Humor
político
Alejandro
Borensztein
A
mí me pasa lo mismo que a usted, amigo lector.
Por
eso entiendo sus angustias mejor que nadie.
Nos
pasamos años padeciendo a la banda de hoteleros falso progresistas que, de puro
burros nomás, nos hicieron perder una década entera.
Y
justo ahora que en el Sillón de Rivadavia se sentó un tipo que al menos sabe
leer y escribir, tenemos que comernos el garrón de que, sobre algunos asuntos,
no tenga la menor idea.
Pero
la vida es así.
No
se trata de pretender lo ideal sino de acercarnos a lo posible.
Y
si lo posible, o sea Macri, mete la pata como hizo esta semana en la ONU con la
premier británica y arruina toda la estrategia diplomática con los ingleses por
los próximos 10 años, mala suerte.
¿Qué
le vamos a hacer?
Tampoco
es que veníamos de unos genios en relaciones internacionales.
Salvo
con Irán y Venezuela, nos emputecieron con todos los países del planeta.
Por
eso, todo lo que pasa ahora hay que evaluarlo en relación a la historia
reciente argentina.
Y
también al contexto internacional.
Para
los que todavía se lamentan de que en las elecciones pasadas tuvimos que optar
entre un tipo cuyo principal mérito fue ganar carreras de lanchas y otro cuyo
gran hit fueron 4 Copa Libertadores y 2 Intercontinentales, vale la pena mirar
lo que les pasa a los pobres norteamericanos:
Van
a tener que elegir entre una señora que cuando se ríe mete miedo y un tipo que
en todo momento mete miedo.
El
mundo democrático y moderno se estremece ante la posibilidad de que el próximo
Presidente de los EE.UU. sea Donald Trump y reza para que su candidatura haya
sido sólo un tropiezo del sistema y finalmente gane Hillary.
En
este escenario, se supone que el loco es Trump y la estadista es Ella.
Yo
no quiero asustar a nadie, pero les recuerdo que lo mismo decíamos de los
Kirchner.
El
panorama es similar en todas partes.
En
Francia avanza la heredera del fascismo Marine Le Pen;
en
Inglaterra ganó el Brexit y en Holanda la extrema derecha del PVV lidera las
encuestas.
En
Alemania, Merkel acaba de ser derrotada en Berlín por el AFD (populistas de
derecha)
y en Austria se
anularon las últimas elecciones en las que los neonazis habían perdido por un
voto.
Les
van a dar una segunda oportunidad para ver si esta vez pueden ganar y darse el
gusto de incendiar algún Reichstag que les quede cerca.
Comparado
con el mundo, podemos decir que nuestro presidente es toda una joyita para el
progresismo moderno. Y localmente, al lado de la derecha disfrazada de progre
que nos entretuvo los últimos 12 años, ni hablar…
Por
eso hay que cuidarlo.
No
nos podemos dar el lujo de dejar que el tipo vaya a las Naciones Unidas como si
nada y la embarre.
Habría
que haberle explicado un poco más, antes de viajar.
Así
como la otra mishiguene peleaba contra Occidente porque creía que en la Casa
Blanca todavía estaba Kissinger con su Doctrina de la Seguridad Nacional, este
que tenemos ahora en la Rosada cree que United Nations es un equipo de la
Premier League.
No
tiene la culpa.
El
tipo sabe de fútbol, sabe de ingeniería, sabe de ciudades, sabe de bicicletas.
Listo.
¿Cuánto
más quieren que sepa?
El
resto hay que enseñárselo todo.
Hay
que educarlo.
Formarlo.
Si
no, así como vino de fábrica, es un peligro.
Aprendamos
nosotros también de nuestros propios errores. Miren lo que nos pasó con la
presidenta anterior por no enseñarle nada.
Es
verdad que Ex Ella jamás hubiera escuchado a nadie.
Pero
reconozcamos que nosotros tampoco lo intentamos.
En
cuanto los vimos llegar de Río Gallegos en 2003 pidiendo los VHS de la nueva
temporada de “Bonanza” los dimos por perdidos.
Renunciamos
a toda docencia.
Hagamos
nuestra propia autocrítica también, amigo lector.
Nunca
asumimos que se habían salteado 25 años del siglo XX y 3 años del siglo XXI.
Encerrados
haciendo negocios en Santa Cruz, los Kirchner se habían perdido casi 30 años de
cultura política universal y nadie les dio una mano.
Pasaron
de “El Hombre Nuclear” a “Games of Thrones” sin escalas.
Como
si descongeláramos a Walt Disney y le dijéramos
“Che, macho, cualquier problemita llamame, tomá”
y le diéramos un IPhone 7.
No
nos puede volver a pasar.
La
ventaja que tenemos con Macri es que no sólo arrancamos varios escalones
arriba, sino que encima es más abierto.
Escucha.
Aprende.
Pero
igual, no lo podés dejar solo.
Hace
un par de semanas, en la reunión del G-20 en Hangzhou (China), se le ocurrió
hacerle un chiste a Putin sobre el Mundial Rusia 2018 y el ruso le preguntó al
traductor si le estaba hablando en serio o lo estaba cargando.
Posta.
Deberíamos
haberle advertido que con Putin no se jode.
Con
esa cara de buena gente, es un muchacho difícil.
Cuando
Putin se enoja, si sos una persona te acribilla y si sos un territorio te
invade.
Diga
que por suerte, le quedamos un poco lejos.
Entre
todos tenemos que ayudar a Macri como sea.
Busquemos
tipos que sepan y llevémoslos al grupo de autoayuda presidencial para que
mediten junto a Marcos Peña, Frigerio, Monzó y Lopeteguiquintana (estos últimos son dos pero los presentan
como si fueran uno solo, vio?)
Corramos
la voz.
“Che,
alguien sabe algo de los canadienses?”
Y
si conseguimos uno se lo llevamos antes de que Macri confunda al premier Justin
Trudeau con Justin Bieber. “¿Y de Nueva Zelanda, hay alguno que tenga data??
No
sea cosa que un día vaya a Auckland, se haga el gracioso y un par de All Blaks
lo destrocen.
Yo
sé que usted se amarga cuando ve que los kirchneristas atacan a Macri por el
papelón que hizo con Theresa May.
Justo
ellos que se la pasaron aplaudiendo a una señora que se sentó en el Consejo de
Seguridad delante de Obama, Merkel, Cameron y Hollande y se inmortalizó
diciendo que el ISIS era un montaje hollywoodense.
Pero
las cosas son así.
Los
K se suben a cualquier bondi que los lleve a recuperar espacios.
Da cosita verlos reclamar
por la inflación, la demora en las inversiones o la inseguridad.
Hablan
de soberanía los mismos ñatos que se cansaron de darle concesiones petroleras a
una empresa que estaba controlada por la British Petroleum y le habilitaron una
pyme de cianuro a la Barrick Gold.
Pero
yo lo entiendo amigo lector.
A
usted le duelen más los errores propios que los ajenos, entre otras razones
porque a los ajenos ya estábamos acostumbrados.
Macri
omitió nombrar a Irán en la ONU.
Feíto…
¿Fue olvido o
planeado?
Una
pena.
Justo
en la misma semana en que la Corte pasó el caso Nisman a la Justicia Federal.
Y
que la mayordoma se puso más nerviosa que nunca.
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