Gómez
Centurión podría reemplazar a Ritondo
Carlos
Tórtora
El
gobierno fue tal vez el más sorprendido por el efecto bumerang de la denuncia
por corrupción contra el suspendido Director de la Aduana Juan José Gómez
Centurión.
La
pulseada mediática entre los defensores y detractores de este Mayor del
Ejército que participó en la guerra de Malvinas y fue luego carapintada se fue
inclinando rápidamente a favor del militar.
Las
encuestas que se conocieron en los últimos días son concluyentes:
La
mayor parte de los consultados opinan que Gómez Centurión es víctima de una
maniobra mafiosa ligada al narcotráfico y de la cual participa el sector de la
AFI que le realizó escuchas ilegales.
El
impacto -incluyendo el respaldo de Elisa Carrió- es lo suficientemente alto
como para afirmar que en el cielo gris del PRO -caracterizado por la falta de figuras con peso en la calle- acaba
de nacer una estrella.
En forma
semejante a María Eugenia Vidal, Gómez Centurión pasó de ser un sospechoso a
quedar como víctima de una conspiración mafiosa.
La
segunda de la AFI, Silvia Majdalani, estrechamente ligada al que ex
Subsecretario de la SIDE de CFK Francisco Larcher, se posiciona, en cambio,
como la sospechosa de usar la inteligencia oficial para una maniobra delictiva.
Así,
de un día para el otro, Mauricio Macri se encontró con que el funcionario que
acababa de suspender era el nuevo héroe de la política nacional.
A
partir de este escenario y yendo detrás de la opinión pública, el gobierno
empezó a dejar entrever que el suspendido podría volver a su cargo.
Una esperanza en
la oscuridad
Pero
en el trasfondo apareció otro horizonte.
El
macrismo se enfrenta a una triple en materia de seguridad:
La
ministro del área Patricia Bullrich no se está luciendo en su cargo,
el
Ministro de Seguridad bonaerense Cristian Ritondo hace agua en medio de una
inseguridad desbordante y de denuncias sobre el reparto de sobres producto del
narcotráfico en la misma sede policial de La Plata
y,
sobre todo, de las sombras que vinculan
al jefe de policía Pablo Bressi con la recaudación del narco en varios de
sus destinos anteriores.
Ritondo,
un vidalista de la primera hora, trata de resistir en su cargo para poder
negociar una diputación nacional el año que viene.
Pero
los tiempos son demasiado largos.
Antes
de fin de año, el ambiente político se recalentaría y Vidal debería soportar
que le pasen la factura de su fracaso en materia de seguridad.
En
la Casa Rosada, la obsesión de ganar la elección en Buenos Aires es lisa y
llanamente una cuestión de supervivencia.
Una
de las cartas que allí se estudia utilizar
es producir un fuerte impacto reemplazando a Ritondo con alguien que reúna
las suficientes expectativas positivas como para apuntalar la campaña electoral
de CAMBIEMOS.
El
emergente Gómez Centurión, con su postura ascética y su lejanía con la
política, llenaría este requisito.
Carlos Ruckauf,
siendo gobernador de Buenos Aires, recurrió al jefe de los carapintadas, Aldo
Rico, como ministro de seguridad, dando así la imagen de que las cosas iban en
serio.
La
realidad es que la policía detesta verse conducida por un militar pero eso hoy
no cuenta en lo más mínimo.
La
llegada de Gómez Centurión al gabinete bonaerense estaría acompañada por una
campaña mediática hablando de una especie de intervención de la fuerza
policial.
Lo
cierto es que el gobierno tiene motivos para estar preocupado por el descontrol
que campea en el campo de la inteligencia.
Conspirativa
o no, la tesis de que el jefe de la bonaerense Hugo Matzkin, el ex director de
inteligencia de la SIDE Fernando Pocino y el ex jefe del Estado Mayor del
Ejército César Milani trabajan coordinadamente en una combinación de negocios
con operaciones favorables a Cristina Kirchner.
Incómodo
con estos temas -y también con las cuestiones judiciales- Macri dejó que el
problema del descontrol avanzara.
Ahora,
en medio del desconcierto oficial, acaba de aparecer un héroe de Malvinas -que
en absoluto es experto en inteligencia- como una de las pocas figuras para
levantar la puntería oficial.
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