Seguridad
escenográfica
Por
Laura Etcharren
La
respuesta a la inseguridad, en todas sus expresiones, hoy está marcada por una
escenografía.
Por
un despliegue hollywoodense que se celebra en el mundo del crimen organizado
que se constata en la Argentina que pasó de llamar mamarracho a lo que hacía el
Secretario Berni a llamar protocolo aquello que hace, a veces, la Ministro
Bullrich.
El
estado de situación es complejo.
Si
bien hay un reconocimiento claro de la instalación del narcotráfico, también
hay una bajada de línea que no se ajusta al diagnóstico: “Argentina sin narcotráfico”.
Un
slogan, una expresión de deseo que es prueba cabal del superávit de trabajo de
escritorio frente al deficitario trabajo de campo.
Hoy
Argentina se debate entre “la pesada herencia recibida” (la cual tiene un
techo) y la globalización interna del maquillaje de CABA a Nación y Provincia
de Buenos Aires.
Una provincia en donde nunca nada alcanzó ni
nada alcanza para comenzar a crear un mínimo clima de seguridad.
Así
es que como la Policía Bonaerense no era suficiente, se creó por decreto el
fatal error de las policías locales que hoy continúan.
Y
como si fuese poco ahora colmaron a la provincia de fuerzas federales
desprotegiendo al norte de nuestro país, faltándole el respeto, incluso, a
dichas fuerzas –Gendarmería y Prefectura-
que no pueden ser en territorio desconocido lo operativas que serían en los
lugares para los cuales fueron diseñadas y configuradas.
Un rejunte de
policías sin un plan es como un flan sin leche.
Ocurre
que en la Provincia de Buenos Aires se definen las elecciones.
Entonces
para allá van los fondos, las fuerzas federales y demás "mimos" para
continuar con el montaje de una ficción que se extiende, en dicha provincia,
desde hace décadas:
La
seguridad.
Aparecen
las fotografías de lo nuevo, no con lo viejo, sino con la caterva más
rimbombante de algunos partidos del enclave Conurbano Bonaerense.
¿Cambiamos?
Las
elecciones son el motor desquiciado de éste tiempo culpable.
Todo
está concentrado en PBA sin entender, o tal vez, sin importar, que así como en dicha provincia que encabeza el PBI
narco delictivo a nivel nacional, se definen las elecciones, también se
define la inseguridad del país.
Sin
embargo, con estoicismo, las fronteras quedaron aún más flojitas de Gendarmes
así como los ríos de Prefectos. Marchen para la provincia de Buenos Aires.
El federalismo,
en Argentina, es solo retórica.
No
obstante eso y aunque pese, la seguridad está sostenida por algunas provincias
que han tomado medidas concretas frente a conflictos concretos.
Provincias
que no apostaron por los parches sino por la diagramación de planes
estratégicos acordes a sus gruesos delictivos.
Por
supuesto, que en este escenario de lucha, no ingresa la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires enarbolada en sus faroles de colores selectivos conforme a la
comuna, jardines colgantes y tristes bici sendas más utilizadas por moto chorros
que por ciclistas.
El
delirio de forjar una ciudad del primer mundo cuando en su epicentro existe un
bastión narco criminal que maneja, según fuentes de investigación y trabajo de
campo, los hilos delictivos que despuntan, de la comuna 7 al resto anómico.
Porque
“Marcos”, el pomposo narco peruano que fue apresado en un domicilio que no
ocultaba y que hasta las hormigas conocían, no operó desde su casa de Ezeiza
(El partido que evoca en miniatura la gestión de seguridad que terminó de
destrozar a PBA y a la Policía) en corte y confección.
También
barajó, como buen líder mafioso, la posibilidad de una “caída” y la necesidad
de dejar las piezas acomodadas para moverlas -cuando el tiempo y la inoperancia
lo indiquen- en el nuevo tablero nacional y regional.
Experimentar
con la seguridad de los ciudadanos con una fusión Federal/Metropolitana que,
conforme a relato de fuentes de investigación, es un "cocoliche".
La
primera no quiere ser absorbida por la Metropolitana argumentando descenso
categórico y de trayectoria,
y
ésta última no quiere ser absorbida por la Federal por las manchas de
corrupción que la atraviesan.
El norte existe
Jujuy,
Salta y Formosa, adheridas a la des federalización, en la lucha contra el
Narcomenudeo, se presentan, con sus propias características, “entregadas” al
vacío por la equivocada distribución de las fuerzas de seguridad.
Observan
la divulgación de las incautaciones nacionales de droga como si fuesen
panfletos que plantean una lucha que debe iniciarse como cualitativa, como
cuantitativa.
Con
las desprolijidades y las contradicciones que solo el amateurismo pueden
justificar.
Con
la particularidad de que con el amateurismo, el narcotráfico, nos está llevando
puestos, desde su base primaria, el narcomenudeo, hasta sus conexiones con el
resto de las vertientes del crimen organizado.
Algunas
de ellas subestimadas atribuyendo a que pertenecen al imaginario colectivo y no
a un entramado siniestro que tiene la trata de personas: el tráfico de órganos.
El
norte existe para el narcotráfico pero parece no existir para ser defendido,
como corresponde, por las fuerzas. Atendiendo, con reforma de seguridad interna
y de defensa, el factor de complemento de las fuerzas armadas para la clara
protección de un país.
El
norte existe para sus gobernadores y la frontera no es pensada como una línea
recta por ellos.
Tampoco
es así pensada por la secretaria de frontera.
Una
secretaría acotada en su capacidad de proyección y difusión mediática “porque
el divismo, al interior del ministerio de seguridad, es más agudo del que puede
evidenciarse dentro de un teatro de revistas”,
relata
un agobiado empleado limitado a ver pasar impericias.
La
secretaria de frontera entiende la importancia de trabajar en la pata social
del norte para que la variable sea el trabajo legal y no el ilegal.
Una
secretaría que comprende que no puede pensarse el NOA sin entender la dinámica
de Bolivia y el NEA sin entender la de Paraguay.
Pasión
comunicacional
La
lucha contra el narcotráfico no tiene un diseño estratégico de calidad pero le
compraron a Israel cuatro lanchas de patrullaje.
Ocurre
que la creencia dentro del ministerio es que el grueso del flagelo va por la
hidro vía y no por la vía terrestre. Con lo cual, la falta de investigación
criminal y de campo, vuelven a ponerse en el tapete.
Los
errores reproductivos y las contradicciones de los diagnósticos con los planes
son causales de que los porcentajes del tráfico se vayan modificando tras la
necesidad compulsiva de relatarle a la ciudadanía y por ende, también a las
organizaciones delictivas, los pasos a seguir.
Primero
había que salir a derribar aviones, ahora a cazar a la ballena y mientras
tanto, la vía terrestre, con porcentaje que suben y bajan en misma franja,
sigue por sus rutas el camino de la impunidad.
La 40, la 34, la
9,
entre otras.
El
exhibicionismo antes que el silencio contribuye al auge de un tejido social
desintegrado.
Una
mutación del delito a lógica extorsiva y una sostenida cosecha de cadáveres que
pone en evidencia que aún no se comprendió que prevención es seguridad.
Un
estado de reproches compulsivos.
Una
institución, como la policía, siempre bajo sospecha.
Envuelta
en los espectros de las connivencias fundadas, constadas, y de por las dudas.
Algunos
ministros de seguridad que forman parte del problema y como son parte del mismo
no reciben el respeto de las fuerzas de seguridad que conocen de fortalezas y
debilidades.
La
seguridad, en Argentina, es no más que una gigantografía como la que utilizaba
Tinelli.
Una puesta en
escena que podría revertirse si empiezan a recorrer el país y no trafican
versiones de escritorio.
Si
asimilan que el paco es una construcción voraz rebajada del Conurbano
Bonaerense y en estado puro de ese norte milagrosamente armado jujeño que llega
en forma de bazuco de Bolivia.
Si
diferencian cocinas de laboratorios.
Si
comprenden que el mercado embrionario de drogas sintéticas debe ser contenido
desde ahora para que no se abra el complejo bárbaro de la heroína que podría
llegar a ser, en América Latina, el Paco de la próxima década.
Si
entienden que un punto de venta de droga no es un búnker y que jamás un niño
soldado se construye bajo los efectos de la pasta base.
Por
el contrario, se lo recluta para
adoctrinarlo de forma para militar.
Todo
podría revertirse si comprendiesen que la Provincia de Buenos Aires no puede
ser el ejemplo de la lucha contra el narcomenudeo porque allí no hubo lucha
sino abulia y configuración de brazos armados de una policía que implosionó
hasta explotar.
Entender
que las luchas contra el narcotráfico y contra el narcomenudeo no son
antagónicas sino complementarias. Que el narcotráfico es un proyecto de poder
asentado sobre un proyecto de muerte que es la droga y encolumnado en su génesis que es el lavado de dinero.
Reconocer
el que delito se dinamizó.
Que
el Crimen Organizado evolucionó y que sus brazos armados se rediseñan por el
mundo conforme a la realidad global pero también a las realidades locales que
muestran permeabilidad.
Ni
los carteles de la droga, ni las bandas de narcotraficantes, ni las Maras se
desarrollarán en la actualidad como lo hicieron en los años ’80.
El
ritmo de la criminalidad y los nuevos métodos invitan a terceras vías.
Asimilar,
por último, que hay un punto límite específico en la lucha contra la
inseguridad y contra el narcotráfico en donde calidad y cantidad sí se
entrecruzan pero para eso se necesitan transitar etapas que se organizan por
plazos finamente calculados bajo seguimiento de inteligencia.
No
se trata de cambiar de nombre, ni de relatos.
Se trata de
salvaguardar a la sociedad de un flagelo, que con sus características locales e
importadas, ya se consagró en Argentina en el año 2014.
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