OPINIÓN
|EDITORIAL
Los
destructores de Alepo
Por
EL COMITÉ EDITORIAL 15 de diciembre de 2016
Credit
Roman Muradov
Ver
la caída de la antigua ciudad de Alepo ha sido intolerable.
Según
informes, los civiles que sobrevivieron semanas de intensos bombardeos han sido
masacrados por las fuerzas del gobierno de Asad mientras huyen de la zona de
batalla.
A algunos les
han disparado en persecuciones casa por casa.
Miles
más están atrapados sin comida, agua ni refugio.
“Este
es un mensaje de alguien que dice adiós y que podría enfrentarse a la muerte o
a un arresto en cualquier momento”, escribió un médico en un servicio de
mensajería.
Las
Naciones Unidas catalogaron como un “colapso total de humanidad” a la
catástrofe.
Las
fuerzas de Asad están cerca de retomar Alepo, la última ciudad importante que
no está en manos del gobierno. En 2011,
el presidente Bashar al Asad ignoró las demandas de manifestantes pacíficos y
desató una guerra aterradora contra su pueblo.
Más
de 400.000 sirios han sido asesinados mientras millones más han escapado a
través de fronteras regionales y hacia Europa.
Sin
embargo, Asad jamás pudo haber prevalecido sin el apoyo del presidente ruso
Vladimir Putin y, en un menor grado, de Irán.
Esa es una
verdad que el presidente electo Donald Trump, un defensor de Putin que está
rodeándose de colaboradores que también son simpatizantes del Kremlin, no puede
ignorar.
Durante
la campaña presidencial, Trump alabó a Putin por ser “un mejor líder” que el
presidente Obama.
Este
sería un buen momento para que le recomiende a Putin acabar con la masacre.
Las
acciones sangrientas de Putin —el bombardeo de vecindarios, la destrucción de
hospitales, la negativa a permitir que civiles reciban alimentos, combustible y
suministros médicos— violan la ley
internacional.
El
martes, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Samantha Power, la
embajadora de Estados Unidos en las Naciones Unidas, les dijo a Asad, Rusia e
Irán que habían puesto una “soga” a los civiles de Alepo y que “debería
darles vergüenza. En vez de eso, todo parece indicar que se están envalentonando”.
Al
comienzo del conflicto, cuando la diplomacia en el Consejo de Seguridad pudo
haber obligado a que Asad se comprometiera a hacer acuerdos políticos y
previniera la guerra, Rusia utilizó su veto para protegerlo de las críticas y
las sanciones.
Para
octubre de 2015, cuando parecía que Asad estaba perdiendo, Rusia envió jets y
tropas, y se convirtió en combatiente activo en nombre del gobierno contra los
rebeldes, incluyendo aquellos que habían sido entrenados y auxiliados por
Estados Unidos y los países árabes.
Hezbollah,
respaldado por Irán con armas y dinero, también ha sido un activo vital para el
régimen de Asad ya que, según fue reportado, ha desplegado por lo menos 5000
combatientes en Siria.
El caos ha
permitido que el Estado Islámico establezca una sede en Siria y se convierta en
una grave amenaza terrorista.
Después
de pedirle a Asad que se hiciera a un lado en 2011, Obama jamás fue capaz de
lograrlo, y puede que eso jamás haya estado en su poder, por lo menos bajo un
costo aceptable para el pueblo estadounidense o el Congreso, que se ha rehusado
a autorizar una acción militar contra el gobierno de Asad.
Obama, reacio a
aprobar intervención militar directa, contuvo el apoyo a los rebeldes y tuvo
problemas para convertirlos en un frente de batalla efectivo.
Obama
trabajó con Rusia para eliminar la mayor parte de las armas químicas de Asad en
Siria.
Pero
otros intentos de cooperación —en especial la búsqueda de un acuerdo político
que terminara la guerra civil y permitiera un enfoque unificado para luchar
contra EI— han fracasado.
Quedan
pocas dudas de que Putin utilizó la diplomacia como un amago para permitir la
victoria militar de Asad.
El
martes, Rusia y Turquía negociaron un cese del fuego que iba a permitir que
miles de civiles y combatientes se fueran de Alepo.
Pero
el miércoles continuó el bombardeo por parte de las fuerzas pro-Asad contra un
número cada vez más escaso de personas en la ciudad.
¿Cuándo se
detendrá?
Eso depende de
Asad, Putin e Irán.
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