José
Benegas
Al
final se murió y, como era de prever, se sucedieron las manifestaciones de
corrección política, al lado de los que lo elogian como "ganador",
porque eso parece que los hace sentir protagonistas de House of Cards.
Se
dirán suficientes cosas sobre él como para que haya poco que agregar.
La muerte
relevante para mí, la que duele de verdad, es la de la justicia.
Cada vez que la
biología se lleva a uno de estos tipos siento que la humanidad fracasa.
No
toda la humanidad, la parte que sostiene los valores de la paz, el respeto y el
amor encarnado.
No
pudimos hacer justicia a sus víctimas.
Conozco
muchas.
Tienen
nombres, caras, ojos, historia.
No
son un "pueblo", una masa, es
gente.
No puedo
entender cómo hay tantos que parecen conmoverse por una película o leyendo
una novela que expone las cuestiones permanentes de la condición humana y permanecen impertérritos ante los crímenes
del comunismo.
Sé
que lo que pasa es que todavía en un nivel de la Matrix no han recibido el
permiso, que tienen sus valores a cuidado en un pequeño mundo, pero bajo los
tabúes de su época, pero me cuesta
entender que se pueda vivir así sin rebelarse.
Hay
una forma obediente de ser rebeldes y ellos la conocen con todo detalle.
Para
mí desapareció la oportunidad de recuperar ese tipo de orden que sostiene la
vida que quiero vivir, porque los que fueron arrancados de su tierra, vieron
sus familias divididas, sus amigos muertos y torturados y sus hijos perdidos en
la programación totalitaria, tendrán
sólo la paz del olvido.
Fidel
Castro no pagó, aunque se lleve al infierno apenas sus cenizas, allá no tendrá
privilegios.
Pienso
también en qué clase de sistemas políticos hemos hecho en América.
Ese sujeto mató
a nuestra gente, llenó de cínicos, inescrupulosos y ladrones a todo el
continente.
Todavía
están haciendo daño.
Pero no tenemos
y casi no hemos tenido políticos que nos defiendan.
Escribimos
unas constituciones que hablan de defensa común, fuerzas armadas, banderas y
todo tipo de declamadores, pero nunca han tenido una réplica como merecían, por
la fuerza.
Se
admite sin más que se los haya incorporado al sistema americano, aunque sigan
con sus presos y su control total de las conciencias y las opiniones frente a
todos.
Manadas
de inútiles con mando irán a desfilar para sacarse una foto en el evento que
tiene cualquier valor, pero es evento.
Es
todo lo que necesitan saber.
Sí, claro que
la izquierda es deshonesta y que sus dictadores les parecen estrellas de
rock.
Pero
del otro lado no vimos nada, menos en esta época mediocre.
Así
que no nos fue nada bien si Castro hizo lo que hizo todo el tiempo que lo hizo,
alterando la vida de tantos millones de personas que tienen una sola vida para
vivir y ni siquiera da vergüenza defenderlo.
Al
revés, habrá quienes piensen que soy yo el que debería avergonzarme por
escribir esto.
Ahora
no sé qué vamos a hacer, porque Fidel Castro ya no está y no tenemos cómo
honrar a sus víctimas con un acto de justicia.
Entiérrenlo
rápido,
que me da vergüenza.
El
autor es abogado, analista político, director del 1776 Institute.
Autor
de "10 ideas falsas que favorecen al despotismo".
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