Envío de Oscar
Fernando Larrosa/Facebook
Por Hadrian
Bragation.
Post Facio
Achacada
jocosamente y no sin admiración a Séneca por Dión Casio, la Apocolocyntosis
Divi Claudii
es una sátira
política.
No
faltaban razones al filósofo para detestar al emperador con odio escasamente
estoico:
Claudio
había decretado su exilio en la aburrida Córcega a instancias de Mesalina con
pretextos débiles:
Séneca
habría cometido adulterio con Julia Livila, hermana menor de Cayo Calígula;
la
impúdica relación costaría destierro a ambos, más severo el de Julia.
Las
consideraciones morales eran menores:
Julia
Livila ya había participado de una conspiración contra Calígula, que le había
ganado un primer exilio.
Es
probable que Mesalina (que ideaba su propia trama contra Claudio) viera en ella
a una competidora de talento y cuyo linaje (bisnieta de Octavio César, sobrina
nieta y nieta adoptiva de Tiberio) le permitiría escoger un conspirador
aprobado por el Senado o el ejército.
Julia
moriría en el destierro en la ínfima Pandataria, ejecutada de modo cruel a
través del hambre.
Séneca
obtendría el perdón tras la caída de Mesalina;
Agripina
la Menor, que había obtenido dispensa de los senadores para desposar al viejo
tío Claudio, conocía los talentos de Séneca para el complot y preparaba el suyo
para deshacerse del poco firme esposo y del vulnerable Británico, el hijo que
Claudio había concebido con Mesalina;
a
ambos reemplazaría con el joven Nerón, y quizás en Roma reinaría una mujer por
interpósito vástago.
No
era secreto que Claudio prefería al hijo de su sangre que al Domicio (Nerón)
impuesto por su nueva mujer, pero su graciosa muerte (tras ser envenenado,
Agripina llamó a unos cómicos para que divirtiesen al cadáver del emperador,
cuya muerte se mantuvo oculta hasta que el momento fuera oportuno –
Nota
de 2016: cf. muerte de Hugo Chávez Frías) allanó el arribo al poder de Nerón y
su madre y su tutor, Séneca.
Gérard
Walter es el historiador que retrata con más habilidad la escena ya presente en
Suetonio.
Séneca
había madurado su venganza:
No
sólo maniobró para ofrecer al hijo de Agripina el trono, sino que fue su
intención desacreditar la memoria de Claudio: A la muerte de los emperadores
seguía su apoteosis y su deificación.
Inmerecedor
de ambas, de acuerdo a Séneca, era destino de Claudio habitar una eternidad de
servidumbre en los cielos y de burla entre los mortales.
La
Apocolocyntosis (la conversión de Claudio en calabaza, en oposición a su
apotheosis o deificatio) era justo castigo, calvario y humillación, de seguir a
Séneca, para aquél que lo había sometido a angustiosos años lejos de la
comodidad de Roma.
Hiram
Prado adjudica la Apocolocyntosis Divi Fideli a Virgilio (Piñera?)
El
texto gozó de moderada y secreta difusión en Cuba, pero fue minuciosamente
suprimido y rozó la extinción. Regresa, insospechadamente, de la mano de
párrafos que Prado escribió sin esperar lectura.
Una
última cosa me pregunto:
¿Sería
Hiram aquel raro hombre que, al decir de Reinaldo Arenas, como mi padre
repetía, se paseaba por entre la arboleda del Landwehr como un fantasma?
¿Quién
lo sabrá alguna vez, o nunca?
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