Cuenta
una leyenda oriental que las personas destinadas a conocerse tienen un hilo
rojo atado en sus dedos.
Este
hilo nunca desaparece y permanece constantemente atado, a pesar del tiempo y la
distancia.
No
importa lo que tardes en conocer a esa persona, ni importa el tiempo que pases
sin verla,
ni
siquiera importa si vives en la otra punta del mundo:
El
hilo se estirará hasta el infinito pero nunca se romperá.
Este
hilo lleva contigo desde tu nacimiento y te acompañará, tensado en mayor o
menor medida, más o menos enredado, a lo largo de toda tu vida.
Así
es que, el Abuelo de la Luna, cada noche sale a conocer a los recién nacidos y
a atarles un hilo rojo a su dedo, un hilo que decidirá su futuro, un hilo que
guiará estas almas para que nunca se pierdan…
La
leyenda versa así:
"Hace
mucho, mucho tiempo, un emperador se
enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy
poderosa, quien tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la
mandó traer ante su presencia.
Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó
que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara
ante la que sería su esposa.
La
bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo.
Esta
búsqueda los llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con una bebé
en los brazos ofrecía sus productos.
Al
llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a
ponerse de pie.
Hizo
que el joven emperador se acercara y le dijo: «Aquí termina tu hilo»,
pero
al escuchar esto el emperador enfureció, creyendo que era una burla de la
bruja, empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña bebé en brazos y la
hizo caer, haciendo que la bebé se hiciera una gran herida en la frente, ordenó
a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.
Muchos
años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse y su corte
le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy
poderoso.
Aceptó
y llegó el día de la boda.
Y
en el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entró al
templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente…
“Al
levantárselo, vio que ese hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la
frente."
Esta
leyenda está tan arraigada en las culturas orientales que millones de personas
llevan unidas a ellas un hilo rojo verdadero.
Aunque
no hay claridad sobre si el origen es chino o japonés, se dice que la leyenda
comenzó al conocer que la arteria ulnar conecta el dedo meñique (otras fuentes
hablan del anular, lo que tiene más tradición en nuestra cultura) con el
corazón, fuente de vida y eternamente concebido como el hogar del amor…
Un
hilo rojo al que no podremos imponer nuestros caprichos ni nuestra ignorancia,
un hilo rojo que no podremos romper ni deshilachar.
Un
hilo rojo directo al corazón, que conecta a los amores eternos, a los
profundos,
esos que simbolizan el antes
y
por los que no hay después…
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