Del
editor al lector
Héctor
Gambini
Clarín
Báez
podría amanecer cada mañana en una casa suya diferente, durante un año entero.
Lázaro
Báez tenía, hace menos de tres meses, más de 250 propiedades en la Capital
Federal, Santa Cruz y otras nueve provincias.
Ahora
tiene 362, sumando nuevas comprobaciones judiciales y otras 5 halladas la
semana pasada en Pinamar. Siguen buscando, y próximamente aparecerían más.
Báez
podría levantarse cada mañana en una casa suya diferente, sin repetir una,
durante un año entero.
El
plan de viviendas para todos y todas funcionó para él.
La Justicia va y
las tasa.
Les
da un valor inmobiliario que acumula en planillas y sigue midiendo sus pasos.
¿Cuántas
casas debe tener Lázaro Báez para que se considere probado un mecanismo de
corrupción aceitado para transferir dinero público a cuentas privadas e
invertirlos, entre otras cosas, en bienes inmobiliarios?
Muchas
propiedades están aún sin tasar y la estimación general es que superarán con
creces los 200 millones de dólares.
La
Justicia suma y suma y ya no nos dice nada.
Para
la gente que vive de un sueldo, 200 millones de dólares es lo mismo que 2.000.
O
20.000.
Nadie
puede medir lo que ni siquiera puede imaginar.
Mientras el
senador Juan Manuel Abal Medina, ex jefe de Gabinete de Cristina,
impulsó un proyecto para aumentar 15 por ciento la asignación por hijo y
convertir en empleos formales un millón de planes sociales -lo que el Senado
aprobó y fue bandera de la marcha del viernes- sólo las casas de Báez equivalen a un sueldo de 8.000 pesos para
400.000 personas.
Eso
es más que la población entera de las ciudades de Santa Fe o Corrientes, o
todos los vecinos sumados de Lomas de Zamora, Temperley, Bernal y San Justo.
El tamaño del
robo asusta.
Tantos
sueldos de tanta gente que espera en cada parada de colectivo suburbano cada
madrugada del año.
Un mes del 40
por ciento del total de los empleos que ahora pide Abal Medina están en las
escrituras de las propiedades de un empresario que no pudo haber sido otra cosa
que un testaferro de quienes detentaban el poder y ungieron jefe de Gabinete al
ahora sensible senador.
A
veces, seguir las noticias de una causa judicial cansa.
La
continuidad de hechos parecidos diluye el interés sobre el todo.
Y
entonces 5 casas más de Lázaro la semana pasada y 20 más la semana que viene
parecieran decirnos poco sobre lo que ya creemos saber.
La
dimensión se pierde.
Pero,
¿cuánta gente conocemos que tenga 5 casas?
¿Cuánta
que tenga 20?
El tamaño del
robo es avasallador.
Mirar
esta causa es mucho más que mirar para atrás o ensañarse con los funcionarios
que se fueron.
No
perderla de vista ni distraerse con expedientes conexos es mirar para adelante
y cuidar el futuro.
Reconocer,
cuantificar y medir la corrupción es también sopesar el costo moral de la
indigencia, de los jóvenes pobres sin presente y sin futuro -uno de cada tres
no estudia ni trabaja- y del país que no termina de arrancar.
Hacer
coincidir los tiempos judiciales con los políticos, medir si al gobierno le
conviene o no le conviene Cristina candidata o tantear los pasos para el mayor
rédito político es también una trampa mezquina.
Ni
los casi 6 millones de dólares cash de la caja de seguridad de Florencia
Kirchner, ni los bolsos voladores de López ni las escrituras de Báez deberían
medirse en especulaciones electorales.
¡¡¡El país
saqueado sólo necesita justicia!!!
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