ha tenido como comandante al propio Zannini, al igual que aquella paparruchada autodenominada “democratización de la Justicia” (verdadero intento por controlar, aún más si cabe, al Poder Judicial) y los intentos de golpe institucional contra la Corte Suprema de Justicia.
Asimismo, también es conocido que ha sido el secretario Legal y Técnico el encargado, junto a Cristina, de armar las listas del oficialismo para las elecciones legislativas.

Carlos Zannini, y el ejército camporista que ya está alistado y en sus filas para continuar ocupando puestos claves en el Estado tras la eventual victoria de Scioli, son las piezas maestras del plan kirchnerista para evitar ese “fin de ciclo” que con tanta soltura se preanuncia hace largo rato.
Y son piezas interrelacionadas: Zannini es La Cámpora, y La Cámpora es Zannini. 
Ya hemos mostrado sobradamente en Cuando el relato es una FARSA que el rol de Máximo Kirchner en la organización juvenil es meramente simbólico: se agota en “ser el hijo de…”.

Los hombres no son instancias, sino historias.
No es lo mismo un motonauta que del deporte pasó a la política como quien encuentra un pasatiempo más rentable, que un maoísta vinculado a la guerra revolucionaria de los años ’70 cuya vida ha estado atravesada, de cabo a rabo, por la política.
Pero no por cualquier política:
Por la política radical, revolucionaria, marxista.

Importante militante de Vanguardia Comunista, organización que seguía las enseñanzas del genocida chino Mao Tse Tung (al cual El libro negro del comunismo le adjudica nada menos que 65 millones de muertos), Zannini siempre vio a Perón como un agente de la burguesía en una lectura propiamente clasista.
Su apodo “el chino” obedece precisamente a esta filiación ideológica.
Pero claro, los tiempos han cambiado, y las estrategias del socialismo también:
En el Siglo XXI el Estado liberal y capitalista se destruye desde adentro, no desde afuera como en el Siglo XX, y si el nombre de Perón puede utilizarse en ese sentido, bienvenido sea.

Si Scioli podía representar un moderado cambio mediado por la necesaria traición al “modelo nac&pop”,
Zannini representa la exacerbación de dicho modelo mediada por la fidelidad personal para con la familia Kirchner, e ideológica para con las ideas del socialismo del Siglo XXI.

Rememorando un slogan típicamente setentista, podríamos preguntarnos por lo que nos espera después de diciembre de este año:
¿Scioli al gobierno, el maoísta al poder?

*Director del Centro de Estudios LIBRE

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