Dicen
que hay un texto del libro de Isaías,
que podría no ser canónico que expresa:
Que
el día que te mueras, no tengan que poner en tu epitafio, perro porque no ladraste…
La
metáfora ilustra la posibilidad del hombre de comprometerse o de ser
indiferente.
También
señala la actitud de accionar siempre y cuando haya resultados, si no es
preferible no hacerlo.
Estas
acciones están vinculadas con las relaciones humanas, en especial con la
solidaridad y con el ejemplo.
Ladrar en el
sentido de manifestar una opinión, es comprometerse con uno mismo y con el
prójimo.
Significa
expresar lo que uno siente y la valoración que le da a los hechos o a la
conducta que opera a su alrededor, sin importar si será escuchado, o
menospreciado, reprimido o despreciado.
También
es una actitud de atención hacia el otro y hacia la sociedad, ya que los hechos
no nos son indiferentes.
El
compromiso es la medida del hombre, ya que nos evalúa y dimensiona en el
contexto de la humanidad.
Lo
que le pasa al hombre pertenece a la humanidad y cada hombre como sujeto de la
especie es el arquetipo de la raza.
Por
eso el compromiso es también con uno mismo, ya que todos y cada uno de nosotros
pertenecemos a la misma especie.
El
compromiso en sí es una obligación contraída o una palabra dada o empeñada.
Pero
comprometer es exponer, arriesgarse en una acción o una palabra, hacerse
responsable.
Si
asumo un compromiso, si me comprometo, contraigo una obligación, soy responsable
de su cumplimiento y estoy sujeto a las consecuencias que de ello se derive.
Es
una actitud positiva, es una actividad personal, que emana de la libre voluntad
y está impostada en la valoración y las normas éticas y morales que señalan la
conducta de una persona.
El
primer compromiso es con la vida, vivirla bien, que sea digna, equilibrada y
que marque una postura moral.
Luego
el compromiso con la sociedad, de la cual surgimos, que nos marca, nos educa,
nos nutre y nos prepara, y como una rueda sin fin, espera que nosotros
realicemos la cadena con los que vienen detrás nuestro y los pongamos en
condiciones de crecer y ser mejores.
Dentro
de este marco está el compromiso con el hombre, con nuestros prójimos, aquellos
a los que estamos obligados a que puedan crecer con nosotros, perfeccionarse a
nuestro nivel y vivir con las mismas condiciones que vivimos.
Comprometerse
es una actitud virtuosa, emana de los más puros sentimientos humanos y encarna
en la voluntad, que realiza la acción, manifestada en el comportamiento en la
vida de relación.
El
primer valor que nos mueve al compromiso es la verdad, porque muchas veces de
nuestra actitud depende que se conozca la misma, se desate el arduo camino de
la maraña de la mentira y se pueda obtener luz sobre los acontecimientos.
Luego
la bondad, tanto la actitud bondadosa, hacia los otros, muchas veces
desinteresada, como hacia uno mismo, como símbolo de una vida sin dobleces y
digna.
La
solidaridad es el mayor camino que nos permite andar el compromiso, ya que
realizamos en pro y para los otros, sin beneficio personal y sin esperar
recompensa.
Una
vida sin compromiso es por lo tanto una vida vacía, sin ideales, despojada de
virtudes y ajena a la realidad y a la verdad.
Comprometerse
dignifica al hombre, lo constituye auténticamente cual es, ya que el paradigma
de la vida de relación es compartir y lograr que todos se unan, puedan progresar y vivan en paz.
El
compromiso es también un acto de amor, al hombre, a la humanidad y a uno mismo.
Elías D. Galati
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