Somos
nosotros o nadie más.
Es
una lógica arbitraria y fascista que está claramente alentada desde los
personajes más altos de la ex política populista que gobernó 12 años, con
Cristina Fernández a la cabeza, que escurre hacia los cuadros bajos, quienes
son, en definitiva, los que le ponen el cuerpo a las consecuencias.
El
sueño afiebrado de esta facción filo peronista, es que si cae Macri vuelven
ellos.
Una
estupidez tan grande como creer que sembrando el caos, harán que la sociedad se
movilice en contra del gobierno nacional.
Por
Rubén Lasagno
Cristina
y el kirchnerismo/cristinismo en su conjunto tienen dos frentes abiertos que
son de gran importancia para su futuro:
Cubrirse los
flancos por donde les entra la justicia con causas de todo tipo y color y
movilizar a la sociedad para que se enfrente con el gobierno nacional.
En
uno, carece de control porque ya no tiene poder.
Los juicios, las
causas y las acusaciones drenan por docenas día a día y caen en juzgados que
están atosigados de juicios en contra de funcionarios kirchneristas por
corrupción, malversación, lavado de dinero, evasión y otros delitos graves
contra la administración pública.
El
segundo, ellos interpretan que lo pueden manejar, ganando la calle, como mandó
a hacer Bonafini.
Creen
necesario, entonces, arreciar con una campaña que vaya minando al gobierno
nacional, porque ellos creen que, de esa manera, la gente confundirá las
realidades y la situación puede ser favorable a sus propósitos, es decir, cae
el gobierno y cunde la desorientación social.
En
ese marco (aclaramos, siempre dentro del calor creciente de su razonamiento
afiebrado) creen que todas las miradas de la sociedad van a girar hacia
Cristina para pedirle que vuelva.
Una estupidez
total y absoluta.
El
problema no es importante para la estabilidad el país, claro está,
pero molesta.
El
kirchnerismo articula a través de los militantes que aún le queda, se moviliza
con los fondos que aportan con cada vez menos ganas algunos Intendentes del
conurbano y hace uso de los grupos de choques como Quebracho y organizaciones
barriales de desocupados, los cuales, como hoy ,cortan rutas, se enfrentan con
la policía o la Gendarmería, pensando (quizás) que están haciendo la
revolución, cuando en realidad son usados por punteros K, quienes sueñan con
poder hacer de esa protesta un emblema de campaña de aquí en adelante; para eso
necesitan un mártir.
Un
sector importante del ese kirchnerismo residual que está afincado en Capital
Federal y el conurbano bonaerense, busca
su propio “Kosteki y Santillán”.
Y
lo digo literalmente, porque están propiciando que a través de la desgracia de
algún chico quizás desocupado, que creció en la década robada, donde el Estado
K estuvo ausente, muera en una refriega y se transforme en un símbolo de la
represión y el autoritarismo que le cargarán convenientemente a Macri.
Total
¿Qué
le puede importar a un D´Elía, a un Esteche, a Boudou, Salas, Moreno o a la
propia ex presidenta y sus diputruchos?, que alguien muera por
defenderlos a ellos de la cárcel…
¡Nada!
En
realidad para ellos, esta gente ya no tiene ningún valor si no es para generar
presión y ser herramienta del caos.
Cuanto
mayor convulsión social, descontento, bronca e insatisfacción haya, mejor.
Las
amenazas de bombas a la gobernación de Buenos Aires, la pedrada al móvil del
presidente,
el
blindaje de impunidad a Hebbe de Bonafini cuando fue llamada por el juez,
los
acampes y todo tipo de tropelías que lleva adelante la mano de obra desocupada
del viejo régimen, en realidad, no hace más que colgarle valor agregado a un
gobierno nacional que parece no dar pie con bola en muchas cosas, entre ellas
tarifazos, economías regionales, inflación, desocupación, inseguridad, etc, pero que finalmente son problemas graves
que pasan desapercibidos porque la atención están en el caos que produce esa
minoría y no en la gestión M.
Está
claro que son grupos minúsculos, alienados y consecuentes con la teoría del
caos, quienes pretenden hacer realidad el dicho de “a río revuelto ganancia de
pescadores”.
Ni
el país es un río revuelto ni los pescadores son tantos ni tan buenos como para
cobrarse una pieza tan deseada como la confianza pública, que desperdiciaron y
despreciaron durante una década y muchos menos, el gobierno, claro está.
No
hubo un solo presidente en Argentina que pudo reeditar la hazaña de volver y si
no lo pudieron hacer otros que fueron verdaderos aprendices de ladrones a la
par del matrimonio K
¿Por qué la
sociedad pondría al mayor símbolo de la corrupción política del país en la
historia democrática de Argentina, en un lugar de gobierno nuevamente?.
Cristina
dijo.
“Yo
o el caos”.
Es
evidente que “yo” no va a poder ser, entonces,
que sea el caos, y a eso
apuntan estos actos vandálicos de delincuencia común, que el gobierno debería
ponerle más atención y los jueces “más huevos” como refirió Hebbe de Bonaffini,
cuando denunció lo que le faltaba a la justicia.
Si hay decisión
política y jueces con valor, seguramente estos grupúsculos
revoltosos con vocación apocalíptica, incentivados por los corruptos que
quieren zafar de pagar sus delitos, puedan ser perfectamente identificados y
detenidos, para comenzar a cimentar una nación que estuvo en stand by durante
más de una década.
Ni
los desaforados twits de CFK quien es incapaz de enfrentar un micrófono libre,
porque carece de argumentos, podrán anteponerse.
Pero
el gobierno nacional no las tiene todas de su lado.
Su
propia impericia, la falta de vocación para distribuir la riqueza en partes
iguales, la forma de pensar con la billetera llena, cuando hay gente que muere
de hambre y pobreza creciente, la inseguridad que no para y nos mata cada día y
a cada momento, entre otras muchas cosas, son favores gratuitos que le hace a
quienes quieren ver a una Argentina arrodillada añorando los años en que los
subsidios mitigaban las tarifas, mientras De Vido, López, Los
Kirchner, Lázaro y Cristóbal, embolsaban decenas de millones, o el reparto de
planes sociales a diestra y siniestra, tras lo cual los punteros le quitaban el
20% para “la campaña” y cobraban los muertos, o las rutas que se cobraban cinco
veces y no se terminaban, los barrios que se pagaban el doble y las casas nunca
se terminaban, o la efedrina que entraba a toneladas para engordar billeteras
de funcionarios narcotraficantes etc, etc.
Nada
de esto, seguramente, volverá a repetirse con esta execrable gente, pero Mauricio Macri no puede creer que es
dueño del país y actuar sin entender que adentro de este territorio hay 40
millones de realidades distintas.
Lo
anterior no fue magia, fue mafia.
Lo
de hoy no sabemos aún si será mafia en el futuro, pero estamos seguro que de
mago, no tienen nada.
Lo
único seguro es que la sociedad, el pueblo en su conjunto, no quiere volver al
pasado…
Rehúye
de la experiencia traumática que nos hicieron vivir desde un poder
absolutamente carcomido por la corrupción e integrado por una verdadera
asociación ilícita que tiene aspiraciones de volver algún día.
Claro
que nunca lo logrará, pero en ese tránsito, la materialización de la falsa
opción “yo o el caos”, puede dejar consecuencias irreversibles, no
solo en el gobierno, sino en los argentinos que solemos meditar en las urnas,
acciones mucho menos de lo razonable de lo aconsejable.
(Agencia
OPI Santa Cruz)
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