La
tragedia es un suceso de la vida real que produce lástima y terror, es
considerada una desgracia o desdicha producida por un suceso fatal e infausto.
El
hombre convive con la tragedia, y es una de las circunstancias más cercanas a
su condición ya que son imprevisibles, en su mayoría, impactan emocional y
sentimentalmente y condicionan el después de toda actitud y acción humana.
La tragedia se
globaliza y se expande, ya que sus consecuencias abarcan mucho más del
individuo, grupo o sociedad que la sufre, y señala un antes y un después que
cambia muchas veces las reglas y las normas que imperan como las condiciones
sociales en las que se mueven los grupos involucrados.
Dicen
los psicólogos que la tragedia es un drama que termina en una catástrofe
producida por un conflicto inevitable.
Que
lo trágico provoca reacciones de horror en la vida real similares a las que
suscita la tragedia en el arte dramático.
Pareciera
que hay un ida y vuelta que motoriza tanto a la tragedia real como al drama en
el arte.
La
vida del hombre se dramatiza, y en ese drama muchas veces se desata la
tragedia.
Es
como si lo dramático llamara o fuera inexorablemente hacia lo trágico, sin
desconocer que hay dramas tragicómicos, como que hay dramas que encuentran una
resolución la mas de las veces emotiva, otras racional, pero todas siguiendo el
curso de la voluntad que pone el individuo en pos de la resolución del
conflicto y de un fin correcto, concreto y efectivo.
Pero
la tragedia asola el mundo, tragedias naturales de todo tipo, otras provocadas
por el hombre desde la guerra, la enfermedad, el desatino hasta la impericia
que provoca desastres.
Y
se convive con la tragedia, nos toca en nuestra condición de humanos y nos
mancha, nos condiciona y nos altera desde todo punto de vista.
Cualquier
tragedia que ocurra deja una marca indeleble y es condicionante de allí en más
para el grupo social.
Terremotos,
huracanes desbastadores, tsunamis, inundaciones, sequías y fenómenos naturales
que no se pueden controlar y muchas veces ni siquiera prevenir.
Tragedias
provocadas por el hombre desde la guerra hasta accidentes que la negligencia,
la impericia o la desidia de muchos hacen suceder sin sentido ni control.
Convivir
con la tragedia es un aprendizaje que debemos hacer todos los días y estar
atentos a mejorar y progresar en sentido
positivo.
¿Qué
es lo que se pudo evitar?
¿Cuáles
fueron las causas que lo provocaron? ¿Quién fue responsable y quién debía
controlar?
A veces pequeños detalles, pequeñas fallas
humanas hacen que se arme y provoque una gran tragedia.
Hay
un concepto de la vida que prevalece en todos nosotros, en especial en relación
a los valores que priorizamos y que tratamos de ejercer fielmente y a
conciencia.
Este
concepto de la vida es el que determina la actitud y el comportamiento ante la tragedia.
La
prioridad es la comprensión de la inevitable, es decir de aquello que está
fuera de nuestro alcance, que no podemos modificar, y que debemos entender que
con esa imprevisible realidad vivimos.
Después
tratar de aprender aun de las tragedias, las cosas que fueron erradas,
equivocadas o desacertadas y buscar los medios de corregirlas individual y
socialmente evitando que se repitan en el futuro, con las mismas trágicas
consecuencias.
Finalmente
y aquello que hace a la realidad humana es enfrentar la tragedia, solidarizarse
efectivamente con las víctimas, para que sea la acción y nuestras obras las que
consigan paliar un poco el dolor, la angustia y la fatalidad.
Frente
a la tragedia emerge el amor entre los hombres, la actitud desinteresada,
solidaria, benévola y humanitaria, que significa ser profunda y auténticamente
hombre frente al dolor de los semejantes.
Elías D. Galati
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