Progres
y oligarcas honran al Líder Máximo
elmanifiesto.com
El
actual orden del mundo nace del maridaje entre el capitalismo financiero global
y las ideologías izquierdistas.
Por eso los ricos lloran a Fidel.
Ha
sido conmovedor ver a la elite del mundo global tan contrita por la muerte de
Fidel Castro.
Se
diría que ha muerto un padre fundador del nuevo orden del mundo.
Periódicos
que Castro no habría dudado ni un minuto en cerrar, lloran ahora el deceso del
líder.
Políticos que
Castro no habría dudado ni un minuto en encarcelar,
abren
su corazón para derramar lágrimas de homenaje.
Pero
esto, en realidad, no es nuevo:
Hace
mucho tiempo que la glosa folclórica de la revolución cubana funciona como
coartada sentimental para la izquierda de los países ricos.
El icono mayor
de ese opio ideológico de la burguesía occidental es la camiseta del Ché
Guevara.
Hacemos
allí la revolución que no podemos –ni queremos– hacer aquí.
Jugar
a redimir a un prójimo lejano, quiera él o no, conforta la mala conciencia del
progresista aburguesado.
¿Contradicción?
Sí,
pero sólo aparente.
Hay
que tener en cuenta algo importante:
El
actual orden del mundo no es producto del capitalismo occidental tradicional,
sino del maridaje entre el capitalismo financiero global y las ideologías
izquierdistas expandidas a partir de los años 60.
El
progresismo ideológico ha venido funcionando como lenitivo moral para el mundo
del capitalismo trans nacional.
Por
eso un tipo como, por ejemplo, Jean-Claude Juncker, agente destacado del
globalismo, enemigo de cualquier soberanía nacional, puede legítimamente –o eso
cree él– llorar la muerte de alguien
que fue “un héroe para muchos”.
Jamás
habría dicho lo mismo de Pinochet, aunque
el chileno mató menos e hizo prosperar a su país en vez de arruinarlo.
Y
es que lo importante, para nuestras elites, no es quién fue objetivamente Fidel
(el tirano comunista que extendió un manto de represión sobre su pueblo), sino
qué función representa su icono.
La
nostalgia fingida de una revolución que nunca se hará es el bálsamo de
Fierabrás de la elite cosmopolita.
Entre
Trump y Fidel, siempre preferirán a Fidel.
Porque
el comunismo, después de todo, aspira a destruir lo mismo que el globalista
contemporáneo pretende aniquilar:
Ese
mundo tradicional de patrias, religiones e identidades.
Es
delirante, pero así es.
Precisamente
por eso se ha hecho tan urgente desmantelar la pesadilla globalista en la que
vivimos.
©
La Gaceta
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